A 3.000 años luz del sistema solar, un planeta parecido a la Tierra gira alrededor de una estrella parecida al Sol. El descubrimiento de esta suerte de “reflejo en un espejo”, como lo llamaron los científicos, del hábitat de los humanos tiene un impacto inicial obvio: existe, en un lugar concreto del universo, un exoplaneta potencialmente habitable.
Se llama KOI-456.04 y tiene un tamaño de 1,7 veces la Tierra, además de una órbita más larga, de 378 días. Pero, por lo demás, sus condiciones son sumamente similares, analizaron los expertos del Instituto Max Planck de Gotinga, Alemania, quienes dirigieron al grupo internacional de astrónomos que realizó la investigación publicada en la revista académica Astronomy and Astrophysics.
“KOI-456.04 se halla en una región de la zona estelar habitable«, dijeron los investigadores en un comunicado. Ese término define “el rango de distancia alrededor de una estrella que permite agua superficial líquida en un planeta similar a la Tierra”, agregaron. “Su estrella huésped, llamada Kepler-160, emite luz visible realmente; las estrellas centrales de casi todos los demás exoplanetas, en cambio, emiten radiación infrarroja, son más pequeñas y más débiles que el Sol, y por lo tanto pertenecen a la clase de estrellas enanas rojas”.
En su comunicado, los científicos especularon que “las condiciones en la superficie de KOI-456.04 podrían ser similares a aquellas que conocemos en la Tierra, siempre que su atmósfera no sea demasiado masiva y distinta de la terrestre». Y la cantidad de luz que recibe de Kepler-160 “es aproximadamente el 93% de la luz solar que recibe la Tierra”.
El trabajo conjunto del Observatorio Sonneberg, las universidades de Gotinga en Alemania y de California en Santa Cruz, en los Estados Unidos, y de la agencia espacial NASA advirtieron que hace falta mucha más investigación para dar con datos que permitan declarar formalmente que KOI-456.04 es un planeta. “Actualmente no se puede descartar del todo que KOI-456.04 sea un error estadístico o un error sistemático de medición en lugar de un planeta genuino”, escribieron. Por ahora estimaron la naturaleza planetaria de KOI-456.04 en un 85%, pero «obtener un estatus planetario formal requiere un 99%”, aclararon.
Para lograr eso será necesaria una observación directa, mediante equipos que todavía están en construcción como el Telescopio Espacial James Webb, un observatorio en el que cooperan más de 15 países con la NASA, la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Espacial Canadiense. La idea es que este instrumento sea el sucesor del Hubble y el Spitzer. Otra opción es la misión PLATO de la ESA, que en 2026 pondrá en órbita un observatorio espacial.
Hasta el momento se creía que alrededor de Kepler-60 giraban tres planetas, y este hallazgo indica que hay un cuarto. Según la publicación del Instituto de Tecnología de Massachusetts, MIT Technology Review, “esto refuerza el argumento a favor de dedicar más tiempo a la búsqueda de planetas que orbitan estrellas como Kepler-160 y nuestro Sol, donde hay más posibilidades de que un planeta pueda recibir el tipo de iluminación que es susceptible de vida”.
La búsqueda es difícil, ya que la mayoría de las estrellas identificadas por los astrónomos son enanas rojas, como la vecina más cercana, Proxima Centauri, que tiene un planeta potencialmente habitable, Proxima B. Y “uno de los mayores obstáculos para la habitabilidad alrededor de las estrellas enanas rojas es que pueden emitir grandes cantidades de llamaradas de alta energía que podrían freír un planeta y cualquier forma de vida sobre él”, explicó el Review. “En cambio, las estrellas como el Sol —y como Kepler-160, en teoría— son más estables y adecuadas para la evolución de la vida”.
Los investigadores encontraron este nuevo planeta, KOI-456.04, mediante el análisis de datos antiguos que recogió la Misión Kepler de la NASA. “El equipo empleó dos nuevos algoritmos para analizar el brillo estelar que se observa desde Kepler-160”, explicó el MIT. “Los algoritmos fueron diseñados para observar los patrones de oscurecimiento en un nivel más granular y gradual en lugar de buscar los saltos y caídas abruptas que se habían utilizado anteriormente para identificar exoplanetas en el sistema estelar”.
Actualmente se conocen más de 4.000 exoplanetas, pero ninguno tiene las características especiales de KOI-456.04, empezando por “las temperaturas de superficie que favorecen la vida”, según Science Tech Daily, que publicó un artículo de la Sociedad Max Planck (MPS) realizado a partir de una entrevista a René Heller, el autor principal del nuevo estudio. “El cuadro completo de la habitabilidad, sin embargo, implica una revisión de las cualidades de la estrella, también”, explicó Heller.
Kepler-160, según las observaciones que se realizaron entre 2009 y 2013, es un 10% más grande que el Sol y tiene una temperatura de 5.200ºC, es decir 300ºC menos. Pero sobre todo tiene “una luminosidad estelar muy parecida a la del Sol”, la cual “la convierte en un retrato astrofísico de nuestra propia estrella madre”.
La idea que permitió alumbrar los nuevos algoritmos para revisar la información de la NASA fue de Michael Hippke, co-autor del nuevo trabajo, y Heller. En lugar de buscar un patrón de brillo que pasa de un salto a un nivel inferior, que es la manera en que se analizan los datos desde hace dos décadas, indagaron en las características físicas de las variaciones del brillo. “Nuestra mejora es particularmente importante en la búsqueda de pequeños planetas del tamaño de la Tierra”, explicó Heller a MPS. “La señal planetaria es tan débil que está casi totalmente oculta en el ruido de los datos. Nuestra nueva máscara de búsqueda es ligeramente mejor para separar una verdadera señal exoplanetaria del ruido en los casos críticos”.
Aunque KOI-456.04 es “relativamente grande en comparación con otros que se consideran potencialmente habitables”, agregó el científico, “la combinación de su tamaño de menos del doble de la Tierra y el tipo de estrella central del sistema lo hacen tan especial y familiar”. Si tuviera una atmósfera inerte con un suave efecto invernadero, como la Tierra, la superficie podría tener una temperatura de 5ºC en promedio, lo cual es 10ºC más baja que la media de la Tierra.