En la cumbre de la física mundial: un matrimonio argentino ganó la prestigiosa Medalla Dirac

Marina Huerta y Horacio Casini lograron la más importante distinción a la que puede aspirar un físico teórico, más allá del Nobel

Marina Huerta todavía no lo puede creer. Desde ayer es una de las científicas consagradas con la Medalla Dirac, la más importante distinción a la que puede aspirar un físico teórico, más allá del Nobel. Y la obtuvo junto a Horacio Casini que, además de otro brillante investigador, es su marido. Trabajaron de manera entrelazada desde que se conocieron en el Instituto Balseiro de Bariloche –hace casi 25 años– en el campo del entrelazamiento cuántico, un terreno de la física de partículas resbaladizo y abstracto, pero en el cual abrieron un camino que otros grandes de la disciplina han seguido desde su primer trabajo en 2004.

Ni Huerta ni Casini –además de docentes del Instituto Balseiro son investigadores del Conicet en el Centro Atómico Bariloche de la Comisión Nacional de Energía Atómica– tenían idea de que lo ganarían hasta que llegó el mail que los transformó.

“Es una especie de reconocimiento a la carrera, un poco, y a un resultado en particular, pero no se entrega inmediatamente al resultado. Hace falta tiempo para ver la trascendencia, y eso lo marca la inspiración para otras personas, porque la ciencia en definitiva es un trabajo colectivo”, dijo Huerta en diálogo con LA NACION desde Bariloche, antes de juntarse a brindar con colegas y empanadas mendocinas.

Marina Huerta y Horacio Casini
Marina Huerta y Horacio CasiniMarion Prieto / Prensa Instituto

El premio consta de un monto de dinero más bien simbólico (US$5000) si se compara con el millón de dólares del Nobel, además de la medalla física en la sede de la institución que la entrega, el Centro Internacional de Física Teórica o ICTP en Trieste, en abril del año próximo. El galardón lo comparten los argentinos con una dupla de japoneses que siguieron el trabajo seminal de la dupla nacional: Shinsei Ryu (Universidad de Princeton, Estados Unidos) y Tadashi Takayanagi (Universidad de Kyoto, Japón).

Los cuatro “han hecho contribuciones pioneras a la comprensión de la entropía cuántica en la gravedad y la teoría de los campos cuánticos”, según informó el ICTP. El comité de selección de la Medalla Dirac (que recuerda a Paul Dirac, el inglés que fue uno de los pioneros de la cuántica) estuvo conformado por dos premios Nobel, entre otros científicos de prestigio, todos medallistas anteriores.

“Este premio es mérito de Casini y Huerta, y los pone en la cima de la física”, dijo Pablo Mininni, ex director del departamento de física de la UBA. “Para dimensionarlo, muchos ganadores de la medalla Dirac luego ganaron el Nobel. Para el país, habla de la excelencia de la ciencia argentina. La ciencia se hace en un contexto, y no hay éxitos aislados. El desafío es mantener la excelencia y generar vocaciones en un contexto difícil. Es muy bueno que Casini y Huerta estén en una institución como el Balseiro que enseña y forma físicos, porque eso permite multiplicar el conocimiento, y espero que esto muestre el apoyo que necesita el”, agregó el director del Instituto de Física Interdisciplinaria y Aplicada (INFINA, UBA/Conicet).

El trabajo

Las investigaciones de Huerta y Casini son enteramente teóricas y lo que hicieron, según cuenta la propia científica, fue unir conceptos de dos áreas potentes dentro de la física de partículas (que estudia las propiedades de la materia a nivel subatómico): la teoría de la información cuántica por un lado y por otro la de la física de altas energías. “Lo novedoso fue unir ambos. Al tratar de buscar propiedades pudimos demostrar ciertos resultados que se sospechaban pero que no se había podido demostrar: la entropía de entrelazamiento”, dijo. Era algo que se conocía pero en otros escenarios, no en la teoría cuántica relativista. Ese fue el aporte que abrió un campo entero.

Básicamente, el entrelazamiento es un fenómeno que asustó a Einstein porque implica que dos partículas tienen conocimiento instantáneo de lo que le pasa a la otra, es decir, están entrelazadas, no importa cuán alejadas estén una de otra. El genio de Ulm no lo creía posible, sino un error porque nada es instantáneo debido al límite de la velocidad de la luz (que es altísima, pero no infinita). Lo que hizo que pensara Einstein que la cuántica estaba mal o como mínimo incompleta.

Marina Huerta y Horacio Casini
Marina Huerta y Horacio CasiniMarion Prieto / Prensa Instituto

“El que nosotros estudiamos”, sigue Huerta, “es el entrelazamiento del estado de vacío para regiones. Medimos el entrelazamiento entre el interior de una región y el exterior a través de la entropía. Sorprendentemente, en el caso cuántico, la entropía del vacío para una región es distinta de cero y eso nos indica la presencia de entrelazamiento entre el interior y el exterior”. Es más, este concepto permite hallar nuevos resultados y reinterpretar otros ya conocidos.

El primer trabajo en este sentido lo hicieron Huerta y Casini en una estadía de posdoctorado en Trieste, en el mismo lugar donde recibirán la medalla dentro de nueve meses. Entre los físicos que siguieron este camino está Juan Martín Maldacena, otro argentino, que trabaja desde hace años en Princeton, Estados Unidos (Maldacena obtuvo la Dirac en 2008; el otro argentino galardonado, en 2020, fue Miguel Virasoro).

¿Alguna consecuencia práctica, alguna tecnología que se pueda derivar de tanta teoría? “No, ninguna”, dice rápidamente Huerta. “Lo nuestro es física fundamental. Es forjar un conocimiento básico, como la cosmología o los agujeros negros. Así que no, pero nunca es un no rotundo. A veces hay descubrimientos que tienen que ver con una búsqueda de una aplicación y a veces el conocimiento lo precede y tarda muchos años en encontrarse una aplicación. Los que fundaron la mecánica cuántica no pensaron en aplicación alguna y sin embargo ahora con los años es lo que nos permite entender muchas cosas”, agregó.

La vida personal

Huerta, porteña, y Casini, rosarino, se conocieron en Bariloche durante sus respectivos doctorados en física. Luego, tuvieron un recorrido largo en centros de investigación europeos de Inglaterra, Francia (el hijo mayor de la pareja nació en Marsella) e Italia. Volvieron al país con la beca de repatriación que tenía el Conicet en 2005 y se reinstalaron en la Patagonia. “Los intereses comunes hacen parte de nuestro vínculo y por cierto llevamos el trabajo a casa, pero eso no es todo en nuestra pareja por supuesto”, señala.

“Hay obsesiones que se instalan. Y si tenés a alguien disponible que entiende el lenguaje y las preguntas que querés resolver, la tentación de seguir la charla está siempre presente”, concluyó Huerta, que ya se prepara para las charlas y entrevistas que dará en Italia como parte del evento de premiación.

Fuente: Martín De Ambrosio, La Nación