El último día en que hubo funciones de cine en la Argentina fue el 16 de marzo. Desde ese momento, todas las salas y los complejos cinematográficos del país permanecen cerrados. En varios de ellos, con marquesinas a la calle, todavía pueden verse hoy los afiches de las películas que se exhibían en el momento en que el Gobierno forzó esa clausura cuando transitábamos la primera y más dura etapa de la cuarentena. Allí todavía quedan, por ejemplo, los carteles de Parasite, El robo del siglo y la película animada Unidos, como si los complejos inactivos estuviesen definitivamente abandonados.
Hoy, los representantes más optimistas de la industria confían en que a comienzos de enero próximo podrán sacar esos ajados carteles y reemplazarlos por otros que anuncian próximos estrenos con cines abiertos. El sueño de la industria es poner en marcha lo antes posible una maquinaria que permanece parada desde hace casi diez meses a partir de la aprobación de un protocolo que se discute por lo general en buenos términos con las autoridades, pero que todavía no entró en la etapa de definiciones.
Hace un par de semanas empezó a crecer en las redes sociales la expectativa de una inminente apertura de los cines que iba a seguir a la de los teatros, ocurrida el 13 de noviembre. Pero el anuncio oficial nunca llegó y aquellos augurios favorables que duraron apenas unas horas se transformaron en un reclamo que tiene mucho de lamento y de necesidad, sintetizado en el hashtag #AbranLosCines.
Que ganas de ir al cine! 💔#AbranLosCines https://t.co/A2Xoh4ZGZI
— Chino Darín (@chinodarin) November 28, 2020
«No hay un solo caso comprobado en el mundo de contagio de Covid-19 dentro de un cine. Ver una película allí es seguro, lo dice la evidencia científica», sostiene Vanessa Ragone, productora y presidenta de la Cámara Argentina de la Industria Cinematográfica. «En cualquier lugar que encontramos fuera de nuestras casas y en cualquier actividad, la gente no puede dejar de hablar. El cine es la excepción en ese tipo de comportamientos. Allí nadie habla, porque está mal visto y porque la atención está puesta en la pantalla. Al haber silencio no hay microgotas en el aire que abran el riesgo del contagio», agrega Martín Alvarez Morales, CEO de Cinemark-Hoyts y titular de la Cámara Argentina de Exhibidores Multipantalla.
Ese convencimiento de que los cines no son un espacio propicio para el contagio está extendido en la industria, pero allí también saben que el temor a la circulación del virus en espacios cerrados y las imprescindibles medidas generales de distanciamiento social conspiran contra una reapertura más o menos rápida. Esto ocurre en todas partes y el cierre se mantiene en lugares tan estratégicos para el funcionamiento de la industria del cine como Los Angeles y Nueva York. El problema es ciertamente global.
La industria entregó este último jueves un protocolo sanitario a modo de propuesta a las autoridades de la Ciudad de Buenos Aires. Funcionarios de Cultura y de Salud del gobierno porteño trabajarán en la definición de las medidas que se elevarán a las autoridades nacionales, encargadas de dar el aval definitivo que posibilite la ansiada reapertura a través de la Jefatura de Gabinete.
El último decreto que extiende el Distanciamiento Social, Preventivo y Obligatorio, publicado el 29 de noviembre último en el Boletín Oficial, mantiene la prohibición de la actividad en los cines. Una vez aprobado el protocolo, las autoridades lo instrumentarían como excepción, como ocurre con los teatros. ¿Cuáles son los ejes de ese protocolo sobre el que trabaja la industria? Así lo resumió Alvarez Morales: «Tapabocas para todos, reducción de la capacidad de la sala entre un 30 y un 50 por ciento con diseño como un damero, con butacas libres adelante, atrás y a los costados de la que esté ocupada, alcohol en gel por todas partes, la posibilidad de adquirir entradas y productos del candy bar por Internet, tickets electrónicos».
Algunas provincias ya avanzaron más que la Capital Federal. Córdoba ya definió la aprobación de un protocolo y Mendoza levantó la prohibición de las funciones de cine, pero sin títulos disponibles para estrenar se hace muy complicada la vuelta a las salas. Y la aspiración de la industria es la reapertura simultánea de los cines en todo el país.
Uno de los temas que más se discute es el de la ventilación. Al parecer, las autoridades porteñas estarían exigiendo a los cines algún sistema que asegure el ingreso constante de aire desde el exterior. Eso implicaría la obligación de instalar filtros en algunos sistemas de aire acondicionado, imprescindible dentro de las salas en meses de altas temperaturas, o cambiar en algunos casos los equipos actuales por otros nuevos, ciertamente costosos. Pase lo que pase, desde la industria aseguran que una vez reabiertos, los cines tendrán aire acondicionado. Y seguro.
En este terreno, como en tantos otros, el optimismo se mezcla con la cautela. En la industria también tienen muy en cuenta lo que ocurrió en Paraguay, Uruguay y Brasil cuando se permitió una reapertura parcial y paulatina de las salas. Al no tener estrenos fuertes, ya que la mayoría de los grandes estudios optó por postergar casi todos los lanzamientos globales previstos este año para 2021, no quedó otro remedio que reabrir con reposiciones y reestrenos. «Los cines no se sostienen más de dos semanas solo con películas repetidas», reconocieron fuentes de la industria.
Este año el cine vivió una especie de tormenta perfecta. Con las salas cerradas, los estudios no estrenan las películas más atractivas. Y esos estudios necesitan que los cines estén llenos para recuperar la millonaria inversión en esas producciones. Una reapertura al 50% no cierra las cuentas. Y sin estrenos no hay aliciente económico para reabrir. Ningún estudio se animará a estrenar un título fuerte si no tiene asegurado el lleno de la sala. Toda esa complicada ecuación también hizo mucho para demorar las definiciones. ¿Cómo proponer protocolos de reapertura si una vez aprobados finalmente las puertas seguirían cerradas por falta de oferta o porque los números no cierran?
En el medio se prolonga la inercia del público. Las ganas de volver al cine se mezclan con el temor inevitable al contagio (sobre todo entre las personas mayores, más acostumbradas a ver cine en el cine que a hacerlo en dispositivos móviles) y el estímulo de a poco se va evaporando. Muchos temen que la experiencia de ir al cine se vaya convirtiendo de aquí en adelante nada más que en un recuerdo.
Aún diezmada por las decisiones de los grandes estudios de Hollywood, la grilla de estrenos en la Argentina mantiene hasta hoy algunos títulos programados. Para el 31 de diciembre se mantiene el lanzamiento local en cines de Mujer Maravilla 1984, que Warner resolvió lanzar hace pocos días de manera simultánea en salas y en la plataforma de streaming HBO Max (todavía no disponible en la Argentina). Para complicar más el panorama, Warner anunció en la tarde del jueves que extenderá esa estrategia de estreno simultáneo en cines y streaming a todos sus grandes estrenos de 2021 en los Estados Unidos, entre ellos Matrix 4, la próxima entrega de Escuadrón suicida y la remake de Duna. ¿Será una estrategia paliativa en tiempos de pandemia o un cambio histórico que alterará de aquí en más toda la industria?
Para el 7 de enero se anuncia la llegada de la película animada Los Croods 2 y de La noche mágica, la ópera prima de Gastón Portal con Natalia Oreiro y Diego Peretti, que viene postergándose desde mediados de este año. El 14 se estrenarían Tenet (la nueva película de Christopher Nolan), Peter Rabbit 2 y The Father (El padre), versión de la obra teatral de Florian Zeller con Anthony Hopkins y Olivia Colman en los papeles que aquí representaron en teatro Pepe Soriano y Carola Reyna. El 21 sería el turno de Noticias del mundo, de Paul Greengrass, con Tom Hanks, y el mes se completaría con otras novedades como Monster Hunter y Mortal Kombat, inspiradas en sendos videojuegos.
Tráiler de «Mujer Maravilla 2», uno de los films que espera su estreno en salas en nuestro país; en Estados Unidos, se verá simultáneamente en cines y en streaming
Álvarez Morales cree que esa cartelera es lo suficientemente atractiva como para atraer de nuevo al público, pero hace la salvedad de que una vez aprobado cualquier protocolo se necesitarán entre 20 y 30 días para terminar de poner a punto los cines de este tiempo de nueva normalidad. «Hay que entrenar a todo el personal en las reglas y los cuidados de salud para ellos y para el público, hay que hacer una limpieza profunda de las instalaciones, actualizar el software en todas las salas y reponer el stock de nuestros productos», detalló.
Mientras tanto, los exhibidores prueban con alternativas. Cinemark-Hoyts abrió dos autocines en los complejos de Malvinas Argentinas y Tortugas, que se cerrarán apenas se reabra el resto de las salas. Y acaba de anunciar el comienzo de un programa de estrenos online junto a la distribuidora independiente BF que se inició con la película española No matarás. La cadena Atlas, en tanto, incluye de a poco algunos estrenos en la programación del autocine que maneja desde esa marca en la Rural de Palermo. La grilla de este complejo también empezó a incluir títulos argentinos como Los sonámbulos (elegida para representar a nuestro país en la carrera por el Oscar) y un nuevo ciclo de películas de terror y suspenso llamado Insomnia, previsto para los viernes a la noche, que se inicia con dos títulos locales: Al 3er día y Soy tóxico.
«Estamos esperando ansiosamente la reapertura de los cines. Tenemos mucho material disponible. Pero nuestra actividad depende por completo de que vuelvan a funcionar los cines y si eso no ocurre corremos de aquí en adelante un riesgo cierto de desaparecer», señala Horacio Grinberg, presidente de la Cámara Argentina de Distribuidoras Independientes. El directivo citó como ejemplos los casos de Primer Plano y Aura Films, que dejaron de operar en el mercado nacional. Otros podrían seguir el mismo camino.
«Entiendo que no haya certezas. Es que para muchos no cierran las cuentas. Producir lleva mucho tiempo y las películas argentinas que quieran estrenarse en los próximos tiempos la van a tener muy difícil. Además prácticamente no hubo rodajes este año», reconoció Ragone. Aquí se abre un espacio de incertidumbre que choca con el optimismo de algunos otros sectores. Algunas fuentes indican que fuera de ese puñado de títulos que todavía esperan el estreno en los cines para las próximas semanas (siempre y cuando se apruebe el protocolo) no hay un horizonte abierto para más allá de un par de meses. «Y después nos espera la segunda ola», advierten.
A eso se suman las dudas que se generan a partir de la anunciada interrupción por parte del Gobierno de los programas de ayuda conocidos como ATP, que permitieron en estos meses completar el pago de sueldos con aporte oficial en un sector que redujo a cero todos sus ingresos. «Deseo muchísimo que las salas vuelvan a abrirse. Habrá que hacer un esfuerzo enorme para romper la inercia de todos estos meses. Todo llevará mucho tiempo. Por ahora solo siguen activos en el cine argentino proyectos sostenidos por grandes plataformas como Netflix y algunos rodajes que había que completar y que sus productores llevan adelante con altísimo riesgo y sin financiamiento para evitar el quebranto definitivo«, agregó Ragone.
Toda la industria plantea la necesidad de continuar con la ayuda oficial mientras sigan las salas cerradas, mientras algunos no pierden el optimismo frente a un futuro muy complicado. «Al cine no hay con qué darle. Somos animales sociales y pase lo que pase siempre volvemos al cine, que es algo irremplazable. Es el único lugar en el que reina una sola pantalla y hace posible una experiencia colectiva con toda la atención puesta en ella», señala Álvarez Morales.
La industria está trabajando en estos días en el diseño y el armado de una fuerte campaña de difusión y estímulo para alentar el regreso del público a los cines una vez que se consiga por parte de las autoridades la aprobación de los protocolos sanitarios. Y están los que sueñan con abrir sin necesidad de estrenos, como quienes llevan adelante la remodelación completa del antiguo Cine Arte de Diagonal Norte al 1100, a metros del Obelisco, porque tienen ya preparado un plan de ciclos, retrospectivas y actividades ligadas al cine de autor.
Del otro lado, no debe haber imagen más elocuente de la situación que atraviesa hoy el sector que la que se observa al pasar frente al complejo Cinema City General Paz, ubicado en la esquina de la avenida Cabildo y Pedro Ignacio Rivera, en el barrio de Belgrano. Con las puertas cerradas y los afiches de los estrenos de principios de 2020 todavía en las puertas de vidrio, una sola ventana a la calle aparece abierta: allí, una empleada vende al paso el pochoclo que desde el 16 de marzo no se puede consumir dentro de un cine en la Argentina.
Fuente: Marcelo Stiletano, La Nación