El equipo de Misiones que partió rumbo a Dubai para participar del mundial de robótica. De izquierda a derecha, Azul Silva, Cristian Silva, Alan Rodríguez, Juan Carlos Beltrán, Marcos Logo y Magalí Duarte.
La automatización de procesos en la vida cotidiana, en el lapso de unos años, pasó de ser una presunción cinematográfica a una realidad que va progresando con el impulso tecnológico. Para incentivar a las nuevas generaciones en las habilidades STEM (acrónimo de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) todos los años se organiza el FIRST Global Challenge, considerado el mundial de la robótica juvenil.
Argentina tendrá sus representantes. Tras obtener el título nacional, el Yaguareté Team de la provincia de Misiones se prepara para competir en Emiratos Árabes. Horas antes de subirse al avión, sus cincos integrantes hablaron con Clarín y mostraron a “Julito”, su robot.
En este equipo campeón, cada integrante cumple un rol bien definido. Juan Carlos Beltrán (17) es el mecánico de la máquina, Magalí Duarte (16) se encarga de la programación, Alan Rodríguez (18) es el conductor, Azul Silva (15) lleva la cinta de capitán, Marcos Logo (31) oficia de mentor y Cristian Silva (17) es programador y mecánico.
“Y si bien todos estamos capacitados para resolver el percance que se presente, hay algunos que, por una cuestión natural, lo hacen mejor que otros. Por ejemplo, Alan tiene una gran frialdad para maniobrar al robot en situaciones de máxima tensión, Magalí le encontró la vuelta a la programación por bloques, en cambio Juan Carlos te desarma un brazo en dos segundos y te lo repara en un toque”, detalla la capitana.
El equipo argentino posa con Julito, el robot que es capaz de desplegarse hasta 1,75 metro. (Foto: Juan Manuel Foglia)
En cada edición, el First Global Challenge aborda una temática que afecta al planeta. Este año, las olimpíadas arrancan este jueves y tendrán lugar en la ciudad de Dubai, en los Emiratos Árabes bajo la consigna “Oportunidades del Océano”. Durarán hasta el domingo y reunirá a jóvenes de 175 países. En esta competición, cada equipo con su prototipo podrá colaborar en la tarea de limpiar los residuos contaminantes de las aguas.
“El reto, que tiene muchos componentes estratégicos, consiste en establecer alianzas con otros tres países, algo que se determina mediante un sorteo. Lo interesante es que entre todos los jugadores, dejando de lado el orgullo, tienen que seleccionar a los dos mejores robots para competir. Además, al superar la primera fase, se vuelven a sortear las alianzas. Así, los que antes eran tus rivales, ahora pasan a ser socios y viceversa. Con estos intercambios aprendés muchísimo de otras culturas”, sintetiza Beltrán.
En cuanto a las reglas de juego, la cancha es el océano. “En la superficie están flotando micro contaminantes, constituidos por pelotitas de tenis y macro contaminantes, por esferas más grandes. Uno tiene que accionar su robot para atrapar estas bolas y depositarlas en unas cestas que están a los costados. Cada una tiene un puntaje y el que más haya recolectado será el vencedor. También hay tres niveles. El inferior suma 2 puntos, el intermedio 3 y el superior 6. La mayoría de los robots tiene un brazo mecánico que se eleva hasta 1,70 metros”, sentencia Rodríguez.
Una de las características de este torneo es que el ganador no es el que ostenta mayores recursos técnicos sino el que mejor los administra. Para garantizar la igualdad de condiciones iniciales todos los combinados emplean un kit robótico que tiene la misma cantidad de piezas.
“Lo llamativo es ver la estrategia mecánica que aplica cada conjunto para cumplir con el objetivo común, que es limpiar los mares. Así, algunos optan por un método de succión para atrapar todas las pelotas, otros las van tomando de a una y las escupen. Pero siempre hay alguno que te sorprende por la forma ingeniosa en que lo resolvió”, señala Silva.
Más allá de resolver un inconveniente utilizando los mismos materiales, la finalidad es alentar la labor en equipo. “La robótica es el resultado de la combinación de tres ciencias: mecánica, programación y electrónica. Pero más allá del conocimiento específico de algunas de estas áreas, el mensaje que se intenta transmitir es que los desafíos de la humanidad no se resuelven en forma individual sino a través de alianzas”, apunta Logo.
El equipo argentino posa con Julito, el robot que es capaz de desplegarse hasta 1,75 metro. (Foto: Juan Manuel Foglia)
Para llegar al mundial, el equipo obtuvo la Copa Robótica en la Ciudad de Buenos Aires. En este certamen compitieron contra 24 equipos provinciales, poniendo en juego habilidades creativas y de programación. El desafío consistió en una serie de partidos donde los robots, manejados por chicos de 14 a 18 años, obtenían puntajes por rapidez y eficiencia.
“Es la primera vez que el conjunto que representa a un país se determinó a través de una competencia interna. Se trata de una experiencia única que generó muchos vínculos sociales entre estudiantes que comparten una misma pasión», como la robótica, indica Matías Scovotti, CEO de Educabot, empresa representante del First Global Challenge en Argentina.
Ante la consulta de si es necesario tener facilidades para matemáticas “hay que realizar cálculos de resistencia de materiales, coordinar el sistema de poleas y estima la fuerza y velocidad que es capaz de soportar el robot. Es como armar un rompecabezas en el que al final, todas las piezas tiene un número y una posición”, señalan en conjuntos los integrantes de Yaguareté Team.
Fuente: Clarín