La industria alimenticia -atenta a los tiempos que corren- está ofreciendo cada vez más opciones a mitad de camino entre el mundo vegano y el carnívoro. Son propuestas que podrían ayudarnos a llevar una alimentación más “consciente”.
Pero, antes que nada, es importante definir qué entendemos por «alimentación consciente». La palabra proviene del latín “conscientis”, que significa reunir conocimientos.
Por eso, Carla Ballesteros, miembro del Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires, propone indagar: ¿Qué comemos? ¿Quién lo produce? ¿Trabaja en condiciones dignas? ¿Cómo repercute ese alimento en mi salud, el medio ambiente y la ecología?
Beyond Meat ofrece hamburguesas, chorizos y “carne picada” hechos a base de hongos y seitán. Foto Reuters.
Una alternativa son los llamados “huevos libres de jaula”. Consiste en poner a los animales en jaulas enriquecidas que permiten producir a piso. Son lugares cerrados y controlados, donde gozan de mayor espacio, e incluyen elementos como arena, nidos, comederos y bebederos.
“Suelen ofrecer a las gallinas niveles más altos de bienestar, lo que les permite expresar más de su comportamiento natural, como rascar y picotear el suelo, poner sus huevos en nidos, posarse y desplegar completamente sus alas”, indica la organización Humane Society International (HSI), que impulsa esta política.
La nutricionista Luciana Valeiras, miembro de la Fundación Cardiológica Argentina (FCA)dice que los recomendaría,“si bien a nivel nutricional la diferencia no es tan amplia, aunque en algunos casos tienen más carotenos y omega 3«, señala.
Las gallinas «libres de jaula» tienen niveles más altos de bienestar. Foto Jenny Brown/HSI.
«Lo más característico es la mejor alimentación que recibe el animal. Su crianza es más sustentable. Al pastorear y pasar tiempo al aire libre son más saludables y requieren, por lo tanto, menos vacunas y antibióticos, que estos luego los terminamos ingiriendo nosotros en mayor o menor medida”, completa Valeiras.
Para Ballesteros, si la persona decide incluir huevos en su alimentación, es importante que elija aquellos que sean obtenidos de la manera «más amigable posible».
“Un animal que vive en una jaula donde apenas entra de pie, en condiciones de vida pésimas y alejadas de su naturaleza, no puede brindarnos una alimento genuino y saludable”, sostiene.
Carne de laboratorio. Pequeños anillos de pura fibra muscular sin materia grasa, con un valor nutritivo «similar» al de la carne animal. Foto EFE.
“Por lo cual, es indispensable que quienes decidan consumir huevos, puedan elegir aquellos donde las gallinas crezcan libres, pasten, tomen sol, y sean tratadas adecuadamente”, remata Ballesteros.
Otra propuesta es la “carne orgánica”. En este caso, el ganado es criado sobre pasturas naturales y en un ambiente libre de maltratos. No se usan agroquímicos, ni fertilizantes, ni productos antiparasitarios. Y cuenta con certificación.
Al respecto, Ballesteros subraya que, en una alimentación consciente, es clave reducir la ingesta de proteína animal. Si se consume a diario, propone hacerlo en una sola de las comidas (almuerzo o cena). Y sugiere evitar las carnes procesadas.
En la carne orgánica el rodeo se va moviendo de parcela en parcela según la evolución del pasto. Foto Archivo.
De todos modos, considera que quienes decidan incluir carnes en su alimentación, además de reducir su consumo, “podrían evaluar la posibilidad de conseguir carnes orgánicas, provenientes de animales criados a pastura que no contengan agrotóxicos ni antibióticos”.
Por su parte, Valeiras considera que la carne orgánica es una mejor opción. “Tener los animales al aire libre, sin estar hacinados y caminando entre sus desechos, hace que se requieran menos vacunas y antibióticos. Por lo tanto, no nos alimentamos con un alimento adulterado o contaminado”, señala.
Algo similar son los «pollos orgánicos«. Se trata de animales con una crianza que incluye aviarios donde caminan y un tiempo de engorde distinto al tradicional. También, un largo y minucioso proceso de certificación normado por la Ley 25.127 de Producción Orgánica.
Un local de Ontario, Canadá, ofrece la hamburguesa vegetariana «Mc Plant». Foto Reuters.
Según Ballesteros, en una alimentación consciente deberíamos cuestionarnos el consumo de pollo y cómo su producción repercute en el ambiente, la salud y los demás seres. “Pero, en caso de elegir consumirlos, una opción podría ser que sean orgánicos”, reconoce.
Más tajante, Eva Henderson, asesora científica de la Unión Vegana Argentina (UVA), desaprueba todas estas opciones por considerarlas “crueles” y “antropocentristas”. En cambio, celebra que las industrias se estén dando cuenta de que hay una mayor demanda de alimentos basados en plantas.
Da como ejemplo cercano a La Serenísima, que a su línea tradicional sumó las leches de almendra y de arroz. Y a los productos de Beyond Meat: hamburguesas, chorizos y “carne picada” hechos a base de hongos y seitán, entre otros alimentos naturales.
En algunos casos, los huevos libres de jaula tienen más carotenos y omega 3.
A nivel mundial, cada vez más empresas se introducen en el mercado de los productos vegetales. En el 2019, Chobani lanzó un yogurt hecho con leche de coco y Nestlé empezó a ofrecer carne molida hecha con base vegetal. Mientras que el año pasado McDonald’s presentó su hamburguesa “McPlant“.
“Esto no es ninguna casualidad, tiene que ver con una reconversión que va a ser lenta pero que se va a ir dando. La industria cárnica de a poco también se va a ir adaptando al cambio”, pronostica Henderson.
En ese sentido, menciona la carne sintética o «de laboratorio», que se está empezando a experimentar para terminar con la cría y la matanza de animales y contribuir al cuidado del planeta.
“Las personas están demandando cada vez más productos a base de plantas, enfatizando en la necesidad de consumir alimentos de mayor calidad, más nutritivos y también conocer de donde provienen”, cierra la nutricionista.
Fuente: Clarín