La pandemia de coronavirus generó, entre otras cosas, que el uso de los espacios público y privado hayan sufrido una de las mayores transformaciones de las últimas décadas.
Algunas de las tendencias sociales, culturales y de consumo que ya estaban arraigadas se potenciaron en este nuevo contexto y también surgieron nuevas manifestaciones y necesidades en relación a consumir, habitar y gestionar esos espacios.
En relación a esto, los especialistas de Youniversal, consultora regional especializada en investigación y tendencias, analizaron cómo vivieron distintos perfiles de personas (hombres y mujeres adultos, adolescentes), el confinamiento obligatorio en Latinoamérica, y cómo esta cuarentena modificó básicamente el uso del espacio privado.
Luego de realizar una serie de entrevistas virtuales, en las que buscaron conocer cómo los ciudadanos habitan su casa, qué cambios están viviendo en relación a los vínculos, a las salidas, a sus rutinas y a sus consumos, Youniversal identificó las principales tendencias en los encuestados de sectores medios.
Una de ellas es la «Compresión del espacio privado». En este caso se registró un fuerte solapamiento de tareas en el espacio del hogar entre quienes tuvieron el privilegio de poder virtualizar su trabajo y la educación de sus hijos.
Esta gestión de los horarios de trabajo, educación, ejercicio, limpieza del hogar, implicó una reorganización de los tiempos de las familias y negociaciones constantes respecto del uso de los distintos sectores de la casa.
Esto hizo que las personas privilegiaran la búsqueda de pequeños espacios de privacidad para llevar adelante las distintas tareas de cada miembro de la familia, considerando la necesidad de aislar el sonido, sin perder conectividad.
«Vemos la resignificación y reapropiación de espacios como lavaderos, cocinas y hasta placares que temporalmente se transforman en aulas y oficinas», explica Ximena Diaz Alarcón, Co-Fundadora & Directora de Contenidos de Youniversal, y agrega: «Privacidad, una puerta que separe del resto de la familia, aislamiento de sonido y contar con buena conectividad se transforman en las necesidades de base de esta reutilización espacial».
Otra tendencia es la «Búsqueda del aire libre y la revalorización de la naturaleza». Como compensación frente al encierro, los entrevistados señalaron la búsqueda activa de espacios de conexión con el aire libre. De esta forma, los balcones, terrazas, jardines y hasta las macetas en cualquier pequeño lugar del hogar (desde una ventana, a un espacio sobre la mesada de la cocina), se transformaron en sinónimo de aire, de contacto con el afuera y con lo natural.
El hábito de exponerse al sol, aunque fuera a través de la ventana o en un balcón, con el objetivo de «generar vitamina D y fortalecer las defensas», apareció con fuerza especialmente en mujeres adultas.
La preocupación por la salud, la inmunidad y la fortaleza se evidencian como búsquedas muy relevantes en un contexto donde la salud cobra un protagonismo prácticamente constante en la vida cotidiana.
Otra de las expresiones de esta tendencia fue la de armar desde pequeñas huertas urbanas (especialmente en balcones y terrazas), hasta plantar hierbas en macetas.
Más allá del beneficio de contar con productos frescos disponibles y el consiguiente ahorro en compras, en la pandemia esta actividad parece haberse transformado en un pasatiempo que permite desconectar del exceso de pantallas que generó la virtualización de las tareas laborales y evita algunas salidas de compras de frutas y verduras, minimizando el riesgo que implica salir a la calle.
En relación a estas búsquedas también se verifica un movimiento inmobiliario procurando obtener espacios verdes como calidad de vida, pero siempre sumando conectividad para poder seguir con el trabajo y educación remotos.
Finalmente, una tercera tendencia identificada es la denominada «Creación de espacios de sanitización».
Los pasillos, escaleras, ingresos de los departamentos ya se transformaron en «estaciones de limpieza» de los productos y elementos que ingresen desde el exterior.
Frente a la enorme incomodidad que se registra en el acto de compra y acarreo al hogar de los distintos productos de alimentación, limpieza y cuidado personal y su posterior desinfección (que ha ido decreciendo con el tiempo), la gran mayoría de los entrevistados optó por crear alguna clase de «espacio seguro» que permitiera el uso gentes de limpieza, del modo más práctico posible.
«En nuestra investigación a nivel regional, encontramos que el uso limitado del espacio público generó nuevos usos, transformaciones y reconfiguraciones del espacio íntimo del hogar, poniendo a prueba la creatividad, resiliencia y flexibilidad de las personas. Frente a una pandemia que se extiende y de la mano las expectativas sobre la vacunación, surge una nueva búsqueda y valoración de contar en el hogar con el punto justo entre naturaleza y conectividad para una mejor calidad de vida», concluye Díaz Alarcón.
Fuente: El Cronista