A contrapelo del Día de los Enamorados, una celebración que se asienta bajo el impulso del calendario comercial y entrona al amor pero invisibiliza sus variantes más problemáticas asociadas a la violencia y a los femicidios, en los últimos años aparecieron una serie de libros en los que autores como Eva Illouz, Alexandra Kohan, Tamara Tenembaum o Luciano Lutereau interpelan los vínculos amorosos para redefinir sus alcances, sus demandas y su imbricación en una época donde se patologizan las emociones y se cuestionan las narrativas románticas.
Desenmascarar al mito: del amor romántico a la emancipación
Con un título potente pero algo tramposo que promete una declinación del vínculo amoroso que luego aparece matizada, en «El fin del amor. Querer y coger» la escritora y ensayista Tamara Tenenbaum recorre los nuevos paradigmas afectivos desde un registro que fusiona su emancipación de una educación en una familia judía ortodoxa del barrio de Once, con argumentos tomados de la sociología o el feminismo que ayudan a caracterizar desde los formatos de vinculación que proponen las redes sociales hasta la crisis del modelo monogámico y la «destrucción creativa» del amor romántico.
La licenciada en Filosofía y autora de obras como «Reconocimiento de terreno» y «Pánico el pánico» plantea en su texto que la monogamia persiste como contrato social mayoritario pero cada vez ganan más terreno la pareja abierta o el poliamor como opciones para eludir la asfixia que genera la exclusividad conyugal. Analiza también desde el valor de la amistad hasta la cultura del consentimiento, pasando por la maternidad como elección o imperativo, la soltería como elección o mandato y el funcionamiento de las tecnologías del deseo como Happn y Tinder.
La obra de Tenenbaum dialoga en muchos aspectos con el pensamiento de la psicoanalista Alexandra Kohan, que en su texto «Y sin embargo, el amor» cuestiona estereotipos, advierte sobre la mercantilización del deseo -las narrativas sociales que instan a ser productivos y no quedar cautivos en relaciones que generan sufrimiento- y hasta cuestiona conceptos introducidos por algunas líneas del feminismo, como el de responsabilidad afectiva o la idea de que hay paradigmas que tiranizan el deseo y producen insatisfacción. «Que el deseo no pueda ser satisfecho no significa que se viva una vida de insatisfacción», sostiene la ensayista.
La autora de «Psicoanálisis: por una erótica contra natura» articula un catálogo de lecturas en las que se mezclan la poeta Anne Carson con teóricos y pensadores como Julia Kristeva, Jean Allouch, Anne Dufourmantelle, el semiólogo Roland Barthes, Slavoj Zizek, Jorge Jinkis o Florencia Angilletta y con fragmentos de canciones de Fito Páez o Charly García entre muchos otros, para proponer un elogio de la condición insondable del amor y pensar una escena social que rechaza «cualquier manifestación de afectación de los cuerpos», y donde el sufrimiento y la angustia son vistos como una patología abominable.
La relectura de autores que han pensado las experiencias amorosas del siglo XX como Eva Illouz, Franz de Waal, Philippe Sollers, Carson McCullers, Olga Tokarczuk, Julia Kristeva o Pierre Bourdieu, es también el punto de partida de «La reinvención del amor», donde la periodista y ensayista Sandra Russo rastrea el dispositivo cultural que configuró el vínculo amoroso hasta desembocar en un presente que habilita a repensar las relaciones desde una perspectiva emancipada y empática impulsada por los feminismos populares.
El psicoanalista Luciano Lutereau hace años que se dedica a revisar los rasgos atávicos que sobreviven en las relaciones y el impacto que tiene en las subjetividades el patriarcado, que predetermina los modos de amar y desear. En libros como «Ya no hay hombres», «Galanes inmaduros» y «La comedia de los sexos» -escrito junto a Marina Esborraz- trabaja sobre los desacoples que provoca el tránsito hacia nuevas representaciones de la masculinidad, el rol materno y los vínculos amorosos.
Concepto bisagra para entender los tiempos actuales, la «deconstrucción» es para este doctor en Filosofía y Psicología un recurso que permite revelar el carácter artificial de los roles, en tanto construcciones consensuadas culturalmente y sujetas a transformaciones. Para Lutereau, aceptar el carácter transitorio y subjetivo de estas narrativas es el punto de partida para generar modos más auténticos de situarse frente a la identidad sexual antes que seguir forzando mecanismos de adaptación que producen culpa o inhibición.
Sexo, deseo y goce
Frente a la norma represiva y residual que establece una forma de amar, gozar y desear, la periodista Luciana Peker escribió «Sexteame: amor y sexo en la era de las mujeres deseantes», un libro en el que reflexiona sobre los vínculos amorosos, sexo-afectivos y la dimensión de la familia tomando como punto de partida la idea del amor como categoría política y apostando a «una amorosidad cuidada, un erotismo hereje, una afectividad sin crueldad». Desde su mirada interseccional, asegura que «el feminismo es la gran apuesta al amor y la familia, pero de manera diversa, múltiple, libre y democrática», como dijo a Télam a propósito de la publicación del libro en junio de 2020.
«El amor único (la pareja clásica, virginidad hasta el altar y «sí quiero» para toda la vida) no murió, pero está en franca extinción y ya podemos sepultar la imposición de vestido blanco, tradición y propiedad como una fórmula sin atajo», escribe la autora de títulos como «Putita golosa» y «La revolución de las hijas», que también analiza el sexo como valor descartable e interpela a los varones precisamente en un contexto donde los movimientos de mujeres han «puesto en jaque el modelo fálico de sexualidad de poder».
Y así como Peker piensa en amores en clave feminista, la activista María del Mar Ramón afirma que el «placer es feminista» en su libro «Coger y comer sin culpa», donde desanda su experiencia personal para construir una genealogía de placeres históricamente negados a las mujeres, como la masturbación y la comida, y así iluminar el modo en que se disciplinó la subjetividad a través de discursos aleccionadores que prescribieron creencias y acciones con respecto a los cuerpos, la autonomía y el goce.
Por más y nuevos amores lejos de la norma
Si el ideal de amor romántico está siendo disputado, en esas aperturas también la monogamia entra en un terreno de tironeo ante la posibilidad de habilitar otras constelaciones sexo afectivas, otras organizaciones en las formas del amor que se corren de la pareja heterosexual. En esa línea se inscribe «Amores bárbaros. El poliamor y el asedio a la monogamia patriarcal» (Prometeo) de Abelardo Barra Ruatta, que echa luz sobre la construcción cultural de ese tipo de vínculo patriarcal dominante para recorrer otras alianzas posibles y desarmar el mito del amor como una pareja de un varón y una mujer.
«No se trata de negar valor positivo al sentimiento amoroso de quien ama de manera monógama, sino de impugnar la mononorma, la forma supuestamente natural e invariable que debe cumplir la emoción amorosa para validarse socialmente», escribe el filósofo cordobés en este ensayo, cuyo título juega con el imaginario evolucionista que forjó el pensamiento occidental, presentando como «bárbaro» todo aquello que se opone a la norma dominante de la civilización.
Con «El desafío poliamoroso», la escritora española Brigitte Vasallo también busca desarmar el mandato de la monogamia, no por impugnar ese tipo de práctica sino para poner en foco el peso de un mandato que se impone obligatorio, una «herramienta de construcción del sujeto ensimismado, encerrado en sí mismo», como define la autora. En ese marco, para ella se torna urgente construir «una nueva política de los afectos», como afirma el subtitulo del libro publicado por Planeta.
En esta cartografía de vínculos y amores otro libro que completa la biblioteca de títulos nuevos es «Poliamor», a través del cual la revista digital Anfibia indagó en el tópico amoroso a partir de textos escritos por autores como María Sonia Cristoff, Alan Pauls, Margarita García Robayo y Gabriela Wiener, la cronista peruana que consolidó un estilo singular al decidir implicarse con sus temas de estudio, como cuando asistió y participó de fiestas swingers o documentó su experimentación de distintas prácticas sexuales.