Una buena parte del planeta celebra, desde hace cientos de años, el día del nacimiento de Jesús el 25 de diciembre. El hijo de Dios hecho hombre, de acuerdo con la fe cristiana, fue dado a luz por María en un pesebre del pueblo de Belén de Judea en esa fecha, en la que actualmente se festeja la Navidad, una celebración que, más allá de lo religioso, comparten hoy creyentes y no creyentes alrededor de la Tierra.
Además, la llegada al mundo de quien es considerado por el culto católico como el Mesías produjo un quiebre en el conteo de la historia. Nacido hace más de 2000 años, Jesús partió la cronología humana en un antes y un después de Cristo.
Claro que todo lo resumido hasta aquí acerca de la fecha y el lugar donde Jesús vio por primera vez la luz del día corresponde básicamente a la tradición religiosa. En términos históricos, algunas cuestiones son diferentes.
Lo cierto es que, más allá de la riqueza insuperable del relato bíblico, con la visita de los Reyes Magos, la estrella de Belén, el calor de los animales del pesebre al recién nacido, el saludo de los pastores alborozados con la llegada del Salvador, resulta interesante profundizar en la realidad histórica de ese momento vital para la humanidad. Esto, sin ir en detrimento de las creencias de cada uno.
Jesús nació antes de Cristo
El nacimiento de Jesús está presente en dos de los cuatro Evangelios del Nuevo Testamento, el de San Mateo y el de San Lucas. Escritos en el año 80 de nuestra era, estos relatos sobre la vida de Jesús no buscaban hacer centro tanto en las referencias biográficas de Cristo como en la difusión de su mensaje. Además, en aquel tiempo tampoco se le daba la menor importancia a las fechas en que nacían las personas.D
«No era preocupación de los antiguos judíos, ellos no festejaban los cumpleaños. Las dos veces que la Biblia menciona estas celebraciones pertenecen a ‘extranjeros’: un faraón Egipcio y el tetrarca Herodes Antipas«, dice, en diálogo con LA NACION, el sacerdote Luis Rivas, profesor emérito de Sagradas Escrituras en la Facultad de Teología de la Universidad Católica Argentina (UCA).
«En los evangelios de Lucas y Mateo no hay ninguna precisión del día ni el año del nacimiento de Jesús -agrega Rivas-. Mateo indica que nació en tiempos del rey Herodes. Por los datos que se conocen, este gobernante, que era vasallo de Roma, gobernó entre los años 37 y 4 antes de Cristo».
De acuerdo a lo que manifiesta el especialista en escrituras sagradas, el evangelio dice que Herodes murió cuando Jesús era niño, por lo que es posible establecer su nacimiento entre los años 6 o 7 antes de la era cristiana. Es decir que Jesús nació alrededor de un lustro antes de lo que hoy se considera el año cero.
En el relato de Lucas también se habla de la existencia de un censo, que hace que la pareja de José y María, embarazada de Jesús, se traslade del pueblo galileo de Nazareth, donde vivían, a Belén. Ese habría sido el motivo por el cual Cristo vino al mundo en ese lugar de Judea y en un pesebre, porque todos los alojamientos estaban abarrotados de gente que viajaba para censarse.
Pero resulta que el censo mencionado en las escrituras, decretado por el emperador romano Augusto Octavio y organizado por el rey de Siria Quirino, sucedió unos años más tarde de la fecha del nacimiento del niño, cuando Jesús ya tendría unos 10 años.L
«El censo fue cuando el emperador remueve a Arquelao, el hijo de Herodes, y Judea pasa a ser una provincia romana. Esto fue en el año 6 después de Cristo y quedó en la memoria de los judíos porque ese acto fue como una sujeción de ese pueblo al poder romano y hubo revueltas que los soldados imperiales reprimieron con sangre», dice Rivas.
¿Nació Jesús en Belén?
Este hecho hace que el origen de Jesús en Belén sea «discutible», en palabras de Rivas, porque a Cristo se lo conoció siempre como «Jesús de Nazaret», una población que se presenta en los evangelios como «la patria del Señor» y que está a unos 150 kilómetros al norte de Belén. De todas formas, no se descarta que efectivamente haya nacido allí y después se fuera a vivir a Nazaret.
Más allá de la realidad histórica, la explicación por la cual Lucas y Mateo sitúan el nacimiento en Belén tiene que ver con que esa era la tierra del Rey David, el rey de los judíos por excelencia. «Los autores de los Evangelios, al decir que Jesús nació en Belén, entre pastores (David era pastor), han presentado a Jesús como el nuevo y verdadero David, el Rey que vino a instaurar el Reino de Dios», señala Rivas.
El especialista agrega que los evangelistas además incorporan a Cristo en la línea genealógica de David y de Adán para introducirlo en el linaje humano, una manera de graficar que es el hijo de Dios que se hizo hombre.
Los Santos Inocentes
En este sentido, hay otro episodio relacionado con el nacimiento de Cristo que también se emparenta con una figura trascendente del Antiguo Testamento. Es el hecho conocido como «la matanza de los Santos Inocentes«, cuando el rey Herodes, alertado por los Reyes Magos de que ‘un rey’ había nacido en Belén, ordenó asesinar a todos los infantes menores de dos años de ese pueblo, para evitar que creciera aquel que podría eclipsar su poder.V
No hay registros históricos de esta matanza y está puesta en duda por los estudiosos de las escrituras. Lo que sí es fehaciente es que Herodes era un rey cruel, que incluso llegó a asesinar a alguno de sus hijos para que no le quitaran el trono. Pero el relato bíblico de los «Santos Inocentes», de acuerdo a Rivas, «es un calco del libro del Éxodo cuando en Egipto el faraón ordena matar a los niños judíos y solo se salva Moisés, que fue luego el salvador de su pueblo». «Es un dato para la fe: Jesús es el verdadero Moisés, que va a salvar al mundo, no solo al pueblo de Israel», sostiene.
En la perspectiva de este teólogo, los relatos de la infancia de Jesús en los Evangelios no fueron escritos solo para que se conserven sus recuerdos biográficos, sino sobre todo para ilustrar y alimentar la fe de los lectores. «El creyente recibe una predicación elaborada por un autor inspirado por Dios que le explica quién es Jesús y cómo se cumplen en Él todas las promesas y expectativas del Antiguo Testamento», expresa Rivas.
25 de diciembre: nacimiento del Sol invicto
Ahora bien, queda pendiente el por qué de que se haya instaurado el 25 de diciembre como el día exacto del nacimiento de Jesucristo. Esto tiene que ver básicamente con la imposición de las referencias cristianas por sobre las tradiciones paganas, o de antiguas divinidades.
«Cundo el emperador romano Constantino, en el siglo IV, admitió el cristianismo como religión lícita del imperio se tomó para lo que es la Navidad la fiesta que era la ‘del nacimiento del Sol’, que es en la fecha del solsticio de invierno en el hemisferio norte, la jornada en que la noche es más larga y el sol está más lejos de la tierra pero empieza a acercarse», explica Rivas.i
En la celebración de entonces el nombre de lo que se conmemoraba era exactamente «el nacimiento del Sol Invicto«, y la gente se juntaba a esperar la llegada del amanecer para ver la salida del astro rey. Un hecho que, con algunas diferencias, se trasladó a la idiosincrasia de buena parte de occidente, que se reúne en la Nochebuena a aguardar y a celebrar la venida de Jesús.
En principio sería así, aunque actualmente las fiestas tomaron un cariz que va más allá de lo religioso, donde la estrella principal no siempre termina siendo el niño Jesús. «Es lamentable que entre nosotros se va haciendo común la idea de que Papá Noel es la figura principal de la Navidad. Si se le pregunta a un niño qué es la Navidad, no será extraño que responda: ‘La fiesta de Papá Noel’. Y eso sucede, tristemente, también en algunas familias católicas», se queja el teólogo.
Se establece el antes y después de Cristo
En cuanto al establecimiento del nacimiento de Jesús como el año de inicio de lo que hoy conocemos como «nuestra era», tiene que ver con un encargo del Papa Juan I a un monje llamado Dionisio y conocido como el Exiguo.El gasómetro alemán de la General Paz: los secretos del icónico edificio de Buenos Aires
Sucedía que, para principios del año 500, cada pueblo del imperio romano tenía su propio calendario, lo que generaba una confusión muy grande que impedía establecer unidad de criterios en cuanto a la medición del tiempo. Fue por ello que Dionisio, que además de monje era un erudito y experto en cálculos astronómicos, se concentró en la tarea de fijar un punto de referencia como para comenzar a contar la historia. Y ese mojón lo situó en el nacimiento de Jesús.
«Dionisio hizo la concordancia y puso una fecha aleatoria. Para el año 532 estableció el calendario, pero se confundió porque puso como nacimiento de Cristo una fecha cuatro años posterior a la muerte de Herodes«, señala Rivas.
Según un artículo escrito en el sitio de historia Desperta Ferro por el biblista y filólogo español Javier Alonso López, la confusión en los años que tuvo este monje de origen escita se relacionó con que los judíos contaban los meses de acuerdo a la luna, y los años lunares son más breves que los años solares. Por ello, la asincronía en este tipo de conteo anual produjo la diferencia entre el nacimiento de Cristo y el considerado año de inicio del llamado Anno domini.
Pero lo cierto es que la nueva marca histórica establecida por este monje, aún equivocada y desfasada de los relatos bíblicos, fue admitida en los siglos siguientes por las diferentes iglesias cristianas, y con el tiempo se convirtió en referencia cronológica universal. Gracias al aporte de Dionisio, lo que ocurrió, ocurre y ocurrirá en el mundo tuvo, tiene o tendrá lugar antes o después de Cristo.
Para finalizar, es bueno realizar una diferenciación entre lo que es el calendario civil y el litúrgico. El primero se ocupa de fijar las fechas de los aniversarios de acuerdo a los acontecimientos históricos. El segundo, en cambio, más relacionado con la religión, no celebra tanto el día en sí sino el misterio ocurrido, lo que esa fecha representa. En este último caso, entonces, no es fundamental que los hechos respondan con precisión a una verdad histórica.P
«Lo importante es ubicarse en el hecho de la llegada del Salvador y revivir ese momento. No es el cumpleaños de Jesús, es volver a colocarnos en la situación del nacimiento del Señor y lo que significa eso para la vida de cada uno», concluye Rivas.
Fuente: Germán Wille, La Nación