«Ô Bicho!» es una expresión usada en portugués para aludir a algo increíble. Así se titulaba la gigantesca instalación que el artista carioca Ernesto Neto realizó con tela y especies para la muestra curada por Harald Szeemann en los Arsenales de la Bienal de Venecia, en 2001, mientras representaba además a su país junto con Vik Muniz en el pabellón brasileño. Cerca de allí, en la sede central del correo próxima al puente de Rialto, Leandro Erlich hacía lo propio con Graciela Sacco. Al igual que Neto, el argentino sorprendió con otra obra increíble: una pileta que producía la ilusión de poder vivir bajo el agua.
Mientras tanto, en Buenos Aires, el empresario Eduardo Costantini también hacía algo «Ô Bicho!»: inauguraba el Museo Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), que se convertiría en uno de los más destacados de la región. Y que este año dedicará a Erlich y a Neto dos de las principales muestras de su programación.
Con una sólida carrera internacional, Erlich le debe al Malba gran parte de su fama porteña. No hubo taxista ni medio de comunicación que no mencionara su nombre en 2015, cuando realizó el gran truco de simular el traslado de la punta del Obelisco hasta la explanada del museo. Maestro de la ilusión, al año siguiente instaló en arteBA una obra que hacía desaparecer el propio reflejo sobre los espejos en el interior de un ascensor. También permitió al público local trepar y tirarse al vacío desde una fachada falsa en la Usina del Arte en 2012, justo cuando comenzaba el boom de la viralización de imágenes en redes sociales.
«Liminal» reunirá desde el 5 de julio, durante tres meses, trece piezas realizadas a lo largo de más de dos décadas, que ocuparán 1000 m2 del museo. Será el punto de partida de una itinerancia hacia otros países de América Latina y Estados Unidos, aún por confirmar.
El título de la muestra, curada por Dan Cameron, alude entre otras cosas al momento en que la realidad conocida ya quedó atrás y estamos ante el umbral de otra cercana, que aún representa un misterio. «Es un punto de inflexión, relacionado con la percepción. Me gusta esa palabra porque tiene varias acepciones, todas interesantes, y coincide con mi interés porque la obra tenga varios sentidos posibles», aclaró a LA NACION Erlich, que sólo montó una muestra de envergadura similar en 2017 en Japón.
Creador de las pelotas gigantes que rodaron por las avenidas porteñas durante los Juegos Olímpicos de la Juventud, Erlich se enorgullece de que sus obras no sean «herméticas». Y explica que su evocación de elementos reconocibles de la vida cotidiana busca invitar a «repensar aquello que conocemos y a tener un sentido crítico en relación con las cosas».
En este punto coinciden las obras de Erlich y Neto, que inauguró en 2011 el Faena Art Center con una megainstalación transitable tejida a crochet, colgada a varios metros del piso. Ambos artistas invitan al público a involucrarse e interactuar con sus piezas. Abandonar la actitud de mero espectador y abrirse a una experiencia física que involucre los cinco sentidos.
No sólo será posible tocar sino también meterse dentro de varias de las esculturas textiles que integrarán «Soplo», la muestra de Neto curada por Jochen Volz y Valeria Piccoli que llegará a fines de noviembre tras exhibirse en la Pinacoteca de San Pablo. «La interacción es una parte muy importante de su trabajo y un gran desafío para los museos por el deterioro que supone para las obras, pero no queríamos evadir el desafío», dijo Piccoli a LA NACION desde Brasil.
Agregó que la exposición abarca toda la trayectoria de «uno de los escultores activos más importantes de la actualidad», desde sus primeras creaciones de los años 80 hasta los proyectos que impulsa con la comunidades indígenas del Amazonas.
Como en Venecia, Neto sorprenderá en Buenos Aires con una gran pieza colgante que será lo primero que se vea al entrar al Malba. Aunque difícilmente supere el impacto que provocará Erlich en ese mismo espacio central, que deberá recrearse para alojar una de sus obras más famosas.
Eso es todo lo que se anima a adelantar Costantini. «Va a dar que hablar, pero no hay que crear tanta expectativa», sostiene, consciente de que será un desafío superar la repercusión mediática que tuvo el «robo» con guante blanco de la punta del Obelisco. Sin embargo, opina que es «imposible ser indiferente» a la obra de Erlich, un artista que «siempre va por más».
Igual que en 2015, el fundador del Malba mantiene ahora otro secreto bajo siete llaves: el nombre de la persona que asumirá la dirección artística del museo, tras la partida de Agustín Pérez Rubio hace ya casi un año. «Con una actitud optimista, el museo estaría cerca de poder anunciarlo», dijo Costantini a LA NACION, y aclaró que la demora en el reemplazo fue consecuencia de un largo proceso en el que se evaluaron las candidaturas de unas treinta personas. «Esa lista bajó primero a ocho, y ahora estamos hablando con una sola», aseguró sin dar más detalles.
En contrapunto con la monumentalidad de las muestras de Erlich y Neto, el Malba lanzará su programación en marzo con una muestra de fotografía moderna argentina. Curada por Facundo de Zuviría, «Mundo propio» reunirá unas doscientas obras -en su mayoría, copias de época- realizadas a lo largo de tres décadas por figuras destacadas como Horacio Coppola, Grete Stern, Annemarie Heinrich, Anatole Saderman, Sameer Makarius, George Friedman y Alicia d’Amico, entre otros grandes fotógrafos reconocidos a nivel mundial.
Por otra parte, el espíritu federal del museo se profundizará este año con la exhibición de «Yungas», exposición curada por Raúl Flores que presentará desde el 5 de abril la producción de seis artistas jóvenes de distintas provincias del país, y la itinerancia a Córdoba de la muestra » Sara Facio. Perón«. Esta última, alojada en el Malba el año pasado, se inaugurará en marzo en el Palacio Dionisi, en el marco del Congreso de la Lengua que visitarán los reyes de España.
Mientras tanto, para el año próximo ya se baraja la posibilidad de traer desde México una muestra de Remedios Varo, la pintora surrealista española que fue amiga íntima de Leonora Carrington y llegó a inspirar con sus obras el video Bedtime Story (1995), de Madonna. Muy a tono con los tiempos que corren.
Calendario 2019:
- Muestra: «Mundo propio. Fotografía moderna argentina 1927-1962»
Artistas: Horacio Coppola, Grete Stern, Annemarie Heinrich, Anatole Saderman, Sameer Makarius, Juan Di Sandro, George Friedman y Alicia d’Amico, entre otros
Curador: Facundo de Zuviría
Desde el 22 de marzo hasta el 9 de junio
- Muestra: «Yungas»
Artistas: Noelia Correa (Córdoba, 1984), Alfredo Dufour (San Juan, 1989), Benjamín Felice (Tucumán, 1990), Maia Navas (Corrientes, 1986), Sofía Noble (Tucumán, 1978), Damián Santa Cruz (Capital Federal 1984. Vive y trabaja en en Córdoba)
Curador: Raúl Flores
Fuente: La Nación