El grupo Buenos Muchachos realiza un ciclo de nueve recitales en La Trastienda de Montevideo bajo un protocolo sanitario que limita la cantidad de público en la sala (no más de 100 personas por noche), uso obligatorio de barbijo (para todos los asistentes) y no más de cuatro músicos en el escenario (Buenos Muchachos son seis, pero diseñaron los shows de manera que los integrantes se van turnando según la canción). Lo cierto es que esta experiencia anticipa de alguna manera lo que serán los shows de rock mientras perdure la emergencia sanitaria y justo cuando en Buenos Aires se analiza flexibilizar ciertas actividades, entre las cuales aún no está previsto el regreso de los recitales. Vale preguntarse, de todos modos, si la experiencia uruguaya puede ser un espejo.
Buenos Muchachos en La Trastienda Club Montevideo
Uruguay no está encerrado dentro de una burbuja. Padece los males que también sufren otros países de la región, pero suele interpretarse que el impacto es menor. Seguramente se pueda ensayar alguna explicación a partir del cruce de vectores, pero lo cierto es que, más allá de cualquier análisis, La Trastienda de Montevideo decidió, protocolo mediante, reabrir sus puertas para recibir a una banda y a su público. Uruguay solo tenía registrados, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 977 infectados, 878 recuperados y 29 muertos, con un régimen de testeo que desde el comienzo de julio oscilaba entre los 800 y 1600 por día.
Y Buenos Muchachos quiso ponerse al día con su público. Por eso no solo programó un show sino que realizará en un ciclo de nueve recitales hasta el 19 de este mes. En esa sala también ya hay conciertos programados de Lu Ferreira, el 25, y de Fernando Cabrera, entre otros agendados a partir de agosto.
El regreso de la actividad musical se viene planteando de manera formal desde que el presidente uruguayo firmó un decreto, el 24 de junio, mediante el cual se permitía la realización de espectáculos públicos que estaban suspendidos desde el 13 de marzo. Sin embargo, como sucede en la Argentina, en Uruguay también las reglas de juego frente a la pandemia cambian según cada distrito, por la situación de su población y el grado de contagios.
En ese sentido, los protocolos son fundamentales. Así lo manifestó el decreto presidencial: «El presidente de la república actuando en consejo de ministros decreta: habilitarse los espectáculos públicos que cumplan con protocolos aprobados por el Poder Ejecutivo específicamente para cada actividad».
El colectivo Uruguay Es Música (UEM), que agrupa a productores, managers de artistas, agentes de prensa y salas privadas de espectáculos, elaboró un protocolo que fue presentado el 19 de junio pasado. Pero recién el último miércoles se realizó un show con público (solo para prensa e invitados) de la cantante Lu Ferreira, en la Sala Magnolio, y al día siguiente Buenos Muchachos comenzó su serie de funciones en La Trastienda, abierta a todo público.
El contexto local
Para los que se preguntan por qué en Uruguay sí y en la Argentina no, lo primero que hay que señalar es que, más allá de la subjetividad y de qué tan efectivo sea el modo de prevenir el contagio en cada país, la densidad poblacional es mucho menor. Sin embargo, eso no explica todo, claro.
El gobierno argentino tiene un protocolo aprobado para todo el país que es de referencia para la actividad artística. Por su parte, la ciudad de Buenos Aires también publicó un protocolo para que los músicos pudieran volver a los estudios de grabación y a las salas de shows, pero sin público. Claro que el retroceso en la apertura de la cuarentena, al menos hasta pasado mañana, hizo que todo quedara en suspenso.
Todavía se está lejos de un regreso a los escenarios con público presente, más allá de las condiciones, los protocolos y el interés de las audiencias por el regreso. Frente a la pandemia Covid-19 se encuentran las posiciones más variadas e, incluso, extremas. Desde el que se encerró hace tres meses en su casa y no quiere salir hasta el que camina por la calle todos los días.
Según un relevamiento realizado por D’Alessio Irol en torno de la conducta de la gente una vez finalizada la cuarentena, el 38 por ciento aseguró, por ejemplo, que asistirá menos a recitales de lo que lo hacía antes. Al menos hasta que aparezca una vacuna contra el coronavirus. Esto demuestra que no solo dependerá de la habilitación de los shows, sino también del público que en la ciudad de Buenos Aires solía aventurarse en cualquier sala de recitales, teatros o cines sin prevenciones de este tipo.
El protocolo uruguayo
«La verdad es que la música se disfruta siempre y había que hacerlo aunque tuviéramos que adaptarnos», expresó Pedro Dalton, cantante de Buenos Muchachos, a propósito de los primeros shows en esta «nueva normalidad». «La intensidad de sonido y la puesta de luces es la misma porque los equipos y la sala son los mismos de antes, así que en eso está todo bien. Es un poco raro para nosotros porque subimos solo cuatro al escenario de acuerdo con el tema. La prioridad máxima siempre es cumplir con el protocolo tanto de nuestra parte como de la sala y el público», agregó.
Mesas con un máximo de cuatro personas. La distancia entre mesas no debe ser inferior a dos metros. El aforo de la sala no puede superar una persona cada cinco metros cuadrados. Lo mismo en el backstage. Cada mesa contará con alcohol en gel. La distancia entre los músicos y el público no podrá ser inferior a cinco metros. La propuesta artística también se ajustará al metraje de cada escenario, respetando siempre la distancia mínima de dos metros entre cada persona en el escenario. No podrá haber más de cuatro artistas sobre el escenario. Los que no canten deberán llevar barbijo siempre, independientemente de la distancia entre ellos. Si más de uno canta no deberán hacerlo frente a frente.
La capacidad máxima será determinada dependiendo del metraje de cada sala y con previa autorización de las autoridades habilitantes. Se pondrá énfasis en la ventilación previa y durante el evento. En cuanto al ingreso del público, se asegurará el pasaje por «corredor sanitario», incluyendo control de temperatura, alcohol en gel en manos y alfombra sanitaria. Es obligatorio el uso de barbijos durante el ingreso, circulación y salida de la sala, pudiendo quitárselo únicamente cuando están en la mesa.
El protocolo también indica adecuadas condiciones de funcionamiento y aseo, siguiendo normativas vigentes. Los baños contarán con agua corriente en todos sus artefactos, toallas de papel, jabón líquido dispuesto en sistemas de dispensación y alcohol con difusor o alcohol en gel. También se controlará el ingreso a los baños con barbijo y se exigirá la distancia de dos metros entre las personas que aguardan para ingresar. Todos los baños serán desinfectados luego de cada uso. El despacho de alimentos y bebidas será únicamente en la mesa por parte de personal con barbijo y guantes; y se recomendará el pago electrónico con la finalidad de disminuir la circulación del efectivo.
Cada artista podrá ser acompañado de un staff técnico, la cantidad de personas dependerá del metraje del backstage de cada sala, respetando siempre la distancia mínima de dos metros. Por último, el horario de finalización de cada espectáculo, que no podrá exceder la medianoche.
Fuente: La Nación