“Ola q tal? oy voy a tu ksa. TKM”. Indescifrable para algunos, nostálgico para otros. Los mensajes de texto ya casi quedaron extintos y aquellas compañías de celulares que antes cobraban por cada letra que se utilizaba -y que hacían que la comunicación se transformara en un verdadero código morse- hoy ofrecen paquetes con “todo incluído”. En el país el 60 por ciento de los celulares ya es 4G y eso provocó un cambio de hábito: las aplicaciones de mensajería instantánea y los mensajes de voz desplazaron a los SMS y cada vez se hacen menos llamadas.
A más de cuatro años de lanzado el 4G en Argentina (a comienzos de 2015), la red de Internet móvil de alta velocidad está en plena expansión, con el objetivo de llegar a los rincones más alejados del país. El Gobierno estima que, hacia octubre, el 95% de los habitantes ya vivirán en zonas cubiertas. La consultora Carrier y Asociados calculó en un informe de abril de este año que ya hay 29 millones de líneas móviles funcionando con celulares 4G, lo que representa un 60% de las 48 millones de líneas activas o en uso. Si se utiliza como base la cantidad de habitantes del país -que se estima en unos 44 millones- la penetración de 4G es del 66% de la población.
Para los usuarios, la chance de navegar hasta 10 veces más rápido que por 3G se tradujo en un fuerte cambio de hábitos de comunicación: por un lado, un uso más cotidiano e intensivo de las aplicaciones de chats y las redes sociales, que no generan cargos por mensaje; por otro lado, un retroceso acelerado en el uso de servicios móviles antes centrales, como las llamadas y SMS.
Según los últimos datos del Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom), en 2018 circularon 16.487 millones de SMS en el país: prácticamente la mitad que los 32.795 millones enviados en 2016, un tercio que los registrados en 2015 y un 87% menos que cinco años atrás. Las comunicaciones de voz tradicionales por red móvil, en tanto, venían creciendo hasta que en 2017, por primera vez, se registró una cantidad de llamadas menor a la del año anterior, y en 2018 la tendencia se profundizó, lo que arroja una caída del 15% en dos años equivalente a 173 llamadas menos por segundo hechas en 2018 respecto de 2016.
Como contracara, la demanda y el tráfico de datos móviles se multiplicó varias veces de la mano de un creciente intercambio de mensajes con audios, fotos y videos. Así por ejemplo desde la compañía de telefonía Personal cuentan que sus 12,2 millones de usuarios que ya tienen esta tecnología utilizan en promedio 3,2 GB de datos mensuales, cuando un año atrás ese número era de 2,3 GB: “El aumento fue siempre exponencial, se multiplicó por 11 el tráfico consumido desde el inicio hasta hoy. Los servicios que integran el top 3 de mayor uso de esos datos son los relacionados a la reproducción de video, streaming y file sharing (descarga de archivos)”, cuentan.
Desde Movistar informan que en la actualidad, más del 70% de sus clientes tienen equipos 4G, y su uso ya triplica el consumo de 3G. “Los clientes 4G tienen una experiencia superadora en el uso del móvil y muestran un consumo más intensivo de los servicios de datos, sobre todo en lo que respecta al consumo de video por streaming”. En cuanto a los servicios de llamadas, afirman que si bien el tráfico se mantiene en valores relativamente estables, se da una baja del 3% anual. En los mensajes de texto esa baja es más explícita: “El uso de los SMS cae a un ritmo constante, evidenciando la sustitución por aplicaciones de chat”, confirman.
Un ejercicio válido para entender estos cambios en el uso de los celulares es, por ejemplo, preguntar en una oficina a los compañeros del trabajo cuándo fue la última vez que enviaron un mensaje de texto. Las respuestas pueden ser diversas, pero en general no bajan «varios meses». En cuanto a las llamadas todavía no llega a ser tan profundo ese descenso, pero la posibilidad de poder hablar con mensajes de audio -y agarrar el celular como si fuera una tostada- o por los servicios que ofrecen las diferentes redes sociales (Facebook, WhastApp, Instagram), el modelo clásico empieza a quedar en desuso.
Para mejorar el servicio y la conectividad, las empresas insisten en que se deben colocar más antenas. Desde la Secretaría de Gobierno de Modernización de la Nación afirman que en los últimos dos años aumentó más del 150% el total de radiobases 4G desplegadas en el país, pasando de 7.600 a más de 20.000 y logrando una penetración del 58%: “A la par, el último día del 2018 se registró un aumento exponencial del consumo de datos de aproximadamente 250%, lo que permitió comunicación en voz y video sin precedentes”.
Las promos ahora se centran en los datos
El nuevo panorama que se abrió desde la expansión del 4G en Argentina cambió no sólo los hábitos de consumo por parte de los usuarios, sino también los paquetes que las empresas de telefonía ofrecen. Ahora todos apuestan fuerte al uso de los datos y a que la mensajería instantánea sea gratis.
A simple vista, por ejemplo, puede verse cómo los planes que se venden en las empresas están vinculados de manera directa con la posibilidad de que el uso de WhatsApp no genere pérdida de datos.
En Personal, los clientes Prepagos (quienes hacen cargas de crédito eventuales) acceden a la oferta que permite con una recarga de $ 200 utilizar el servicio de mensajería WhatsApp sin cargo por 30 días -sin que descuente de la cuota de datos- pudiendo además usar el servicio aun si el cliente se queda sin crédito. En Movistar pueden acceder a la oferta “Paquetizate”, que brinda la posibilidad de contratar diferentes packs de Gigas, minutos, SMS y WhatsApp. También con las recargas los clientes pueden triplicar y hasta septuplicar su crédito en megas.
Con la idea de que nadie se quede desconectado, las dos empresas ofrecen poder compartir sus gigas con quien quieran. Es decir que desde un celular se puede otorgar más datos a otros teléfonos y de ese modo los clientes pueden aprovechar al máximo el rendimiento de sus datos, adaptándolos a sus necesidades de consumo. Afirman que este método es clave para las familias con hijos chicos o adolescentes, en donde los padres pueden controlar el gasto.
Fuente: Clarín