Una pandemia puede paralizar países pero en el ámbito íntimo, el Covid-19 también está generando numerosos quiebres y transformaciones. Porque sucedan en lo imperceptible de lo cotidiano, no hace que sean menos desestabilizantes. En este sentido, con el aislamiento, muchas parejas vieron sacudida su dinámica, intensificados los miedos o el estrés, y ampliada la superficie de contacto. ¿Cómo se vive la convivencia en pareja (o la separación forzada) en tiempos del Corona?
“Al desafío de reorganizar nuestras vidas para permanecer en casa, debemos sumarle el de desear en épocas de coronavirus. Un enemigo invisible que intervino los planes y las dimensiones del tiempo y del espacio a través de la inmediatez de la supervivencia. Nos obligó a hacer un parate y a reconfigurar todo. Eso puede hacer que algunos precipiten decisiones, otros las demoren o incluso destruyan proyecciones. La diferencia estará en los recursos internos con los que cuenta cada uno para dosificar la ansiedad y la contención del contexto que haya”, explica la psicóloga Teresa Crivaro.
“Las parejas contemporáneas no estamos acostumbradas a convivir 24-7 y eso por momentos es un poco difícil de tolerar ya sea por defectos o simplemente cuestiones que normalmente cuando a uno le molestan tiende a tener un mecanismo de evitar, hacer espacio, dedicarse a otra cosa. Acá como el espacio y el tiempo están alterados puede ponerse como muy intenso. Creo que lo que uno puede hacer es un poco tratar de clarificar el diálogo. Surgen mucho malos entendidos”, se sincera Silvina (59), quien convive con Willie (68) en un departamento de Villa Urquiza.
La sociabilidad en general, que afecta nuestro bienestar emocional, se ve alterada. Aunque habría que agregar que en un contexto en el que lo que se reduce es también el espacio físico, es entendible y hasta natural angustiarse o enojarse. Ni hablar de una baja en la libido. “Hay una obviedad que debemos mencionar: no es normal lo que estamos viviendo, por lo tanto no podemos exigirle mucho más al sujeto cuando lo más elemental de su existencia está amenazada. Lo que está bien y lo que está mal es distinto en épocas de guerra”, apunta Crivaro.
Y si encima uno estaba volviendo de un viaje, sumado al estrés y las burocracias que amerita la situación por temas de seguridad y salud pública, la cosa se puede complicar aún más. “La veníamos piloteando bien. Yo creo que en realidad nos saturamos porque venimos de 15 días juntas de vacaciones. Con sus cosas buenas y malas, obvio. Volvimos y nos encerramos juntas de nuevo, desde hace un mes ya. En un departamento de 30 metros cuadrados”, cuenta Eliana (28). “Ella necesita estar haciendo cosas todo el tiempo, tenemos que estar en contacto. Y no. Que estemos en cuarentena no significa que tengamos estar haciendo del tiempo siempre algo productivo. Anoche me dijo: ‘Gordi, no me hablaste en todo el día’. Yo necesito espacio y silencio”.
Para parejas separadas en buenos términos, amigovios o relaciones flexibles, la posibilidad de pasarlo con alguien es una opción para nada despreciable. Aún si el arreglo puede parecer un poco extraño. O al menos así lo pensaron Juliana (31) y Damián (30). “A finales de enero nos terminamos de separar, él se fue a vivir a lo de un amigo y hasta ahora nos veníamos viendo cada tanto, no se sabía que iba a pasar, él estaba por irse a vivir a San Juan. El jueves cuando vimos la cadena nacional, le escribí para ver qué iba a hacer porque no iba a poder viajar y además porque se había olvidado el registro de conducir en mi casa. Así que eso fue la excusa para que viniera, y ahora estamos acá en cuarentena juntos”, relata Juliana, que incluso planea filmar la convivencia para una serie titulada “Cuarentena con mi ex”.
¿Experimento psicológico, ejercicio de supervivencia o simbiosis pragmática para afrontar la pandemia? Quizás un poco de cada cosa. “Es raro, es como la ‘no luna de miel’. Lo tomamos como un juego por ahora”, dice ella mientras pasan los días entre rutinas de limpieza, juegos de mesa y clases de yoga en un departamento de un ambiente.
Para otros la convivencia que fue decidida y planeada, se enriqueció con este nuevo contexto. Belén(29) venía conviviendo pero conservaba su alquiler. “Mando el mail rescindiendo contrato y unos días más tarde nos encierran en casa. Un poco temblé. Cuando empezamos a salir hacíamos honor a nuestra soltería. Fans del espacio privado. Aunque la relación fuera genial siempre había chistes con un dejo de nostalgia. Esta situación no hizo más que reforzarnos en la decisión de encarar un proyecto común. Una vez al día alguno desaparece por algún lugar de la casa un rato. Creo que la cuarentena sólo intensifica lo que ya estaba ahí”.
A la distancia también
Lo cierto es que si los síntomas de malestar de una pareja precorona pueden exacerbase con la convivencia forzada y el estrés, la distancia también tiene sus beneficios para aquellas duplas en crisis, ofreciendo una chance para reconectarse. “Yo vivo en Vicente López, ella en Parque Chacabuco y nos enganchó cada uno en su casa”, cuenta Mariano (38), quien reconoce que estando a punto de cortar, la relación mejoró. “Estamos sobreviviendo con mucha videollamada, incorporamos otros métodos de comunicación para mantenernos en contacto, almorzamos y cenamos juntos pero a la distancia. Estábamos por tomarnos un tiempo, porque ella estaba más en otra, pero con esto de la cuarentena me llama y escribe todos los días, sexting. Intento no entusiasmarme mucho”
“No debemos encontrar en la cuarentena la excusa para hacernos los tontos con lo que sabemos que tenemos que cambiar. Esta es una pausa forzada, pero lo que debemos mantener vivas son las preguntas que nos llevan a pensar quiénes somos, dónde estamos, qué estamos haciendo. Al trabajo de planificar las compras podemos sumarle el de mantener la llama que nos mantuvo despiertos hasta antes de este pausa forzada”, cierra Crivaro.
“Poscuarentena veremos cómo sigue”, es una frase que se escucha cada vez más seguido. Lo que no imaginábamos era que también íbamos a estar hablando de nuestras parejas.
Fuente: La Nación