Hubert Malicote besó a June Napier por primera vez hace casi 81 años mientras estaban sentados en un sofá de la sala. En su mente adolescente, pensó que había arruinado la istoria de amor que aún no había comenzado.
“Me levanté muy rápido y pensé, ¿qué hice?”, dijo Hubert, ahora de 99 años.
Resulta que Hubert no lo arruinó en absoluto: los dos han estado casados durante casi 80 años, y según ambos, todavía están enamorados el uno del otro. Durante el tiempo que llevan juntos, décadas y décadas, la pareja afirma que nunca se han peleado. Ni una sola vez.
El secreto de su amor duradero, dijeron, son dos cosas que acordaron desde el principio: siempre comparten un beso antes de acostarse, y cada vez que surge un desacuerdo, se toman un descanso el uno del otro antes de hablarlo. Así revelan el secreto de tantos años de amor.
“Funciona de maravilla”, dijo Hubert, quien se unirá a su esposa como centenario a finales de este mes. June cumplió 100 años el 13 de julio y el cumpleaños de Hubert es el 23 de julio.
La pareja vive en Hamilton, Ohio, donde se conocieron en una iglesia en septiembre de 1941, cuando tenían 19 años. En ese momento, Hubert trabajaba en una empresa manufacturera por 35 centavos la hora, y June trabajaba en una heladería por 10 centavos la hora.
Cuando Hubert llegó a la iglesia con un amigo ese día, el banco de atrás estaba vacío. “Nos deslizamos en ese banco, y la vista frente a nosotros estaba llena de chicas. Una de ellas se dio la vuelta, me miró y sonrió”. “Eso comenzó todo”, dijo.
Después del servicio, un grupo de los jóvenes, incluidos Hubert y June, caminaron juntos hasta un parque. Hubert entabló una conversación con June, y en cuestión de segundos, dijo, lo sabía.
Para Hubert, era la sonrisa de June lo que no podía quitarse de la cabeza. “A menudo me preguntaba cómo habría resultado nuestra vida si ella no hubiera sonreído”, dijo.
La atracción era mutua: “Era tan guapo”, dijo June, quien sufrió un derrame cerebral en enero de 2020 que la dejó con dificultad para hablar. “Simplemente me enamoré de él”, resumió en la entrevista telefónica de unos pocos minutos que mantuvo con The Washington Post.
“El domingo siguiente, volví a la iglesia para encontrarme con ella nuevamente”, dijo Hubert, y agregó que los domingos por la mañana se convirtieron en su cita permanente, hasta que reunió el coraje para invitarla a la feria local.
Compartieron su primer beso ese día, pero su incipiente romance pronto se complicó cuando Hubert sintió el impulso de unirse a la Marina. Se alistó en 1942 para luchar en la Segunda Guerra Mundial.
Aún así, la perspectiva de dejar atrás a June, especialmente sin la promesa de un futuro juntos, se sentía desesperada. Él le propuso matrimonio y ella dijo que sí.¿LAS MUJERES SON “MÁS SENSIBLES” QUE LOS HOMBRES?
El 8 de junio de 1943, la pareja se casó en la misma iglesia donde se conocieron. Durante los tres años que Hubert pasó en el ejército (estuvo estacionado en Rhode Island, Pearl Harbor, San Diego y en la Estación Naval de los Grandes Lagos) se escribieron fielmente cartas.
“Eso fue terrible”, dijo June, quien trabajaba en una empresa de maquinaria que fabricaba artículos de guerra mientras su esposo no estaba. Se preocupaba constantemente por su paradero y bienestar.
Finalmente, recibió un telegrama en el verano de 1945 informándole que Hubert regresaba a casa.
“Cuando llegué, no había nadie en la plataforma sino una hermosa niña”, dijo Hubert, quien aún recuerda la emoción de ver a su esposa esperándolo.
Los Malicote pronto formaron una familia. Criaron a tres hijos en una casa que Hubert construyó en un rancho en 1953. La pareja aún vive allí.
Después de la guerra, Hubert volvió a trabajar en la empresa manufacturera, que fabricaba cajas fuertes y bóvedas, y permaneció allí hasta que se jubiló en 1990. Aunque June se tomó el tiempo para cuidar de su familia, “cuando los niños estaban en la universidad, las finanzas estaban mejorando y ella fue a trabajar a una tienda durante unos nueve años”, dijo Hubert. “No siempre fue fácil”, agregó la pareja.
“Resolviendo esos problemas, te convertís en un equipo”, dijo Hubert. “No querés romper ese equipo; querés que siga funcionando”.
A pesar de los desacuerdos ocasionales, dijo, la pareja hizo un esfuerzo consciente para “nunca criticarse”, dijo Hubert, y explicó que tomarse un espacio, incluso por una o dos horas, evita que los malentendidos se transformaran en argumentos completos. “Cada vez que sonreíamos, todos esos problemas desaparecían”, coinciden.
Los Malicote se criaron en granjas: él en Indiana y ella en Kentucky. Hubert era uno de 13 hermanos y June era una de ocho. Ambos vivieron vidas sencillas y que añoraban poco.
Por eso, dijo Hubert, “sabíamos cómo lidiar con los problemas, cómo cuidar el dinero, cómo gastar y cómo ahorrar”.
En sus años de retiro, ambos siguieron comprometidos con sus aficiones, él como carpintero y apicultor, y ella como costurera astuta. Mantenerse ocupados los ha mantenido jóvenes, dijeron.
Su hija Jo Malicote, de 70 años, dijo que el vínculo entre sus padres es más fuerte que nunca.
“Nunca escuché una palabra dura entre ellos dos”, dijo, y agregó que sus padres rara vez programaban citas nocturnas o se compraban regalos elaborados. “Era casi como si cada día fuera una cita. Simplemente se cuidaron el uno al otro”.
Eso es especialmente cierto ahora que son mayores y han enfrentado pérdidas y problemas de salud.
“Nunca se van a la cama sin un beso”, dijo Jo. “Siempre ha sido así”.
Los Malicote marcaron su cumpleaños número 100 con una celebración conjunta el 15 de julio en la Iglesia de Dios de Eaton Road, donde se conocieron, se casaron y se han mantenido feligreses.
Docenas de miembros de la familia, incluidos sus siete nietos y 11 bisnietos, y amigos cercanos vinieron a conmemorar a la matriarca y al patriarca de la familia.
“Hemos tenido una vida maravillosa”, dijo Hubert. “Con June Bug, todo mejora todo el tiempo”, concluyó
Fuente: La Nación, The Washington Post