«El carnaval es la vida misma, crecimos con el carnaval», dice Lucila Khalloub, una de las integrantes del colectivo AMAlas, la primera agrupación íntegramente de mujeres que compite en el carnaval de Lincoln, una fiesta que lleva más de 130 años. «Es la vida en Lincoln, agrega su compañera Luciana Macaroni . Muchas nos fuimos a vivir a otros lugares, y volver a Lincoln era venir al carnaval, a vivir la fiesta», sintetiza esta artesana dentro del galpón donde trabajan y ultiman detalles para salir el domingo a la noche, durante la cuarta jornada carnavalera que copa esta ciudad de 40 mil habitantes del interior bonaerense.
AMAlas (Agrupación de Mujeres Artesanas Linqueñas) está integrada por 50 mujeres que atraviesan tres generaciones: participan niñas, madres y abuelas. En este 2020 soplan vientos de cambio en el carnaval linqueño. Por primera vez, las reinas ya no serán reinas, sino «embajadoras culturales», en un primer paso por «orientar el espíritu del carnaval hacia los nuevos paradigmas de género», según predican desde la organización. Aunque por ahora, las aspirantes que desfilan por las ocho cuadras que abarca el Corsódromo local, parecen seguir los cánones de belleza tradicionales. El tiempo dirá…
Por su parte, las chicas de AMAlas aseguran que es la primera vez que una agrupación propone una temática con un mensaje social, que explora más allá de la picaresca y el doble sentido al que están acostumbrados en estas pampas. «El lema de este año es Relaciones Tóxicas, e intentamos conversar con el público de lo que pasa con los agrotóxicos y la tierra -explica Julia Sigliano, prestigiosa titiritera-. Competimos en el rubro marioneta, y el objetivo es abrir el espacio para las mujeres, ya que históricamente cumplen otro rol. Nos empezamos a preguntar que pasa con las mujeres en el área de cartapesta.»
La cartapesta es, básicamente, un engrudo en base a pedazos de papel, la técnica que se impuso en 1928 de la mano del artista Enrique Urcola, que la aprendió de un grupo de italianos en los talleres de escenografía cuando trabajaba en el Teatro Colón. Fascinado con su simpleza, versatilidad y economía, la difundió y enseñó, y se convirtió en el sello del carnaval local. Ese año confeccionó la primer carroza con movimiento, llamada «Los Peliculeros». Luego irían surgiendo las figuras mecánicas y otros motivos como las mini carrozas y las máscaras sueltas. En 1974 nacieron los famosos Autos Locos, y en 1994 la ciudad fue declarada Capital Nacional del Carnaval Artesanal.
Los primeros registros de la celebración se remontan a fines de la década de 1880, con la llegada de los primeros inmigrantes. «El primer carnaval oficial fue en 1894, un año después de que llegara el primer tren con inmigrantes italianos y portugueses», detalla Juan Martin Pivato, en el Bar La Sportiva, donde funciona el Museo de la Fotografía del Carnaval, una colección que emprendió su abuelo, siguió con su padre y el continúa. Pivot es un estudioso de la celebración local, y un entusiasta participante, que suele salir con los Autos Locos, una de las agrupaciones insignias, y pioneros en la categoría de Atracciones Mecánicas, otro sello distintivo de este carnaval. «
De día y con agua
Me sorprendió la pila de gente que llegó en esa época diciendo queremos carnaval, queremos joda. Al principio se hacía de día, no había iluminación artificial ni pública. En 1903 se hizo el primero de noche, en la Avenida Masey, con cuatro cuadras de alumbrado público. Empezaba a las nueve y terminaba a las doce. Se jugaba con agua, que luego se reemplazó con la nieve, en la década del 50. El problema con el agua es que incitaba a la violencia, y después de las noches de carnaval quedaban muchos detenidos».
Hacia 1910 se construyeron los primeros carruajes, y unos años después se hicieron grandes bailes de máscaras en el Teatro San Martín. El carnaval linqueño se celebra todos los fin de semana de febrero y el feriado de carnaval. Participan comparsas y artesanos locales que totalizan más de 1000 personas en un recorrido de 750 metros, con más de 100 motivos diferentes entre comparsas, carrozas, cabezudos, atracciones mecánicas, carros musicales, máscaras sueltas, que compiten por diferentes premios en las diferentes categorías. El municipio dispone de un presupuesto de 24 millones de pesos que se reparten entre los ganadores de cada una de las categorías. Aunque gran parte del trabajo de los artesanos y agrupaciones locales se hace a pulmón, con aportes de comerciantes locales, sorteos y otros recursos del ingenio popular.
Maestros cartapesteros
Carlos Riveros y Raúl Traversa son los artesanos que más reconocimiento y tradición tienen en la técnica cartapestera. Eternos rivales y ganadores en varias categorías varias veces, este año decidieron unir fuerzas. Traversa es autodidacta y comenzó a los once años. «No te enseñaban, no te dejaban entrar a los galpones, tenías que aprender solo. Yo iba al corso, miraba lo que hacían, iba a casa y lo imitaba, a los golpes», recuerda. Riveros es la contracara, viene de familia de carroceros, y aprendió el oficio de su padre.
«Lo que más me gusta es estar acá, en el galpón», confiesa Traversa en el lugar de trabajo, rodeado de sus creaciones: coloridas carrozas mecánicas, marionetas, y máscaras sueltas. Y lo afirma convencidísimo, a pesar de los 45 grados que hace en este sábado al atardecer, antes de la presentación en el Corsódormo. «Disfruto también del desfile, pero cuando no se rompe nada. Hay que estar atento a todo, no te relajás nunca», agrega este hombre de pocas palabras y rictus serio, que no parece un alma carnavalera.
Ellos no dibujan los motivos, imaginan y comienzan a modelar. «Se hace la estructura de caños, y una vez que el movimiento está hecho se empieza con la cartapesta. Están muy entusiasmados con los Transformers, las complejas marionetas que diseñaron para este año. «Van arriba de zancos, a tres metros de altura. Era un desafío, una experiencia nueva ponerlo en funcionamiento. Era una incertidumbre de todos colores, pero arrancó», concluye orgulloso.
El gen linqueño
«El carnaval para nosotros es, sin dudas, un poco de amor-odio. Nos pasa todo junto, por un lado, decís no vuelvo a lidiar con 150 personas que opinan diferente. Pero por otro genera un sentido de pertenencia muy familiar y único, que termina dando como resultado grandes lazos afectivos. Es una sensación intransferible», dice Joaquín Maruelos, joven entusiasta, que con 27 años es miembro fundador de la comparsa Chimichurri, una de las más nuevas, que lleva solo seis carnavales.
Chimichurri es una agrupación de Samba Enredo, el ritmo característico de las Escuela de Samba de Río de Janeiro. Son 130 integrantes, 50 ritmistas y 70 bailarinas y bailarines. Hay un ala de niñas, una de pasistas, una de baterías. Hay cajas, repiques, zurdos y cajitas. La música, a diferencia de la mayoría, es en vivo, y el tema musical es propio. Este año, la temática es el Año Nuevo Chino, que «reivindica la leyenda de la colectividad». Tomaron la estética de la cultura china, y a partir de ahí se desprende la canción y los trajes de la comparsa.
El año pasado rescataron los orígenes del carnaval local y la tradición de la cartapesta. A pesar de que la comparsa tiene impronta brasileña, los Chimichurri están plenamente identificados con su ciudad. «El gen linqueño aparece en varios lugares, en la carroza y en un carro de cartapesta. Todo es a pulmón, hay gente que nunca fue a Brasil. Hay algo artesanal que nos diferencia y queremos exportarlo a otros carnavales. Es imposible escaparle a nuestro gen linqueño».
Datos útiles
Cómo Llegar
Desde Capital Federal son 320 km por Ruta Nacional Nº 7. Después del cruce por Junín, tomar la Ruta Nacional Nº 188 hasta Lincoln. En ómnibus diversas empresas van a Lincoln. El precio oscila entre 1170 pesos.
Dónde dormir
Hotel Impala: Sarmiento 900. Tel 02355422726. www.hotelimpalalincoln.com.ar. Habitación doble, $ 2750.
Hotel Mestizo: 12 amplias habitaciones. Dos tipos de suites, matrimoniales y simples, ambas con patio privado, ambientadas en tradición campestre. Habitación doble, $ 3600.
www.hotelmestizolincoln.com
Donde Comer
Pepperoni. Especialidad en pastas y pizzas. Avenida Massey 1055.
Entradas
A lo largo de la Avenida Massey donde se monta el Corsodromo para el desfile se reparten más de 20 cantinas o puestos de comidas, 14 tribunas, mesas y sillas.
Los precios de las gradas promedian los 150 pesos dependiendo la ubicación. Las mesas o oscilan entre 400 y 500 pesos.
Más información: www.carnavalincoln.com
Fuente: Guido Piotrkowski, La Nación