El último mes del año arrancó con todo. Llegó la tan temida ola de calor a la ciudad y el termómetro no da tregua: el pronóstico para esta semana amenaza con cifras por encima de los 30 grados y en algunos casos, indica que llegará hasta los 40. Días difíciles si toca andar por la calle o hacer la fila afuera del banco.
Frente a este agobiante panorama, el Servicio Meteorológico Nacional alerta a la población de la ciudad de Buenos Aires y 13 provincias del norte y oeste del país, a tener especial cautela con el golpe de calor, uno de los problemas de salud más comunes en jornadas donde reina el calor extremo.
Se trata de un cuadro que se produce en un contexto de elevada temperatura ambiental, con o sin humedad: se acumula el calor en el cuerpo y el organismo es incapaz de eliminarlo por sus propios medios. Ramiro Heredia, médico clínico del Hospital de Clínicas José de San Martín, explica que se puede manifestar de dos maneras: “La forma clásica se llama hipertermia severa, y por lo general se da en los extremos de edad (bebés y adultos mayores), en niños, en embarazadas y en personas con enfermedades cardíacas, neurológicas y psiquiátricas crónicas. Por otro lado, está la asociada a la práctica de actividad física prolongada, que afecta a adultos jóvenes y sanos”.
En estos casos, la temperatura corporal puede llegar a subir hasta los 40,5°C. “No controlarlo a tiempo, puede ocasionar síntomas neurológicos: cefalea, deterioro del nivel de conciencia, alucinaciones, confusión, agitación o letargo, debilidad, mareos, náuseas, e incluso síncope y un aumento de la frecuencia cardíaca y respiratoria”, describe el especialista y agrega que la piel se puede tornar roja, húmeda o seca, de acuerdo al estado de hidratación de cada uno, como también se puede desarrollar un edema pulmonar, con sensación de falta de aire.
Los seres humanos se caracterizan por ser termorreguladores: tienen la capacidad de regular automáticamente su temperatura corporal que oscila entre los 36 y 37,5°C. La misma se controla desde el hipotálamo, ubicado en el sistema nervioso central. Pero, cuando la temperatura exterior es elevada, “se puede producir una falla en el metabolismo y el organismo pierde la autonomía para eliminar el calor”, detalla el médico.
El calor del cuerpo se elimina al medio de distintas formas: la evaporación es el principal proceso pero “falla cuando la humedad ambiental está por encima del 75%”, señala Heredia. Luego, explica que está el mecanismo de convección, que es cuando hay transferencia del calor producto del paso de una corriente de aire más fría, y por último la conducción, que remite a cuando algo frío toca la piel. De todas maneras, ambas “pierden efectividad cuando la temperatura ambiental es mayor a la del cuerpo”, manifiesta el médico.
Durante los días de pleno calor, la ingesta de líquido, sobre todo de agua, juega un rol clave ya que ayuda a que el organismo pueda transpirar y enfriarse. Para Heredia, un adulto sano debería consumir entre 2,5 y 3,5 litros de agua por día y aclara que dicho volumen se modifica de acuerdo a sus actividades, talla y enfermedades precedentes, “dado que la pérdida de agua es distinta frente a cada contexto”.
¿Qué hacer frente a este cuadro?
De cara a esta situación, Heredia sugiere actuar rápido. “Lo primordial es llamar a un médico y acto seguido colocar a la persona en un lugar fresco y ventilado, sacarle las prendas pesadas y tratar de bajarle la temperatura corporal con baños fríos, hielo, mojando la piel y colocándolo delante de un ventilador. En paralelo, suministrarle agua fría”, resalta el experto.
Qué tener en cuenta para aliviar el calor
Si bien el calor no se puede evitar, hay algunas medidas que se pueden adoptar para contrarrestar sus efectos.
- Alimentación e hidratación: “Una adecuada ingesta de agua ayuda a prevenir o a contrarrestar la enfermedad por calor”, comenta Heredia y hace hincapié en elegir líquidos fríos y priorizar el consumo de frutas y verduras por sobre comidas grasas y de digestión lenta.
- Actividad física: reducirla en horarios de mayor calor y evitar que sea a la intemperie, priorizando lugares cerrados con aire acondicionado.
- Ambientes: siempre que se pueda, permanecer en espacios ventilados y frescos.
- Vestimenta: usar ropa liviana y holgada, de colores claros y de algodón porque los tonos oscuros atraen en mayor proporción el calor.
Síntomas que alertan sobre un golpe de calor
Heredia destaca que cualquiera puede padecerlo, sin embargo los grupos sociales con mayor predisposición a sufrirlo son las personas de edad avanzada, embarazadas, obesos y los que tienen mala condición física. Y suma a aquellos que están deshidratados, los que padecen diabetes, enfermedades cardíacas y los que consumen sustancias ilícitas.
En esta línea, el Ministerio de Salud de la Nación advierte sobre los posibles síntomas que se generan de manera paulatina.
- Sudoración excesiva.
- En los bebés puede verse la piel muy irritada por el sudor en el cuello, pecho, axilas y pliegues del codo. Por su parte los niños, puede estar irritables.
- Piel pálida.
- Sensación de calor sofocante.
- Sed intensa y sequedad en la boca.
- Calambres musculares.
- Agotamiento, cansancio o debilidad, mareos y desmayos.
- Dolor de estómago, cefaleas, falta de apetito, náuseas y/o vómitos.
Fuente: Melanie Shulman, La Nación