Energía positiva: qué hacer para activar las ondas cerebrales que logran que una persona “vibre alto”

La cimática estudia las vibraciones u ondas de sonido y ha sido objeto de análisis por los estudiosos más reconocidos de la historia; cómo se la puede usar a favor


El pasado fin de semana se realizó Origen, un Congreso Internacional de ciencia, espiritualidad y medicina del futuro. A través de charlas y exposiciones, 26 referentes y profesionales locales e internacionales de distintas áreas relacionadas con la salud, la biología y la astrología profundizaron sobre herramientas de autogestión y el despertar de la consciencia. Entre ellos, el investigador argentino Juan Pablo Francolini, especialista en energías y frecuencias, expuso todos sus conocimientos sobre la ciencia de las vibraciones y cómo estas son indispensables en la realidad humana.

La cimática es el nombre que se le da al estudio de las vibraciones u ondas de sonido sobre la materia, ya sea agua, aire o incluso el propio cuerpo. Según Francolini, este tipo de análisis es importante porque las vibraciones son algo abstracto que no pueden ser percibidas a simple vista, sin embargo “son parte de la metafísica -rama de la filosofía que estudia la naturaleza, estructura, componentes y principios fundamentales de la realidad-”, dice. Y recalca que incluso, estas observaciones sobre la realidad no son nada novedosas ni modernas, sino más bien antiguas.

De hecho, una de las primeras personas en registrar que un cuerpo desplega patrones irregulares fue Galileo Galilei, astrónomo, ingeniero, matemático y físico italiano, relacionado estrechamente con la revolución científica en la época del Renacimiento. “Él demostró que los planetas giraban y que la naturaleza está repleta de formas geométricas. La geometría es el sello de la inteligencia que hay detrás de todo, si no hubiera este orden todo sería un caos”, señala el especialista.

Una de las primeras personas en registrar que un cuerpo desplega patrones irregulares fue Galileo Galilei, astrónomo, ingeniero, matemático y físico italiano, relacionado estrechamente con la revolución científica en la época del Renacimiento
Una de las primeras personas en registrar que un cuerpo desplega patrones irregulares fue Galileo Galilei, astrónomo, ingeniero, matemático y físico italiano, relacionado estrechamente con la revolución científica en la época del Renacimiento

En el siglo pasado, Albert Einstein se dio cuenta de que los átomos presentes en los sólidos vibran debido a su energía térmica. El científico asumió y coincidió con la Ley de la Vibración que establece que todo lo que existe en el universo, ya sea visible o invisible, cuando se descompone y es analizado en su forma más básica, consiste en energía pura y existe como una frecuencia o patrón vibratorio. Por ende, los átomos, las partículas subatómicas y las moléculas vibran. Tras analizar y ver los fundamentos de esta teoría, Einstein dijo una de sus frases más destacadas: “Todo en la vida es vibración”.

Las vibraciones y la energía como pilares para mejorar la salud

Más adelante, en 1992, el biólogo Bruce Tainio realizó un estudio de la frecuencia vibratoria del cuerpo humano y llegó a la conclusión de que un cuerpo que se encuentra sano tiene una frecuencia vibratoria durante el día de 62 a 72 MHz -unidad de medida de la frecuencia de las ondas- y que cuando esta misma se reduce en una persona su sistema inmunológico se ve comprometido.

««Si quieres entender el Universo, piensa en términos de frecuencia, energía y vibración.»»

-Nikola Tesla

Por ende, se puede inferir que a mayor consciencia de estas frecuencias vibratorias en el universo y en el cuerpo, uno puede alcanzar un estado superior de bienestar e incluso -según Francolini- mejorar la calidad de vida.

Las frecuencias vibratorias y la energía no solo se emanan del cuerpo sino que también se encuentran dentro de este. Justamente, en el cerebro existen cuatro tipos de ondas cerebrales (Beta, Alfa, Theta y Delta) con diferentes frecuencias y características. Las ondas cerebrales más rápidas (Beta) corresponden a una conciencia de menor frecuencia y a un estado de alerta, mientras que las ondas cerebrales más lentas se corresponden con un estado de conciencia más abierto y elevado ( Delta). Las ondas Alfa se caracterizan por ser menos rápidas que las Beta y representar un estado de tranquilidad y atención; las Theta son las previas a las Delta, son muy lentas y aparecen en estados meditativos, de sueño y con la pérdida de noción del tiempo.

De esta manera, los mayores estados de relajación y tranquilidad en los que puede estar el ser humano son en Delta y Theta. Para Francolini, a estos se puede llegar con prácticas de meditación, reflexión respiración y relajación.

Otra manera de ponerse en sintonía con las frecuencias y las energías es hablándole al agua. Masaru Emoto, es un doctor, autor y profeta japonés que asegura que el agua es “el alma del universo” y que su estructura molecular tiene la capacidad de registrar las vibraciones de sonidos, colores, formas, palabras, emociones y pensamientos. Por eso mismo, según ha demostrado el Dr. Emoto en varias investigaciones, el agua graba las intenciones que se le piden y las devuelve gracias a su poder para captar y sintonizar vibraciones.

En sus experimentos, Emoto demostró que cuando al agua se le muestra una palabra/imagen/sonido, esta lo recibe como una vibración y expresa el mensaje de una forma específica. De esta manera, cuando el agua era expuesta a palabras lindas como “gracias, amor o paz”, sus moléculas congeladas formaban preciosos cristales geométricos. Y de manera contraria, cuando se la sometía a palabras de odio o a sonidos de heavy metal, sus moléculas no lograban expresarse en una forma armoniosa sino que representaban una imagen de caos.

Fuente: Victoria Vera Ziccardi, La Nación