El debate sobre si los chicos deberían salir un poco a la calle ya se escucha entre las familias.
“¿Y las nenas como la llevan?”, preguntó Laura mientras trozaba un pollo detrás del mostrador del local porteño “Lo de Laurita”. “Y…”, balbuceó, sin palabras, esta cronista. A un mes del aislamiento obligatorio, inquietarse por la situación anímica y física de los chicos y adolescentes rígidamente puertas adentro, empieza a tener sentido. Es cierto que al tratarse del segmento (entre comillas…) menos perjudicado de la pandemia de coronavirus, el tema está lejos de ocupar un lugar prioritario en la agenda oficial. Pero en las interacciones online copadas por emojis de hastío, la cosa se vive de otro modo, en especial si siguen circulando frente a nuestras narices noticias internacionales como las de España, donde, a pesar de que la pandemia pegó duro, se escucharon las críticas de expertos que hablaban de un aislamiento “antinatural” y se decidió aflojar la medida.
Clarín le consultó su visión sobre este tema a algunas familias con hijos y también a ciertas voces “autorizadas” de la salud y la infancia: dos jefas de Infectología de dos hospitales de niños, una psicóloga infantil y una abogada, precisamente la titular del Ministerio Público Tutelar porteño.
Las opiniones mostraron matices, pero lo que domina es un respeto mayúsculo a la decisión oficial, que nadie quiere contradecir del todo, al margen de los perjuicios en los chicos que, al mismo tiempo, nadie niega. En otras palabras, lo que está presente es una tensión que parece irresoluble: saber que la cuarentena es importante, por un lado, y, entender, por el otro, que hay un límite (el tema es cuál; el tema es verlo a tiempo) en la cabeza de un niño que rebota sin norte por las paredes de su casa.
Un chico con su celular, en plena cuarentena por coronavirus. Foto: Guillermo Rodríguez Adami
Hay más, señaló Yael Bendel, titular del Ministerio Público Tutelar de la ciudad de Buenos Aires, en alusión a los adolescentes: “Hasta ahora el Ministerio no registró pedidos especiales sobre los chicos en aislamiento, pero sí hubo llamados planteando las angustias, sobre todo de adolescentes, por lo que se llama ‘doble aislamiento‘. Es decir que aparte de la medida oficial, se encierran, interrumpiendo su comunicación con el exterior. El organismo está pendiente de los llamados y si se comienza extender, se planteará a las autoridades”.
Entre las pocas voces que en estos días se alzaron en nombre de la infancia entre paredes habría que mencionar a José Natanson, periodista, sociólogo y director de Le monde diplomatique (versión Cono Sur), que en un artículo reciente usó una expresión tan elocuente como provocadora: “Mascotas sí, niños no”.
También, al diputado nacional Facundo Suárez Lastra (Juntos por el Cambio), quien hizo circular un proyecto de ley firmado por él y otros 16 legisladores, donde se señala que “la cuarentena es adultocéntrica” y que “es hora de que se tomen medidas para proteger la infancia”, es decir, “explorar medidas creativas para brindar soluciones permitiendo a los niños y niñas disfrutar de su derecho al descanso, esparcimiento, recreación y actividades artísticas y culturales, lo cual debe incluir actividades al aire libre supervisadas por un adulto al menos una vez al día bajo la observancia de protocolos de higiene y distanciamiento social”.
El objetivo del proyecto es “mitigar los efectos físicos (en este punto se detallan las dramáticas cifras de sobrepreso y obesidad infantil en la Argentina), emocionales y psicológicos que la pandemia puede tener sobre los niños y niñas, especialmente aquellos en situación de vulnerabilidad”.
Un horizonte
Este lunes, el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, afirmó -en una entrevista en Radio con vos– que estaban analizando el tema de una flexibilización del aislamiento infantil, pero no dio precisiones: descartó la posibilidad de una pronta vuelta a las aulas, dijo que “hay que buscar alguna alternativa” y agregó que “son decisiones difíciles porque la situación es inédita”.
Ángela Gentile es infectóloga pediatra, jefa del departamento de Epidemiología del Hospital de Niños “Ricardo Gutiérrez” y una de las asesoras del Ministerio de Salud de la Nación en el contexto de la pandemia por Covid-19. En diálogo con Clarín, la experta repasó algunos datos conocidos sobre el efecto del coronavirus en los niños: “En general hacen formas leves, incluso con muy poca sintomatología. A pesar de que nuestra definición de caso sospechoso dice ‘fiebre a partir de 37,5 más dolor de garganta o tos’, a veces ellos sólo hacen dolor de garganta, por ejemplo, entonces pasa desapercibido”.
Como “al tomar contacto con gente mayor, pueden ser potenciales diseminadores, su aislamiento es muy importante porque la escuela, en definitiva, es una actividad masiva que nuclea millones”. No obstante, la experta dijo que una flexibilización “se podría empezar a pensar”.
¿Cómo sería? “Me imagino que actividades más bien barriales o salidas en las que nos pongamos de acuerdo. Creo que lentamente podría haber una liberación, pero como ya está habiendo una flexibilización de distintos sectores, hay que esperar un par de semanas, a ver cómo impactan las últimas medidas”, apuntó.
“El que haya puestos de vacunación y que se habiliten las consultas médicas programadas, generará más contacto y puede haber efectos”, advirtió Gentile, y enfatizó: “No pareciera que el comienzo de clases vaya a ser próximo. Mi opinión es que hay posibilidades de ir aflojando de a poco, quizás con un programa de distribución de niños por días, de modo que siga habiendo distanciamiento social”.
Justo, al cuidado de su mamá, juega en la terraza de su casa, en pleno aislamiento por el coronavirus. Foto: Andrés D’Elía
Rosa Bologna, jefa de Infectología del Hospital de Pediatría “Prof. Dr. José P. Garrahan” opinó de manera similar y no alentó mucho sobre las fechas: “Pienso que en este momento es desaconsejable pensar en que los chicos salgan a la calle porque, si bien estamos con una buena respuesta y aplanamiento de la curva, no sabemos cómo va a seguir esto. Veremos qué pasa en las próximas tres o cuatro semanas”.
Justamente porque ya “está habiendo más movimiento y hay que esperar a ver la interacción del coronavirus con los virus estacionales, como el adenovirus, la influenza y los casos de bronquiolitis. Según lo que se vea, se podrá pensar en implementar salidas controladas, es decir, paseos muy cortos cerca de las casas”.
A este desolador panorama sin fecha de cierre se sumó Graciela Paolicchi, profesora de la materia “Psicología evolutiva en la niñez”, de la Facultad de Psicología de la UBA.
Para ella, “el hecho de que los chicos no estén yendo a la escuela los pone en un grupo vulnerable: no es el tema de la tarea o el aprendizaje sino que se les interrumpió la sociabilización, la actividad deportiva, las salidas y los juegos”.
Esto produce reacciones, explicó: “Ansiedad, angustia, crisis. Los chicos más grandes quieren salir y lo dicen porque se sienten encerrados, sin contar que perciben las preocupaciones de los adultos, los miedos laborales, económicos, las preocupaciones por la salud de sus propios padres”.
Un niño descubriendo la terraza de su edificio. Foto: Andrés D’Elía
En definitiva, la vulnerabilidad se produce porque hay una suerte de retroceso: “El niño ya salía, ya tenía sus amigos, y otra vez se ve todo el día en situaciones que ya había superado”.
En los peores casos, encima, «donde había maltrato o abuso infantil, todo se perpetúa porque no están disponibles los espacios donde esto saltaba a la vista”, advirtió la psicóloga.
El mismo punto fue enfatizado por la asesora tutelar Yael Bendel: “Vemos que bajó la cantidad de llamados denunciando violencia, lo que confirma el dato de que ocho de cada diez violencias ocurren intramuros y son detectadas por la escuela, el hospital, el club. Pero al no estar esos lugares, no se denuncia”.
¿Entonces sí es momento de aflojar la cuarentena? Para Paolicchi, “todavía no. Son días decisivos para los contagios y si ha pasado todo este tiempo, no sería malo esperar un poco más”.
Mis hijos y yo
Una mamá que prefirió reservar su nombre pasa estos días trabajando desde su casa con un bebé de 20 meses, en plena etapa deambuladora. Es profesora de educación física y también socióloga. Su opinión fue dura y habló de un efecto nocivo del aislamiento: “No se está dimensionando la salud de los chicos; no está siendo contemplada. Tenerlos encerrados en sus casas restringe la socialización, estar al aire libre, en contacto con la naturaleza y todo lo que tenga que ver con el juego físico”.
La forma de salir de esto sería “habilitar de manera escalonada, por número de DNI, por zona o como fuese que los chicos pudieran salir: no a treparse a un tobogán y pasar la mano por el pasamanos, pero sí a correr en una plaza, andar en bicicleta los más grandes o dar una vuelta en cochecito los padres que tienen bebés”, opinó.
Pablo Sassa es papá de cuatro chicos (de 13, 9, 5 y 3 años) que asisten a un escuela municipal. Su opinión fue diferente: “Para mí y mi esposa no debería flexibilizarse aún la salida para los chicos, al menos todavía falta en Capital y en Gran Buenos Aires”.
Muchos adolescentes se meten en un «doble encierro», dicen los expertos. Foto: Guillermo Rodríguez Adami
“¿Cómo lo llevamos en casa? Se juega mucho la cuestión económica de cada uno y el tiempo que uno le puede dar a los chicos para crearles juegos, además del espacio que haya en la casa. Nosotros tenemos la suerte de poder jugar mucho y ellos logran descargar en la terraza, con juegos de mesa, pintar, las tareas del colegio… Hay que tener paciencia y voluntad”, evaluó.
Marcela Zanotto psicóloga y mamá de dos varones, uno de 10 y otro de 6 años, que también asisten a una escuela pública porteña, coincidió con esa visión: “En mi casa los chicos no cruzaron la puerta de salida desde que se cerraron las escuelas. Obviamente no es lo mismo para una familia carenciada, pero la mejor contribución es la prevención”.
Su idea es que “si en este momento la cuarentena es obligatoria, por algo es. Si bien los chicos no se contagian tanto -salvo los que tienen comorbilidades como diabetes u obesidad-, si sugieren que no salgan tanto, hay que tratar de arreglárselas en casa para que la situación sea lo más llevadera posible”.
En definitiva, resumió, “se requiere nuestra voluntad. Es clave nuestra capacidad de adaptación”.
Fuente: Clarín