Censura en Estados Unidos: después de las bibliotecas escolares, podría avanzar sobre los museos de arte

Obras críticas del cristianismo o de Trump, que expresan su apoyo a Israel o a Palestina y que abordan temas LGBTQ+ están en la mira; “Las comunidades necesitan el arte para prosperar”, advierte PEN America

Un informe publicado por PEN America, “El horizonte de la censura”, alerta sobre cancelaciones y censuras en museos estadounidenses por motivos ideológicos vinculados con reclamos ambientalistas o religiosos, el conflicto entre Israel y Palestina y la agenda de la diversidad sexual, entre otros. Al mismo tiempo, indica que legisladores de distintos estados (en general, del Partido Republicano) presentaron proyectos de ley que eliminarían las exenciones de responsabilidad penal por exhibir material sexualmente explícito o desnudez a menores. La encuesta se hizo entre junio y julio de 2024, cuando Joe Biden aún era presidente de Estados Unidos.

Si los proyectos legislativos se convirtieran en leyes, señala el informe, algo tan habitual como una estatua o una pintura donde se exhibe un cuerpo desnudo podría exponer a un museo o a sus directivos a una demanda judicial. PEN America remarca que la mera presentación de estos proyectos representa una amenaza a la libertad artística, la libertad del público y los museos. Los debates sobre qué es y cómo funciona la censura en los museos pueden afectar tanto las adquisiciones de obras como las exposiciones y los programas públicos.

Los directores de museos de arte estadounidenses temen que aumenten los casos de censura
Los directores de museos de arte estadounidenses temen que aumenten los casos de censuraArchivo

Según menciona el estudio en base a otra encuesta realizada en 2021 a 1200 estadounidenses, tanto los visitantes como los no visitantes describieron a los museos como la primera y la segunda fuente de información más confiable en la sociedad, respectivamente. Para ambos grupos, los museos se ubicaron muy por delante de internet, los políticos e incluso los medios de comunicación.

La encuesta de 2024, una iniciativa de la Asociación de Directores de Museos de Arte (AAMD), PEN America y Artists at Risk Connection (ARC), abordó el estado actual de la censura y la autocensura tal como lo experimentan los miembros de la asociación. Se intentó indagar cuánta censura perciben que se está produciendo en los museos de arte, en qué forma y por qué razón; de dónde creen que provienen las amenazas, cómo se comparan estas tendencias recientes con las del pasado y si las leyes estatales dirigidas a la educación pública tienen efecto en los museos. La AAMD representa a más de 220 de los principales museos de arte de Estados Unidos, Canadá y México; la encuesta se centró en los directores de museos estadounidenses y respondieron 95 directivos.

El 90% de los encuestados sostuvo que en las instituciones no existe un protocolo escrito que regule el modo de responder a un intento de censura; esto, agregaron, podría ser “vital” para el funcionamiento de las instituciones. Entre los temas más comunes se incluyen el arte que hace referencia al conflicto entre Israel y Palestina, así como el arte que critica el cristianismo y las obras que abordan la sexualidad.

Gráfico del informe "El horizonte de la censura"; ¿de dónde podrían provenir las quejas sobre exposiciones de arte?
Gráfico del informe «El horizonte de la censura»; ¿de dónde podrían provenir las quejas sobre exposiciones de arte?pen.org

Todos los encuestados indicaron que la censura se está agravando y que podría aumentar en el futuro. El 41% respondió que la censura podría provenir de funcionarios republicanos, frente al 3% que señaló a los funcionarios demócratas; entre ambos, se ubican como “fuentes de censura” las juntas de los museos (13%), los donantes (12%), el equipo museal (11%) y el público (7%). Remarcaron que podía aumentar la “presión para autocensurarse” de los curadores. Cuando se les preguntó a los directores si habían experimentado “presión para no incluir una exposición o una obra de arte” en algún momento u otro a lo largo de sus carreras, casi el 65% de los encuestados respondió afirmativamente.

Un Modigliani de la colección del Guggenheim
Un Modigliani de la colección del Guggenheim

Casi la mitad de los encuestados (45%) dijo haber recibido presión para no exhibir obras de arte porque se consideraban “potencialmente ofensivas o controvertidas” para alguien. Algunas respuestas fueron más específicas: las quejas se centraban en algún aspecto de la vida de los artistas (26%) o sobre el origen racial o étnico de un artista (9%). Otros directores indicaron haber recibido presiones por parte de los miembros de la junta del museo (15%) o de los donantes (15%). El 30% de los encuestados había recibido cuestionamientos por obras “inapropiadas” para niños en una visita escolar.

Muchos directores aseguraron que estaban tratando de encontrar un “enfoque adecuado” para los artistas que expresan su apoyo a Israel o a Palestina en sus obras. “Es casi seguro que cualquier exhibición de este tipo se convertirá en un pararrayos para las voces extremistas de un lado o del otro”, sostuvo uno de los encuestados. “Ahora parece que es inevitable ofender a alguien”, afirmó otro.

Entre las "fuentes" de censura, figuran los activistas ambientalistas y decolonialistas
Entre las «fuentes» de censura, figuran los activistas ambientalistas y decolonialistas

Respecto de las quejas por parte del público, se mencionaron los reclamos de activistas ambientalistas de Just Stop Oil (que “atacaron” con pintura o sopa obras de arte en el hemisferio norte) y Decolonize This Place (una agrupación decolonialista). Para los directores, las quejas se podrían ocasionar por muestras u obras “críticas” del cristianismo (30%), del entonces (en 2024) expresidente Donald Trump (28%), del entonces presidente Joe Biden (21%), de las fuerzas de seguridad (21%), si en las obras se expresa apoyo al aborto (19%), por parte de un artista palestino (18%), por parte de un artista israelí (13%), si incluyen desnudez (13%), si las obras destacan a las personas trans (12%), si representan la esclavitud (9%) o si las obras destacan a personas de la comunidad LGBT (4%).

Mas del 80% indicó que si una obra de arte se retiraba debido a la raza o la etnia del artista, o porque el artista se identificaba como LGBTQ+, esos casos se calificarían como actos de censura. Y más del 70% de los encuestados indicó que si una obra de arte se retiraba debido a la postura del artista sobre un asunto político, o porque la obra era vista como “demasiado política”, esos casos también serían considerados censura. Sin embargo, si se retiraba una obra de arte porque un miembro de la junta directiva la consideraba de “mala calidad” o porque los visitantes del museo “podrían no apreciarla”, solo el 41% y el 34% de los encuestados, respectivamente, indicaron que esto constituiría censura.

Las presiones para censurar, eliminar o restringir las obras de arte pueden ser multidireccionales. Entre las conclusiones, se asegura que la censura puede responder a diversos intereses y actores: políticos de izquierda y de derecha, fundamentalistas religiosos y activistas. Los cinco hallazgos de la encuesta son los siguientes: 1) No existe consenso en torno a la censura en los museos de arte; 2) Los directores de museos de arte sufren presiones para censurar desde muchas fuentes; 3) Las percepciones de las amenazas futuras de censura se orientan según las líneas partidistas (demócratas y republicanos); 4) Algunas decisiones de directores caen en una “zona gris” entre la autocensura y la curaduría, y 5) La mayoría de los museos de arte actúa ante los intentos de censura de manera improvisada, sin seguir un protocolo.

“En definitiva, el arte es un vehículo vital para el cambio social, pero en el momento en que tiene que luchar por su propio derecho a existir en un espacio público, la credibilidad de la libertad de una sociedad se ve erosionada -se remarca en el informe-. Las comunidades necesitan el arte para prosperar, reflexionar y pensar críticamente, y los artistas necesitan espacios para compartir sus voces con las comunidades a las que sirven. En nuestra era política contemporánea de guerras culturales como moneda política, muchos parecen haber olvidado estos principios vitales y relaciones entrelazadas. El futuro del campo de los museos de arte se beneficiará de redoblar su compromiso con los valores de la libre expresión, en particular porque pueden verse amenazados por vientos políticos cambiantes y nuevas presiones para censurar desde numerosas direcciones, de formas sin precedentes”.

El informe de PEN se dio a conocer el mes pasado, después de que en diciembre la misma organización publicara un informe sobre el crecimiento en la cantidad de libros prohibidos en escuelas y bibliotecas escolares de Estados Unidos, que se triplicaron en un año: pasaron de 3362 a más de diez mil (10.046). En ese caso, la censura se atribuye a diferentes leyes estatales y la presión de grupos conservadores sobre los distritos escolares. Entre otros, el catálogo prohibido para adolescentes y jóvenes incluye gran parte de la obra de Stephen King, Ellen Hopkins, Rupi Kaur y Sarah J. Maas, y libros de Toni Morrison, André Aciman, Isabel Allende, Gabriel García Márquez, Elena Poniatowska y Junot Díaz, e incluso Muerte en el Nilo, de Agatha Christie, La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca, y Wicked: Memorias de una bruja mala, de Gregory Maguire, que inspiró la reciente adaptación cinematográfica.

Fuente: Daniel Gigena, La Nación