El infierno inferior
El gobernador Felipe Sapag inauguró ayer esta obra que, a simple vista, parece un pavimento de hormigón frío y gris, como el de cualquier ciudad. Pero debajo del asfalto corre vapor a 120 grados y ese averno es capaz de mantener la superficie de las calles a 10 o a 20 grados, aún en condiciones de mucho frío y de vientos que de a ratos soplan a 90 kilómetros por hora.
Las calles del pueblo se mantienen climatizadas con el vapor que proviene de tres pozos geotérmicos, los que llegan hasta los 1300 metros de profundidad.
El yacimiento es una fuente natural de calor que dispara el vapor y alimenta las 578 losas radiantes situadas a lo largo de 1700 metros de calles pavimentadas. Por debajo de un solado que parece virgen hay 45 mil metros de cañería de acero al carbono capaces de soportar esa temperatura que supera el punto de ebullición.
Dicen que esta obra, que costó seis millones de dólares, permitirá prolongar la temporada turística y entonces Copahue ya no cerrará sus puertas a fines de marzo, sino que estarán abiertas hasta mayo y tal vez junio.
Por las calles de Copahue caminan 25.000 turistas al año. El pueblo tiene algo más de diez manzanas y aquí todos repiten una máxima que dice: «Nadie se olvida de este lugar una vez que pisó el suelo mágico del volcán» (Copahue, de 2925 metros de altura).
El propio gobernador Sapag es uno de los turistas que siempre regresan, como el pianista Bruno Gelber o la princesa alemana Gabrielle Waldburg Zeil, que vive cerca de Baviera, pero acostumbra a dejar libres unas semanas en su agenda para descansar en este rincón del Neuquén.
Copahue está situada a 350 kilómetros al noroeste de la capital neuquina. Tiene varios hoteles, cabañas y unos pocos negocios. Pero su imán no es el ruido, precisamente, sino el silencio. Y sobre todo sus lagunas naturales de aguas volcánicas, conocidas en todo el mundo.
Pueblos hermanos
La villa no está sola ni perdida en medio de las montañas. A pocos kilómetros se encuentra Caviahue, nombre que proviene de otra voz mapuche que quiere decir «lugar de fiesta o de reunión».
Caviahue y Copahue son como dos hermanas inseparables. Una es el pueblo donde se puede vivir todo el año y la otra, la beneficiada por la varita mágica de la naturaleza. Caviahue tiene esquí y Copahue ofrece sus barros sulfurosos, que brotan desde el fondo de la tierra para combatir reumas, enfermedades de piel y de las vías respiratorias.
Hubo fiesta en este lugar, donde solamente viven cerca de 600 personas todo el año. Y también celebración, porque se cumplieron trece años de la fundación de estos dos pueblos, que presentan la particularidad de compartir autoridades y estar gobernadas por un solo intendente.
En medio del gran alboroto por la presencia de tanta gente, el gobernador Sapag cortó la cinta de un asfalto que es el más caro pero, según él, «único en el mundo».
Fuente: La Nación