Alejandra Marisa Rodríguez suelta una carcajada cuando escucha que en estas horas es la morocha de ojos verdes más requerida del país. Se ríe, agradece y asegura que no puede creerlo. Y ratifica, con seriedad, que nació el 27 de noviembre de 1963 en la ciudad de La Plata, donde vive actualmente. Aunque pronto reconoce que parte de su corazón está en Brandsen, a escasos 40 kilómetros, donde vivió parte de su infancia.
Habla desde una escuela de modelos platense durante un “hueco” entre miles de preparativos y pedidos de entrevistas. Ayer, su imagen impactante comenzó a circular por todos los medios tras conocerse la noticia de que (sí, a sus espléndidos ¡60!) fue elegida como la representante bonaerense para el certamen Miss Universo Argentina 2024, que se realizará en el Auditorio de Belgrano, ciudad de Buenos Aires, el próximo sábado 25 de mayo, a las 19 horas. El evento reunirá a postulantes de todo el país.
“Todas, desde ya, más jóvenes que yo”, aclara y sigue riendo. Así y todo, el domingo pasado arrasó por unanimidad en la elección realizada en el Hotel Corregidor de La Plata, ubicado en Calle 6 al 1000, y se convirtió en la “Miss Universo” provincial.
“Fue un certamen inclusivo, por eso me presenté. Es decir, no había límites de ningún tipo, ni de edad ni mucho menos de peso y altura. Una de las chicas, de 18 años, era preciosa y muy preparada. Pensé que ella sería la ganadora pero cuando todo el jurado me votó, sentí que vivía un sueño. Insisto, fue por unanimidad. ¡Estoy viviendo un sueño!”, señala.
-¿Cómo te decidiste a participar?
-Lo que voy a contar habla muy bien de la calidad de amigas que tengo. Una de ellas, Rosana Brieva, me convenció para que participara junto a ella. Es decir, ella compitió conmigo, pero fue generosa al 100 por ciento. No solo eso, sino que está feliz por mi logro y me felicitó públicamente. También debo agradecer el apoyo de la directora del certamen, Francy Lezcano. El evento fue muy emocionante porque tuvo carácter social, es decir, se recaudaron útiles escolares para niños de comedores y merenderos de la zona más carenciada de La Plata. Muchas referentes de esos espacios comunitarios estuvieron presentes, fue muy conmovedor.
-Volvamos a vos. ¿Cómo se explica que a los 60 tengas esta genética?
-(ríe) No lo sé. No sé si soy linda, más bien diría que tengo un cuerpo armonioso: soy delgada, mido 1,68 y tengo la misma cara de siempre, aunque con más años. Simplemente me cuido, me gusta salir a correr y hago gimnasia. Sé que hago mal en contarlo, pero solían decir que mis padres eran muy lindos.
-¿Tomás consciencia de la trascendencia que alcanzaste en las últimas horas?
-¡Para nada! Todavía no lo puedo creer. Por eso aprovecho esta oportunidad para contar varias cosas que me interesan, como mi amor hacia Brandsen. Uno de mis hermanos, Sergio, que es veterinario, vive allí. Mi otro hermano, Rulo, en Mar del Plata. Amo a mis tres sobrinos.
-¿Y de tu vida personal qué podemos decir?
-Estoy sola. En realidad, vivo con mis dos gatas, Fermina y Paquita. Las amo y son hermosas pero ojo, no las trato como hijas sino como lo que son: animales. Porque ahora hay como una humanización de los animales, no lo comparto.
-¿Pareja, hijos?
-No estoy en pareja ni tengo hijos, aunque igual soy una agradecida. Claro, si apareciera una linda relación, me encantaría. Una relación sana, un compañero de verdad. No lo busco, pero tampoco me cierro. En cuanto a los hijos, la vida no me dio esa oportunidad y creo que por algo las cosas suceden.
-En tu presentación, en el certamen, destacaron que tenés dos títulos universitarios.
-Sí, soy periodista egresada de la Escuela Superior de Periodismo de La Plata hace muchos años. No recuerdo exactamente, pero fue allá por el 86. Luego, ya más grande, como a los 28 años empecé a estudiar Derecho y me recibí el 4 de julio de 2000. Como periodista trabajé solo un tiempo en el sector de Prensa de la Cámara de Diputados de la provincia. Luego, ya abogada, ingresé al Ministerio de Salud, primero al área Legal y Técnica y luego a la asesoría legal de un hospital platense, donde hoy continúo.
-¿Te sentís preparada para seguir haciendo historia el próximo 25 de mayo?
-No sé si para romperla, pero estoy preparada. Es que, repito, nunca pensé en tener tanta trascendencia, algo que estoy percibiendo recién ahora por los llamados, las entrevistas y la movida que generó todo esto. En cuanto al certamen próximo, sé que soy la mayor, pero no me preocupa. Para nada, al contrario.
-En caso de ganar nuevamente, ¿dónde sería la próxima elección?
-De la elección del 25 en CABA saldrá la ganadora para competir en México, en la final, es decir, la Miss Universo verdadera. La elegida entre todos los países.
-¿Fantaseás con ser coronada en México?
-Lo digo en voz alta y no. Ni siquiera puedo creer haber llegado hasta acá.
Hija mayor de una inmigrante italiana y un funcionario provincial
Alejandra Marisa cuenta que su segundo nombre es herencia materna. Su mamá, Marisa Koeschken, fallecida en 2017, era una inmigrante de un pueblo del norte de Italia llamado Fiume que, más tarde, luego de la Guerra, pasó a ser de Croacia y a nombrarse Rijeka. La familia se instaló en La Plata, cerca del bosque.
Su papá, Benjamín, era oriundo de América, provincia de Buenos Aires, y llegó a “la ciudad de las diagonales” para estudiar Veterinaria.
Allí, muy cerca de la Facultad, Benjamín conoció a Marisa, que vivía en la zona. Se casaron y poco después se mudaron a Brandsen donde, por entonces, había una gran producción lechera y muchas oportunidades de trabajo.
“Empecé el colegio en Brandsen, vivimos allá hasta mis 6 años. Luego, ya en La Plata, mi papá fue ministro de Asuntos Agrarios provincial. Soy la mayor de mis hermanos y aunque no estamos tan lejos, no vivimos en la misma ciudad. Desde que mi mamá murió ni siquiera puedo mirar sus fotos. La extraño muchísimo”, señala.
En la vida diaria, Alejandra dice que hace cosas normales. Además de trabajar sale a trotar a por un parque cercano a su casa y le encanta salir con amigas a algún bar a escuchar música o al cine.
En su cuenta de Instagram da detalles sobre su cuidado personal. “Acostumbra salir a caminar, hacer actividad física, consumir comida sana, preferentemente orgánica, y también cocinar siguiendo esas pautas. Le hace feliz viajar para descubrir nuevos paisajes, personas y culturas”.
“Me gusta el tango, la música latinoamericana y también el folklore. Soy una privilegiada por las amigas que fui cosechando a lo largo del tiempo. Me emociono cuando hablo de ellas, tengo varios grupos y todas valen oro. Ellas son mi gran sostén, mi contención”, confiesa.
Fuente: Cecilia Corradetti, La Nación.