La TV de entonces como los celulares de hoy no son malos per se, el problema reside en la relación que se establece con los objetos, es decir, el lugar que esos objetos vienen a ocupar en la vida de los niños. La pregunta a hacer es: ¿Se toman los adultos el tiempo necesario para conocer las apps y los sitios web donde los niños navegan? ¿Los acompañan en el uso de la tecnología, los ayudan a discriminar y entender toda esa información que circula y a la que tienen acceso?
Los objetos seguirán existiendo y muy posiblemente vendrán nuevos y más sofisticados. Como psicoanalista pienso que esos objetos no pueden reemplazar al vínculo humano, los padres y adultos encargados de la crianza son las personas indicadas para mediar en la relación de los niños y la tecnología, justamente para que aquello no se convierta en una adicción. No siempre los padres saben cómo hacerlo y una respuesta fácil puede ser la prohibición. Sin embargo, no se trata de prohibir sino de mediatizar el uso, hacerse presente y acompañarlos.
*La licenciada Agustina Fernández, es psicoanalista, miembro de Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), especialista en adolescentes.
Fuente: Ámbito