En cualquier lugar donde haya un cubo de Rubik, es irresistible el desafío de tomarlo y empezar a hacerlo girar, a veces con táctica y otras veces sin estrategia. Aunque parezca increíble, este pequeño objeto tiene mucho para enseñarnos sobre liderazgo e inteligencia emocional, especialmente en tiempos de home office.
Está ahí, con sus colores brillantes, mezclados y distintivos. Es casi hipnótico ver a alguien manipulándolo con total concentración. Y es emocionante cuando nosotros mismos logramos encajar, al menos, una cara completa.
En 2020, el cubo cumple 40 años. En esencia, es un rompecabezas mecánico tridimensional creado por el escultor y profesor de arquitectura húngaro Ernő Rubik en 1974. Lo licenció a Ideal Toys en 1980 y desde entonces comenzó su camino de expansión, todavía vigente.
Popularmente conocido como ‘cubo mágico’, se lo considera el juguete más vendido del mundo, con unos 500 millones de piezas. Según la guía Guiness de los Records, el formato original es de 3 x 3 x 3 cubos. Con el paso de los años, surgieron otras versiones: desde un formato megamix (dodecaedro, 12 caras) hasta una pirámide, un reloj (en dos lados, cada cara con 9 relojes para alinear) e incluso el francés Grégoire Pfennig hizo un cubo de Rubik de 33 x 33 x 33: es el cubo mágico de mayor tamaño, con 6.153 piezas.
Las 7 lecciones clave del cubo mágico para ser un líder exitoso en home office
1 – El juego plantea un objetivo común
Se trata de alinear cada cara del cubo. En el equipo esto se define como propósito hacia la meta que queremos alcanzar. Un team con objetivos claros y un marcado espíritu de colaboración basado en el auténtico liderazgo de influencia produce mejores resultados.
2 – Cada pieza es diferente y valiosa
Las individualidades hacen al conjunto, cada una suma y tiene valor en la obtención del resultado final. El rol del líder es apreciar esas diferencias y lograr conciliarlas cuando haya desvíos con el fin de reencauzarlas sin perder de vista el objetivo final.
3 – El cubo es un sistema
El cubo no funciona si le falta una pieza, si es defectuosa o si se traba: todo eso impide realizar la acción necesaria. Lo mismo sucede en los equipos. En sí mismo, el movimiento, la sinergia, la estrategia y la habilidad del líder para dar el impulso correcto es lo que provocará el resultado esperado.
4 – Todas las piezas están enlazadas
En el cubo cada pieza se eslabona con las demás y al moverse, producen un resultado completamente diferente.Sucede lo mismo al trabajar junto a otros, donde el impacto individual influye en todos. La cohesión es fundamental sobre todo en momentos de incertidumbre, como durante la pandemia por coronavirus. Esa comunión produce el resultado basado en la confianza, el aporte, la creatividad y la colaboración.
5 – Cada movimiento individual afecta al conjunto
Tal como sucede en un equipo, el desempeño individual es directamente proporcional al éxito del team: cuando hay jefes muy fuertes, egocéntricos y desconectados emocionalmente, los equipos se desgastan.
6 – Las piezas se mueven con pensamiento estratégico
Mediante el movimiento y el pensamiento focalizado en la solución, la dinámica del cubo invita a aprender sobre cómo la cercanía entre los miembros de una organización tiene un impacto directo en la forma en que se llegará al resultado. En cuanto al líder, observa, analiza, siente, y actúa guiando las piezas y motivándolas en el alineamiento que se busca alcanzar.
7 – El engranaje necesita buena comunicación para funcionar
Un aspecto estratégico para el buen funcionamiento de cualquier equipo es la comunicación. En sí misma, es un sistema que tiene códigos, símbolos, representaciones. Si lo verbal, lo no verbal, los rituales y el flujo de información que circula son los apropiados, se logrará que el equipo pueda alcanzar de mejor forma la meta. De lo contrario, el funcionamiento se verá afectado y, por lo tanto, será deficiente.
Fuente: El Cronista