De la pureza al dolor. Escondida con su familia, narró el calvario de la persecución a los judíos.
“Theodor Adorno pensó que después de Auschwitz no puede haber poesía (‘ Escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie’ escribió), pero yo creo que es exactamente al revés, que la creación de belleza, el arte, la música son el único modo posible que tiene el ser humano de responder al horror”. Francesca Dego, quien habla, es violinista, y una de las entrevistadas en el documental de Netflix Descubriendo a Ana Frank. Historias paralelas, que se estrenó el miércoles: una conmovedora revisión de la vida de Frank y de las circunstancias históricas que dieron marco al capítulo más dramático y oscuro del siglo XX, el del Holocausto.
La película se inicia con una chica que observa la tumba de Ana, a quien recuerda una lápida, junto a su hermana Margot en el campo de exterminio en el que murió, en Bergen Belsen, Alemania: hay flores, estampitas, recuerdos que los visitantes dejan sobre la piedra. Aunque, en realidad, los cuerpos de las hermanas Frank se perdieron en una fosa común, junto a otros miles de cadáveres. La lápida es apenas un recordatorio, en su homenaje.
La chica -la del presente- toma una foto de la tumba y la postea en sus redes sociales: “Ana, ¿quién eras? Me gustaría conocer tu historia”, le escribe a aquella otra, la autora del famoso Diario, cuyas palabras nos llegan ahora a través de la voz de la actriz Helen Mirren, a cargo de las lecturas.
“Es un milagro que todavía no haya renunciado a todas mis esperanzas, porque parecen absurdas e irrealizables -escribió Ana-. Sin embargo, sigo aferrándome a ellas, pese a todo, porque sigo creyendo en la bondad interna de los hombres. Me es absolutamente imposible construir cualquier cosa sobre la base de la muerte, la desgracia y la confusión. Veo cómo todo el mundo se va convirtiendo poco a poco en un desierto, oigo cada vez más fuerte el trueno que se avecina y que nos matará, comparto el dolor de millones de personas, y sin embargo, cuando me pongo a mirar el cielo, pienso que todo cambiará para bien, que esta crueldad también acabará”.
La cita está fechada el 19 de julio de 1944 y es la que cierra el cuaderno en el que Ana dejó testimonio literario de sus últimos dos años, los que pasó escondida junto a su familia en una casa de Amsterdam, Holanda. Hasta que los Frank, junto con los van Pels fueron encontrados por los nazis y deportados a distintos campos de exterminio. A la amiga imaginaria a la que le escribía la llamaría Kitty. El libro fue traducido a más de 70 idiomas y lleva vendidas más de 35 millones de copias.
“¿Con qué soñabas, quiero entender?”, escribe la chica que abre el documental, desde este 2020, en ese diálogo imposible que se va construyendo o entramando, como si el tiempo no existiera. Esas preguntas, que escribe en el teclado de su celular se van superponiendo con imágenes de archivo, como esa de Ana, en que se la ve sonriendo, a sus 13 años. Nunca pudo haber imaginado entonces lo que le esperaba: el horror puede llegar a ser inconcebible, incluso visto desde este presente, a la distancia.
Así, Descubriendo a Ana Frank. Historias paralelas presenta una investigación sin precedentes, que incluye el relato de otros cinco sobrevivientes del Holocausto. Codirigida por las periodistas Sabina Fedeli y Ana Migotto, la película incorpora los testimonios de Arianna Szörenyi, Sarah Lichtsztejn- Montard, Helga Weiss, las hermanas Andra y Tatiana Bucci.
“Quiero seguir viviendo, aun después de muerta. ¿Podré escribir algo grande algún día?…”, se pregunta Ana en el Diario que inició en junio de 1942. Había nacido el 12 de junio de 1929 en Frankfurt, Alemania, en el seno de una familia judía que en 1934 se marchó a Holanda huyendo de los nazis. “Espero poder confiarte todo lo que no he podido confiarle a nadie”, escribe. Tras permanecer dos años escondida junto su familia en el altillo de la llamada “Casa de atrás”, el 4 de agosto de 1944 Ana sería deportada junto a un millón y medio de chicos y adolescentes como ella, refiere el documental.
Nunca se supo quién los delató. Su diario quedó tirado en el piso. Fue conservado por dos empleados de Otto Frank, único sobreviviente de las ocho personas que estuvieron escondidas, y quien lo publicaría años más tarde.
“Todavía veo las innumerables filas de personas que entraban a las duchas y no salían”, relata una de las sobrevivientes en el film. Otra sobreviviente cuenta: “Nos dijeron: acá se entra por la puerta y se sale por la chimenea”. La película incluye imágenes de prisioneros delgadísimos que caminan muy lentamente, como espectros, en Bergen Belsen (Alemania), en Auschwitz (Polonia), y otros tantos dispersos por Europa.
Algunos de los torturadores nazis, que recuerdan quienes prestan testimonio, eran poco más grandes que las hermanas Frank: una de las más crueles fue Irma Grese: una chica de bucles dorados que sería sentenciada a muerte años más tarde. Cuando liberaron el campo, los británicos
El diario de la chica asesinada por los nazis se tradujo a más de 70 idiomas.
“Mis hijos, mis nietos y biznietos son mi revancha”, dice en el filme una sobreviviente.
obligaron a los guardias de las SS -entre quienes estaba ella- a recoger los cadáveres con sus propias manos.
“Mis hijos son mi revancha contra los nazis. Mis nietos y mis biznietos son mi última burla contra ellos”, explica una de las sobrevivientes. También dice: “Todo puede ayudar a sobrevivir; en los campos recitábamos todos los poemas que recordábamos, intercambiábamos recetas de cocina, cantábamos canciones de Edith Piaff. Los italianos cantaban Mamma y lloraban -cuenta-, pero eran los momentos más lindos, los únicos. Creo que eso es la resistencia”. El nieto de otra sobreviviente lleva tatuado el número de prisionera su abuela en el antebrazo. Fue el genocidio más documentado de la historia: la Alemania de Hitler llevó un registro pormenorizado del macabro programa de aniquilación que se extendió durante 12 años a lo largo de 22 países.
En este caso, de la reconstrucción histórica también participan historiadores e investigadores de distintos memoriales de Alemania, Francia, Holanda, Italia, incluyendo al director de la Casa Ana Frank de Amsterdam. En la portada interna del diario, recuerda Mirren, Ana escribió: «Sé amable y ten coraje».
Fuente: Clarín