Por error o por picardía, el planisferio más popular respeta la forma de los continentes pero muestra más grandes a los del Hemisferio Norte. Ahora, un invento japonés basado en el origami quiere reparar el error. Cómo sería Argentina si estuviera en el lugar de Groenlandia.
Falso. Por error o picardía, el mapamundi aceptado universalmente, y desarrollado hace 450 años, muestra a todos los territorios del Hemisferio Norte más grandes que los del sur.
Authagraph. El diseño del arquitecto japonés Hajime Narukawa corrige las distorsiones del planisferio tradicional que cumple 450 años.
No es que lo diga yo, lo sabe todo el mundo, lo que pasa es que nadie conseguía hacer uno mejor, hasta ahora. O mejor dicho, hasta hace exactamente 20 años, cuando el arquitecto japonés Hajime Narukawa inventó el Authagraph, un método de representación del globo terrestre basado en la ancestral técnica del origami. Si, así es: doblando papelitos se puede hacer un mapa mejor que el que todos conocemos. Ojo, Narukawa también se basó el trabajo de otro arquitecto, el estadounidense Buckminster Fuller que se hizo famoso por proponer una cúpula de cristal para cubrir Manhattan.
En 1946, el extravagante Bucky, cansado del dibujo de Mercator, desarrolló su Dymaxion map, un poliedro que, si bien no formaba una esfera perfecta, se podía desplegar en forma plana de muchas formas diferentes y era bastante exacto con los continentes.
Antecedente. Dymaxion map, un poliedro que de diseñó el estadounidense Buckminster Fuller y puede tomar muchas formas diferentes siendo bastante exacto con los tamaños de los continentes.
¿Por qué se dice que el mapa de Mercator es inexacto? Bueno, en su momento, el geógrafo flamenco se vio con el problema que tenían todos: el globo terrestre es como una pelota (imperfecta), y convertir esa bola en un plano es bastante difícil. Fijate que si agarrás una naranja y la pelás, no logras ni a palos hacer un rectángulo lisito y perfecto como es un mapamundi. Sin embargo, Mercator se las ingenió bastante bien. Claro, se tomó algunas licencias.
Distorsión. Aquí una comparación de cómo se vería de grande la República Argentina si estuviera en el extremo norte del mapa de Mercator. La distorsión muestra que el modelo tradicional es erróneo.
Para hacértela fácil, es como si el tipo hubiera pelado la naranja dejando gajos en punta hacia arriba y hacia abajo y hubiera estirado la cáscara plana sobre la mesa. En el medio, le quedó bien, pero, obvio, arriba y abajo le quedaron espacios vacíos entre los gajos ¿Qué hizo? estiró esos gajos hasta completar la superficie del rectángulo. Resultado: todo lo que está cerca de los polos aparece más grande que lo que está en el ecuador.
Distorsión 2. Si el mapa de la Argentina estuviera en el lugar del de Europa se vería mucho más grande. Todo porque el planisferio de Mercator agranda deliberadamente el mapa del Viejo Continente.
No contento con esto, el flamenco dibujó más grande el Hemisferio Norte porque, en “ese tiempo”, a todos les importaba más Europa que el resto del mundo. El asunto es que ese mapa, que usamos con total naturalidad, tiene a Groenlandia más grande que África, cuando, en realidad: ¡África es 14 veces más grande que Groenlandia! Y así pasa con un montón de países.
Capacidad. Países europeos que podrían entrar en el territorio de la República Argentina: Francia, Alemania, Portugal, Italia, España y el Reino Unido.
Para que tengas una idea, el sitio thetruesize.com te permite ver el tamaño real de los países moviéndolo en el mapa de Mercator. Vas a ver que crecen en el Hemisferio Norte y se achican en el ecuador.
Proceso. Siguiendo la técnica del origami, el arquitecto Hajime Narukawa convierte una espera en una serie de figuras geométricas complejas para terminar con un plano rectangular.
En definitiva, el sistema del bueno de Mercator respeta las formas de los continentes pero no sus tamaños. Y no te quiero decir que eso de que el norte está para arriba y el sur para abajo es una convención impuesta por los europeos porque después me tildan de bolchevique. Bien podría ser al revés ¿Y que me decís de eso de que el Atlántico está en el centro del mapa? ¿No es una convención muy conveniente para el eje europeo-americano?
Demostración. Hajime Narukawa muestra sus sistema a sus alumnos.
De todos modos, hay que reconocer que los mapas del flamenco se viralizaron porque eran los únicos que les permitían a los navegantes trazar rutas usando simples líneas rectas. Claro que todo eso, hoy, con los sistemas de navegación satelital, no importa un pepino. Sin embargo sobreviven en las escuelas.
A mano. El sistema se basa en dividir el globo terrestre en 96 triángulos y transferirlos a un tetraedro (volumen con cuatro caras triangulares iguales).
Ahora bien, todo esto se viene debatiendo hace tiempo entre especialistas, pero con el antecedente de Fuller, y el arte del doblado de papelitos, el japonés Narukawa decidió acabar con Mercator de una vez y para siempre. Hace 20 años, dividió el globo terrestre en 96 triángulos, los transfirió a un tetraedro (volumen con cuatro caras triangulares iguales) y lo desplegó formando un gran rectángulo que es el mapa Authagraph. Resultado: el plano conserva los tamaños y formas de todos los continentes y océanos, elimina algunas de los errores del mapamundi de Mercator y, como frutilla del postre, muestra a la Antártida tal como es.
Tetraedro. El prisma compuesto por cuatro triángulos iguales es la base del desarrollo.
La primera vez que lo ves te va a parecer extraño porque América aparece semi acostada y Europa mirando para el otro lado. Ojo, como la posición de los océanos es una convención, Narukawa puso el Pacífico en el centro de la escena, y a Japón (su patria) bien en el medio. Son los privilegios de inventar un mapa.
Final. Todo el proceso termina en un gran rectángulo plano que es el mapa mundi.
En 2011, el Museo Nacional Japonés de Ciencia e Innovación Emergentes (Miraikan) eligió el Authagraph como su herramienta cartográfica oficial y hace tres años, la proyección de Narukawa ganó el máximo premio del Instituto de Promoción de Diseño de Japón. Tal vez no sirva para la navegación pero a quién le importa.
Fuente: Por Miguel Jurado – Clarín