Un pequeño paso para un joven, un gran salto en su carrera espacial. Así podría definirse el presente del flamante ingeniero mecatrónico mendocino, Marcos Bruno, de 26 años, reconocido en el país por protagonizar cada vez más proyectos que lo acerquen a su sueño: ser astronauta. En ese tren, se lanzó en la búsqueda de más objetivos que permitan democratizar el acceso al espacio, con proyectos disruptivos que recolectan datos claves del cosmos para evitar, por ejemplo, fallas en las futuras misiones.
Así, la última jugada: el 25 de Mayo, mientras los argentinos celebraban otro aniversario de la revolución patria, Bruno miraba al cielo celeste y blanco, en Cabo Cañaveral, Florida, Estados Unidos. La empresa Space X, del magnate Elon Musk, lanzó ese día al espacio una nave con un satélite que portaba uno de sus proyectos: un dispositivo de obtención de información del espacio para poder desarrollar una herramienta denominada “digital twin” o “gemelo digital”, que busca abaratar los costos para emprender en el sector y así democratizar el acceso al “infinito y más allá”.
“El miércoles patrio tuvimos la oportunidad de enviar al espacio un experimento que desarrollamos, que está en un satélite de la empresa argentina Satellogic, a través de Space X, de Elos Musk. Es una felicidad muy grande que algo que creamos nosotros hoy esté en órbita. Saber que cada vez que miramos a arriba hay algo con nuestro nombre es un orgullo muy grande”, expresó el joven a LA NACION, a pocas semanas de haberse graduado en la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo).
El objetivo del experimento es recolectar datos de órbitas para el desarrollo del “digital twin”, una herramienta que busca representar una forma muy fiel a un satélite, según explican los especialistas. “Esto es parecido a un simulador. Ya tenemos miles, para qué uno más, es la pregunta. Los simuladores no son más que modelos matemáticos: ante una entrada siempre va a entregar la misma salida. Por eso, nuestro experimento agrega datos del sistema físico real, aprendiendo cómo va variando su performance”, señaló Bruno, y puso como ejemplo la realización de un gemelo digital de una turbina, que vale más de US$1.000.000. “Podemos hacerlo para representar de modo fiel cómo funciona, las simulaciones y predecir las fallas. Un simulador normal va a simular muy bien ante cualquier variable, pero si, por ejemplo, se sale un tornillo y empieza a vibrar de una forma anómala como fue diseñada, el simulador no lo va a decir; un ‘digital twin’ sí soluciona esto, porque además de tener simuladores se alimenta de datos de la turbina real y corrige las simulaciones, lo que permite predecir fallas de una forma muy temprana”, graficó el ingeniero, quien apuesta a su experimento que consta de sensores especiales, con conexión al satélite de la firma argentina.
“Así es nuestra herramienta y el valor que creamos: la idea es que esto sea un proyecto ‘open source’, de código abierto, para que más personas puedan seguir construyendo sobre él y mejorarlo en el tiempo”, añadió Bruno, quien además es cofundador de Merovingian Data (www.merovingiandata.com), una startup que se enfoca en el data acience y la inteligencia artificial para potenciar organizaciones.
El lanzamiento en la estación de la Fuerza Espacial consistió en una misión compuesta por un grupo de satélites. El experimento que lidera Bruno con su equipo “To Infinity and Beyond” estará orbitando la tierra 16 veces al día, acoplado un satélite de la reconocida startup argentina Satellogic, que se convertiría en breve en un nuevo unicornio.
Quinta misión
Esta es la quinta misión de viajes compartidos de satélites pequeños de institutos y empresas globales que transporta SpaceX a través del vehículo Falcon9 FT B1061-8, que luego regresó de manera exitosa a su lugar de lanzamiento. Todo fue seguido en vivo por diferentes plataformas.
Con este tipo de pruebas ya sobre el espacio comienza una nueva etapa que incluso puede impactar en los gastos futuros y en replantearse el acceso al sector de una manera más universal. Así, como se destinan muchos recursos a las simulaciones, para que todo funcione bien, esto permitirá abaratar de manera significativa los costos, además de ser una herramienta abierta. “Por eso, a largo plazo, nuestro gran objetivo, que sería el Santo Grial, ya que tenemos muchos sensores de muchas variables, con instrumentos comprados en Mercado Libre, no de calidad espacial, es que sabemos que habrá fallas, pero que se podrán ir corrigiendo por software al estar acoplado al satélite. Entonces, si esto se logra hacer, una persona en el día de mañana va a poder mandar al espacio con cosas compradas por internet, en vez de destinar decenas de miles de dólares”, explicó el ingeniero.
En este sentido, el equipo cruza los dedos para empezar a tener reportes del experimento y soñar cada vez más en grande. “Se puede abrir un mundo de oportunidades muy grande. Es un desafío muy grande, pero queremos empezar a medir los primeros datos para ver qué tan factible es hacer esto y si es posible democratizar de una forma enorme el acceso al espacio”, concluyó el joven mendocino.
En tanto, no descansa con su sueño de ser astronauta, además de buzo y piloto de avión. Lleva varias experiencias a cuestas, de la mano de la Mars Society y la Nasa, entre las que se destacan el diseño de un robot para explorar el planeta rojo así como experiencias y simulaciones espaciales a la Luna y a Marte, haciendo hincapié en los desafíos futuros de quienes se dediquen a esa actividad.
Fuente: Pablo Mannino, La Nación