Lili Liu coloca un producto de limpieza en un trapo y friega con esmero el extractor de su cocina. Repite la acción varias veces y, después, vuelve al living. Continúa con la lámpara de pie. La frota hasta dejarla brillante y, luego, mira los vidrios de las ventanas, todavía sucios. «Cuando termine de limpiarlos, voy a poder pegar este fénix -dice, y saca de un estuche un círculo de papel rojo calado con la figura de la mítica ave-. Me lo regalaron. Significa eternidad, renacer de las cenizas.»
Hace varios días que Liu, inmigrante china de 45 años, que hace 18 reside en la Argentina, está limpiando y decorando su casa. Según dice, empezó el sábado pasado, el mismo día que colocó duraznos y caramelos como ofrendas al dios de la cocina, pero todavía no logró terminar. Lo hace para dejar atrás los malos espíritus del año anterior, tirar todo aquello que tenga una carga negativa y recibir el nuevo con una casa pulcra, que atraiga suerte y prosperidad.
Esta purificación del hogar, como la que hace Liu, es solamente una de las tradiciones antiguas que los inmigrantes chinos en la Argentina siguen practicando. Se realiza como preparación para el Año Nuevo chino, el inicio del calendario lunar, que hoy comienza a transitar el año 4718. Esta celebración, la más importante de esa cultura, no tiene una fecha fija: depende de la aparición de la segunda luna nueva después del solsticio de invierno en China.
Esta luna indica el comienzo de la temporada de cosecha. Dentro de ese país, esta época festiva genera la mayor movilidad de población del año. Es costumbre viajar a la región de origen para celebrarla en familia. De todas formas, este año la tradición fue alterada en varias localidades chinas, que debieron cancelar las festividades y, en algunos casos, también los viajes aéreos para evitar que continúe la propagación de la epidemia de coronavirus, que jaquea al país.
«Mis amigos chinos hacen la gran limpieza, pero muchos ya no se acuerdan ni saben por qué», dice Liu. Según señala, esto empeora con el pasar de las generaciones radicadas en el país. «A mis hijos siempre los hago limpiar conmigo, porque es algo familiar, pero protestan. Ellos crecieron acá y no aceptan que son chinos», dice.
Símbolos
«Todo lo que se come en esta fiesta tiene un significado: los fideos, como son largos, representan la longevidad. Los ravioles, que tienen forma de moneda antigua, son símbolo de fortuna. Y el pescado significa abundancia», cuenta la taiwanesa radicada en la Argentina Yachen Kuo, de 46 años. Esos platos se sirven especialmente en la reunión familiar de nochevieja.
Ella y su familia llegaron a la Argentina hace 30 años. En su momento, era adolescente y, por lo tanto, absorbió varias costumbres de este país. A diferencia de su madre, que, según dice, tiene más arraigadas las tradiciones chinas, Kuo ha dejado de darle tanta importancia en esta época: «Mi mamá es budista, entonces hace ofrendas vegetarianas para los budas y ancestros durante todo el día del 24». En Taiwán hacían grandes ofrendas en una mesa en la vereda de su casa. Las dejaban todo el día de Nochevieja ahí y a la noche se las comían en la mesa familiar. Pero, según explica, acá eso no se hace. En cambio, su madre pone las ofrendas, frutas y caramelos, en el altar que tiene en su casa y las acompaña con sahumerios. A pesar de que es diferente, Kuo afirma que sigue siendo un momento de rezo.
«Nosotros festejamos todas las celebraciones: las de acá y las de allá», cuenta Zhenghuan Wu, de 33 años. Él y su mujer, también china, intentan combinar ambas culturas pero, según cuenta, es complicado: «Purificamos la casa antes de Navidad, antes del año nuevo gregoriano y ahora por el chino. Esta es la tercera limpieza profunda en menos de un mes y ya estamos cansados de hacerla», confiesa.
Sin embargo, combinar ambas culturas no es lo único complicado. Según Kuo, también es difícil cumplir con las tradiciones propiamente chinas en la Argentina. Esto se debe, en parte, a que la mayoría de los argentinos desconocen sus costumbres familiares para esta fecha. Una de ellas son las coplas chinas, dos rectángulos largos con siete caracteres chinos en cada uno, en la que escriben poemas de bendición para el hogar y la familia. Estas se cuelgan a los costados de la puerta principal durante los festejos y ayudan a alejar los malos espíritus.
«Escuché un caso de un conocido que ponía las coplas en la puerta de su departamento y tuvo que dejar de hacerlo porque los vecinos, preocupados, llamaron a un consorcio para comentar que el del quinto piso andaba en cosas raras -relata y se ríe-. Acá la gente no está acostumbrada. Por eso muchos de nuestra comunidad dejaron de poner coplas en el exterior».
Lili Liu dice que no le importa lo que piense la gente, que su puerta está decorada tal como se lo hace en China. Además, Liu coloca cada año unos dibujos de los dos dioses de las puertas y el clásico rombo rojo con una palabra china que que significa «bendición».
«Acá no se consigue el papel para hacer las coplas. Por eso le pedí a un amigo que me traiga estos de China -dice, mientras muestra orgullosa su puerta-. Lo mejor es pedirle a una persona con linda caligrafía que te las haga. Hoy muchos las imprimen de internet directamente, pero a mi me gusta hacerlas».
Otra costumbre que siguen practicando es la entrega de sobres rojos con dinero a los chicos y a los solteros para atraerles la fortuna. En China, esta tradición suele hacerse el día que comienza el año y los días siguientes. La tradición de los sobres se sigue cumpliendo en la Argentina pero tiene un inconveniente: aquí los días festivos chinos, que se extiende desde ayer hasta el jueves próximo, no son feriados y, por lo tanto, son pocos los que se acercan a las casas de sus conocidos a entregarlos. En cambio, muchos de los entrevistados dicen que ahora solo les dan sobres a su familia más cercana y que aprovechan la reunión familiar de nochevieja para entregarlos.»Todos los eventos importantes implican dar plata en sobres. En casamientos, nacimientos y Año Nuevo, el sobre es rojo; en los funerales, es blanco», explica Yachen Kuo.
A pesar de que los porteños suelen identificar esta festividad china con las celebraciones públicas, como el desfile de dragones y el baile de las bailarinas vestidas con trajes HanFu, Kuo afirma que los festejos suelen ser puertas adentro, familiares. «Los argentinos piensan que nosotros vamos a los festejos del Barrio Chino pero casi no lo hacemos. Los únicos que asisten son los comerciantes, que aprovechan para vender y hacer conocer nuestra cultura. Uno, en general, prefiere festejarlo con sus seres queridos en casa», concluye.