Una de las necesidades básicas del ser humano es mantener el contacto con otros semejantes y también, lograr la aceptación del entorno social. Estos dos estímulos emocionales, que antes se gestaban en forma presencial, hoy son facilitados por las redes sociales. Aunque el elemento que los legitima es el «me gusta», que convierte la popularidad en una condición mensurable. Tratando de mitigar los efectos de esta herramienta ambigua -que puede generar proximidad y desamparo en dosis similares- tanto Instagram, Twitter como YouTube, buscan formas de limitar su alcance.
Redes sociales instagram telefono smartphone (Daria Shevtsova / Pexels)
Una de las medidas que están analizando es ocultar la información sobre la cantidad de “me gusta” que recibe cada fotografía, texto o video, cifra que dejaría de ser pública y quedaría reservada al propietario de la cuenta. La finalidad es evitar que los posteos sean valorados por las aprobaciones que acumulan y que logre mayor relevancia su contenido.
Pelotero emoji. Uno se puede meter y nadar entre pelotitas de emoji. Y hacer clic, claro. /Foto: Museum of Selfies
“Tal como se ha comentado durante un tiempo, Twitter constantemente está repensando las formas para mejorar el servicio para así asegurar que se están incentivando conversaciones saludables. Uno de estos incentivos es el botón de Like. Sobre esto, aún no hay planes de compartir información más detallada”, le indicó un vocero a Clarín.
selfie instagram telefono celular redes sociales chicas jovenes adolescentes (Vinicius Wiesehofer / Pexels)
En sus inicios, los Likes, en casi todas las plataformas, comenzaron como un modo de expresar “estoy de acuerdo”. Aunque pronto esta forma de empatía digital se transformó en una herramienta de validación social que premia con un corazón y castiga con el silencio.
“Los jóvenes siempre buscaron la aprobación de sus pares. El tema es que con las redes sociales se incrementa la urgencia y la intensidad de esta necesidad. Con los likes, el efecto de la ansiedad afecta a personas inseguras o de baja autoestima. Ya que al realizar una publicación, están muy pendientes de los resultados, algo que genera ansiedad, angustia y en algunos casos depresión”, detalla Laura Jurkowski, directora de reConectarse, especialista en terapias para adicciones a las nuevas tecnologías.
Y mientras algunos eligen fotografiarse en situaciones riesgosas para obtener una retribución acorde, otros adoptan un perfil social impostado para lograr encajar. En todos los casos, los Likes operan como un método de recompensa cognitiva.
“Aunque todavía no existe un estudio concluyente sobre el efecto de las redes sociales en el cerebro, se hipotetiza que el Like activa también el llamado sistema de recompensa, que nos permite asociar ciertas situaciones como la comida, el sexo y también las drogas, a una sensación de placer. Ante un estímulo concreto, envía señales mediante conexiones neuronales, para que se libere a los neurotransmisores responsables de estas sensaciones como la dopamina y la oxitocina. Cuando el placer queda asociado con un estímulo, uno pretende volver a repetirlo y cuando no lo consigue, genera un comportamiento de búsqueda y pone todos los efectos cognitivos para encontrarlo”, detalla María Roca, coordinadora científica de la fundación INECO, autora junto con Facundo Manes del libro Cerebros en construcción.
En la actualidad el «me gusta» es una señal que mide el reconocimiento, la popularidad y la aceptación del grupo. El problema es que al no alcanzar la cuota que muchos se imponen, se produce un descenso en la autoestima. Incluso, algunos llegan a borran su publicación si no reciben la cantidad de gratificación esperada. A este fenómeno se lo conoce como «dictadura Like».
“Cuando la felicidad depende de los likes, el estado anímico es muy volátil y con la misma facilidad con que se sienten plenos también suelen caer en un precipicio. Este sube y baja es una forma de adicción, que por momentos genera una gran satisfacción inmediata, pero pronto desaparece y necesita algo más”, puntualizó Jurkowski.
Así, el 90% de los adolescentes de entre 14 y 16 años tiene un perfil propio en una red social. Algo que usa para poder sentirse integrado en el grupo y lo que más espera es recibir un Like a todo lo que sube, aunque el 83,5 % reconoce que en las redes sociales se miente más que en el cara a cara, sostiene un estudio realizado por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), Google y BBVA.
Una semana atrás, durante la conferencia anual de desarrolladores de Facebook (F8) que tuvo lugar en San Francisco, se anunció que Instagram está analizando la posibilidad de eliminar los Likes de la fuente principal, las páginas de enlace permanente y los perfiles en un experimento en Canadá.
La decisión de Instagram de retirar los “me gusta” de las fotos ya generó polémica y debate en las redes sociales. Los expertos advierten que esta opción podría contribuir a hacer que los usuarios publiquen más contenido auténtico y se sientan menos presionados a colgar fotos para recaudar Likes.
«No estamos realizando esta prueba en este momento, pero explorar maneras de mejorar las interacciones en Instagram es algo en lo que siempre estamos pensando», indican fuentes locales.
Unas semanas atrás, Twitter anunció a través de su perfil oficial que está trabajando en una nueva versión de su aplicación y haciendo pruebas con cuentas aleatorias para esconder los me gusta, con la sana intención de erradicar los comentarios tóxicos y generar debates limpios.
El propio Jack Dorsey, cofundador de Twitter, reconoció no ser devoto del botón con forma de corazón y advirtió que tenía intenciones de deshacerse de él. Este botón está en esa red social desde 2015, cuando sustituyó a los favoritos con forma de estrella.
Miedo a perderse algo
Otra de las contraindicaciones que genera en muchas personas el exceso de redes sociales es la fobia que se conoce como FOMO (Fear Of Missing Out) o miedo a perderse algo o bien, a quedar excluido de un evento. Lo que obliga a los que sufren este síndrome a permanecerconectados a Internet.
De acuerdo a un estudio de Global Web Index, el FOMO afecta por igual a hombres y mujeres. El segmento que más lo padece está en el rango de los 16 a 24 años, con un 33%, seguido del segmento de 25 a 34 años, con un 29%.
El problema surge cuando la desconexión genera angustia y, al compararse con los demás, el individuo se llega a cuestionar incluso sus propias elecciones.
Este miedo, con una fuerte raíz en la idealización, está fomentado según los expertos por la competitividad de la sociedad actual. Explican que la imagen que dan los influencers con mayor cantidad de seguidores, que se muestran con sus poses sonrientes y en actitud relajada, transmite la idea de que la felicidad está en la colección de momentos y no en la vida misma.
Fuente: Clarín