Están en el microcentro, bien cerca de la Casa Rosada, el Ministerio de Economía, la Catedral y la eterna Plaza de Mayo. Tres museos cuentan la vida de los argentinos a través de su dinero. Y consiguen un milagro: preservar el valor del billete nacional y mostrarlo lujoso, pese a los sacudones que cruzó a lo largo de su historia. De alguna manera, esas instituciones son también “archivos de la inflación”. Pero claro, proponen mucho más que eso: hay bellas ilustraciones impresas en papel desde el siglo XIX hasta la actualidad, acompañadas por el relato de cada tiempo. Un patrimonio –objeto de culto para coleccionistas– que atravesó la ruta de los sacudones. Veamos.
Un primer ejemplo, fuerte, se ve en una de las salas del Museo Banco Provincia (Sarmiento 364). Es una suerte de instalación artística. Un cofre de acrílico con miles de billetes al lado de una moneda de un peso. El cartel dice: “$10.000.000.000.000 moneda nacional = 1 peso convertible”. Al billete que rigió desde 1881 –primera moneda única para todo el país– hasta 1969 fue necesario tacharle 13 ceros para llegar al “un peso, un dólar” lanzado a la calle en 1993 y que vivió 10 años. Más de un siglo de pérdida de valor. Y la cuenta sigue.
Alberdi, en el primer billete lanzado durante la presidencia de Alfonsín: un símbolo. / Germán García Adrasti.
El Museo Banco Provincia –que fue primer banco de Hispanoamérica– exhibe, también, el primer billete argentino, impreso en ¡1822! Es sencillito y tiene una particularidad. Dice: “Promete pagar a la vista y al portador la cantidad de ……… pesos en moneda metálica”. Sí, en el billete fundacional (en aquella época convivirían diferentes monedas provinciales) la cifra se anotaba a mano, como si fuera un presagio. Similar a un pagaré, tiene la leyenda Banco de Buenos-Ayres. Su confección “se completó a mano, uno por uno por el personal del Banco, y luego salió a circulación” recupera la directora de la institución, Marina Zurro.
Primer billete del país. Lo emitió en 1822 el actual Banco Provincia. No tenía cifra: el valor se anotaba a mano sobre rayas.
La exhibición allí es detallada: billetes del siglo XIX y el siglo XX con notables estampas, cuasimonedas y vales particulares de cuidados diseños que se usaban como forma de pago en algunos complejos comerciales y productivos. Uno de ellos, simpático y colorido, dice: “Vale por un peso. Almacén San José. 1857”.
Vamos al Museo Histórico y Numismático Héctor Carlos Janson del Banco Central (San Martín 216), que tiene “la colección pública de monedas argentinas más valiosa y completa”, con más de 20.000 piezas, según anuncia su web. En una de las seis salas, surge la pregunta ante el investigador Diego Aufiero.
–Debe ser difícil llevar adelante un museo así en un país que tuvo tantos períodos inflacionarios y cambios de signo monetario, sin hablar de las épocas de convulsión política.
–(Piensa y se sonríe) Puede ser una historia trágica, compleja, pero nunca aburrida… Una prueba, ahí nomás, en una vitrina. El billete de mayor denominación en la historia del país: un millón de pesos. Todos esos números en un papelito: 1.000.000. Circuló entre 1981 y 1982. “Muestra la depreciación de aquella moneda”, dice Aufiero. Gobernaba la dictadura, el horror y la devaluación permanentes.
El billete bonaerense de 1827, valor un peso: tenía las caras de Simón Bolívar y George Washington. Se había mandado a imprimir a los Estados Unidos.
Muy cerca, detrás de un vidrio, los cartelitos anuncian: “Billetes provisorios por inflación”. Hay 10.000 australes (1989), 50.000 australes (1989) y 500.000 australes (1990). Esos papeles no tienen la iconografía típica de los australes que circulaban desde 1985 y sí un sello aclaratorio. En su imagen, se parecen a los anteriores pesos. ¿Qué pasó? En los duros meses de la hiperinflación de 1989 y de la sobreimpresión (finales de la presidencia de Alfonsín, con continuidad en los primeros tiempos de Menem) “era tal la dinámica que vinieron al museo a buscar planchas de impresión de los anteriores pesos, con la imagen de San Martín, para mandar a la calle nuevos billetes”. Se lanzaron y, con un sello, se dejó en claro que eran australes (en plena erosión).
Mabel Esteve, directora del Museo del Banco Central, atenúa la charla mientras la consulto sobre la pérdida de valor de las monedas nacionales: “Ojo, que no es únicamente una historia argentina la del billete de un millón de pesos”. La hiperinflación castigó a muchos países, dice, aunque aquí la inestabilidad de precios sea un temporal recurrente. Poco después, adjunta un artículo con varios casos: figuran el billete de 100 trillones que Hungría tuvo en 1945 y el de 100 millones de marcos de la Alemania de 1923, entre otros.
Exhibidores y australes. En una sala del museo del Banco Central.
Muy lejos de ese nivel de crisis, el largo camino de la moneda argentina se sigue escribiendo. Sin ir más lejos, nuestro billete de 5 pesos, el actual, en breve se exhibirá en vitrinas. Mientras tanto, en la calle se practica un nuevo deporte: ¡hay que sacárselo de encima! A la hora de pagar o de dar vueltos, nos esforzamos en entregar los de 5. Los billetes lanzados durante la gestión de Mauricio Macri (el yaguareté, en el de 500; la ballena franca austral en los 200 pesos) correrán la misma suerte más adelante. Al museo. Las autoridades nacionales ya anunciaron que estudian el regreso de próceres y eventualmente personalidades de la cultura para nuevas series de papeles. Sería en junio y habrá igualdad de género en las figuras, avisaron.
Avestruz africana. Papel que emitió la Provincia en 1841, en la tradición de incluir animales. Se imprimió en Inglaterra, sin ilustración autóctona. / G. García Adrasti
Sobre la bizarra polémica local titulada “animales o próceres”, van algunos casos curiosos vistos en el museo del Central: uno de los primeros billetes que incluyó un animal es de 1841 y valía 5 pesos en la Buenos Aires rosista. Tiene grabada un avestruz africana (no patagónica). Otro papel bonaerense, ya de 1856, incluye el dibujo de un canguro. “Se mandaban a imprimir a Inglaterra”, aclaran en el recorrido. Otra curiosidad:El billete bonaerense de 1827, valor un peso: tenía las caras de Simón Bolívar y George Washington. Se había mandado a imprimir a los Estados Unidos.
¿Hubo mensajes políticos en el dinero? Síntesis apurada: billete de 1848, de la era rosista, de 200 pesos moneda corriente de la Provincia de Buenos Aires, con la leyenda: “¡Viva la Confederación Argentina! ¡Mueran los salvajes unitarios!”. Cuando cayó Rosas, los unitarios porteños presionaron para tachar esas leyendas.
El autodenominado Proceso de Reorganización Nacional. Cuenta Esteve: “Todos los billetes que se imprimieron durante la dictadura, aunque fueran de distinta denominación, tenían la figura de San Martín y de Belgrano… ellos se consideraban San Martín y Belgrano”. Sin palabras.
Peronismo. Explica Aufiero: “Entre 1950 y 1952, por primera vez aparecen billetes enteramente producidos en la Argentina, desde el diseño hasta el grabado y la impresión”. Se lanzan dos papeles nuevos: el de 50 centavos tenía en su reverso un libro abierto con una frase que alude a la constitución peronista de 1949. El de un peso, también en el reverso, la leyenda “1816-1947”, de la Declaración de la Independencia al año dorado del justicialismo. El dibujo inferior acompañaba con los ferrocarriles nacionalizados. Con la Revolución Libertadora salieron de circulación. Dos billetes de cuidado diseño que vale la pena ver.
Uno de los billetes lanzados durante el primer gobierno peronista. / G. García Adrasti.
Alfonsín. Cuenta Aufiero: “En 1984 aún regía el peso argentino de la dictadura, pero a poco de asumir el presidente saca el billete de 5.000 pesos con la imagen de Juan Bautista Alberdi, es un guiño a la democracia”. Después, en 1985 y con Alfonsín, nacerían los australes que en el origen tenían solo retratos de presidentes constitucionales.
Muchas de estas historias, y otras, también se exhiben en el Museo Histórico y Numismático del Banco Nación (Bartolomé Mitre 326), con una valiosa colección de monedas y mobiliario de época.
Parte de la colección del Banco Central. / G. García Adrasti
¿Qué pasó con las mujeres en los billetes a lo largo de la historia? Hubo figuras de diosas griegas y alegorías femeninas de la Patria, pero de mujeres con nombre y apellido, poco. Los investigadores del Central hablan solamente de cuatro ejemplos. Ana Díaz, primera vecina con título de tierras en Buenos Aires que apareció retratada, pequeña, cerca de Juan de Garay en dos billetes de mediados del siglo XX, en una imagen tomada de la pintura La fundación de Buenos Aires de José Moreno Carbonero. Luego, Manuelita Rosas en el billete de 20 pesos –junto a Rosas– que se rediseñó en 2000. También, el billete de 10 pesos relanzado en 2014 con Manuel Belgrano en el frente y Juana Azurduy en el reverso y, finalmente, el de 100 pesos con el retrato de Eva Perón, de 2012.
La crónica de la inflación, de los 13 ceros perdidos o devaluados, es larga. En la instalación del Banco Provincia están detallados los “hitos” que se acumularon. En 1970 se inauguró la denominación “peso ley 18.188”. Un peso ley equivalía a 100 pesos moneda nacional. Dos ceros menos. En junio de 1983 nació el peso argentino: una unidad equivalía a 10.000 “pesos ley”. Cuatro ceros tachados. Dos años después, ya en democracia, el austral: un austral equivalía a 1.000 pesos argentinos. Salieron tres ceros. En 1992 nace el peso convertible, que era igual a 10.000 australes y a un dólar. Otros cuatro ceros borrados. Total: 13 ceros. Después, desde 2002, el peso deja de estar atado al dólar. Y hoy, “blue” de por medio, la historia que irá a los museos se sigue escribiendo.
Fuente: Clarín