No tendrá efectos en la vida cotidiana pero sí en investigaciones que exijan alto nivel de precisión.
El kilogramo es una de las cuatro unidades de medición básicas -junto con el amperio, el kelvin y el mol- que fueron redefinidas el año pasado en la Conferencia General Sobre Pesos y Medidas (CGPM). Ese cambio, que constituye la mayor revisión del Sistema Internacional de Unidades desde su instauración en 1960, entra en vigencia hoy. E introduce una modificación clave para la ciencia. Ahora, la unidad de peso estará definida por constantes fundamentales de la naturaleza y no arbitrarias, como sucedía hasta ahora.
Esta redefinición, según los especialistas, no afecta la vida cotidiana. En el almacén, el kilo pesará lo mismo. Pero tiene gran importancia para las investigaciones científicas que requieren un elevado nivel de precisión en sus cálculos.
Héctor Laiz es gerente de Metrología, Calidad y Ambiente del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), presidente del Sistema Interamericano de Metrología y miembro del Comité Internacional de Pesas y Medidas. En noviembre, en representación de Argentina, fue uno de los 18 expertos que votaron a favor de la modificación en la CGPM. En diálogo con Clarín, explica: «El kilo seguirá pesando un kilo, lo que cambia es la forma en la que definimos lo que es un kilogramo porque el avance de la ciencia y la tecnología van modificando la forma en la que los humanos definimos las unidades de medida”. Ante esto, recordó que el kilogramo fue establecido en 1875 en la convención del metro.
Desde hoy, Día Mundial de la Metrología, el kilo entonces pasa a definirse en relación con la constante de Planck, central en la teoría de la mecánica cuántica y que debe el nombre a uno de sus padres, el físico y matemático alemán Max Planck. Se trata de una constante física considerada invariable, con un valor adimensional y universal que puede ser reproducida en un laboratorio sin estar sujeta a un objeto físico.
Es que hasta ahora al kilo se lo definía en función de un objeto: equivalía a la masa que tiene un cilindro de cuatro centímetros de platino iridio fabricado en Londres, y que está bajo el cuidado de la Oficina Internacional de Pesos y Medidas (BIPM, según sus siglas en inglés), guardado desde 1889 en una caja de seguridad en Francia.
El inconveniente es que este kilo original perdió en un siglo 50 microgramos. Esto se debe a que los objetos pueden fácilmente perder átomos o absorber moléculas del aire. Por eso, usar uno para definir una unidad de medida es complicado.
«A partir de ahora, todas las unidades se definirán en base a constantes de la naturaleza, en lugar de artefactos, propiedades de materiales o experimentos teóricos irrealizables. Esto permitirá a los científicos que trabajan con el más alto nivel de exactitud realizar las unidades en diferentes lugares o momentos, con cualquier experimento apropiado y en cualquier valor de la escala”, dice Laiz.
Con el sistema que estuvo vigente hasta ayer, cada cinco años había que enviar a «calibrar» las muestras de kilo que había en la Argentina -objetos similares al que está en Franciaa la Oficina de Pesos y Medidas parisina. Los técnicos del INTI hacían lo que llaman la “diseminación” a múltiplos y submúltiplos para que fuera posible pesar toneladas hasta microgramos.
“Calibrábamos cinco pesas de un kilo, luego dos de cinco, con las dos de cinco, una de diez y así hasta llegar a 1.000 kilos”, dice Laiz-. “Con pesas de 1.000 kilos calibramos las tolvas que pesan los productos del campo que llevan los barcos. Cuando decimos que la Argentina exportó 40 millones de toneladas de granos, las medimos con esas pesas”.
Ahora, con la nueva definición, ya no será necesario calibrar nuestro patrón contra el internacional. Y los técnicos locales podrán calcular aquí el kilogramo, con un costo mucho menor. De hecho, cinco institutos en el mundo ya venían haciendo extraoficialmente en los últimos años calibraciones en función de la nueva definición.
Alejandra Tonina, doctora en Física y jefa del Departamento de Metrología Cuántica del INTI, asegura que en su área esta redefinición es fundamental. «Antes las magnitudes eléctricas, como el ampere, se definían con el sistema internacional, que consistía en un experimento muy díficil de hacer y tenía mucha incertidumbre, es decir errores. Ahora se usan constantes de la naturaleza que son mucho más precisas», comentó la experta. ■
El kilo ya no se definirá con un objeto guardado en Francia, sino según “constantes naturales”.
Fuente: Clarín