Hoy te invito a reflexionar sobre la voz. A través de la voz, los seres humanostransmitimos nuestro estado emocional. Las emociones acompañan nuestro hablar cotidiano, aun cuando no seamos conscientes de ello.
Cuando el hablar de una persona es lento, genera aburrimiento en sus oyentes. Cuando el hablar es siempre en la misma tonalidad y muy pausado, genera cansancio, monotonía. En cambio, cuando el hablar de alguien es muy rápidoy sin pausa, genera urgencia e, incluso, puede llegar a activar la ansiedad en aquel que oye.
El hablar humano puede ser también grave o agudo. Dicen los investigadores del tema que la gravedad genera romanticismo; mientras que el segundo tono genera irritabilidad. Hay personas que, cuando hablan, acaparan toda la atención en la conversación. Centran todo el diálogo en su propia historia, en sus propias vivencias y emociones, y hablan hasta el cansancio. Tal actitud narcisista, muchas veces, hace que los demás se molesten y se terminen alejando. Allí faltan la suavidad, las pausas, el silencio.
Las emociones, como mencionamos, acompañan nuestro hablar. Pueden ser percibidas con facilidad en la forma particular que cada uno tiene de comunicarse.
Veamos algunos ejemplos:
Una persona enojada puede hablar tanto gritando, como muy suavemente, pero de manera firme y rígida y así “despedazar” a su interlocutor. Dicha actitud es típica del “pasivo-agresivo”.
Una persona insegura habla de modo entrecortado, con demasiadas pausas, y transmite un matiz dubitativo al entablar un diálogo. Una persona con miedo se reserva las palabras para sí mismay transmite así la inseguridad y el temor que siente de que ocurra algo malo.
Y, finalmente, ¿cómo se expresa alguien con seguridad? Por lo general, lo hace de manera lenta, pausada, brindando apertura al diálogo con los demás y transmitiendo calma.
Por todo lo anteriormente mencionado, podemos afirmar parafraseando el famoso dicho: “Dime cómo hablás, y te diré lo que sentís”.
Fuente: La Nación