Escenas románticas, habituales en series como Legacies, deberán tener un propósito muy fundado en las nuevas temporadas en preparación
De todas las situaciones raras que ha traído el Covid-19 a nuestras vidas, una de las más descabelladas se está viviendo en un estudio de sonido de Los Ángeles, donde los actores de la telenovela The Bold and the Beautiful, de la cadena CBS, vienen ensayando escenas íntimas con maniquíes.
“Al principio, sacamos todas las escenas de amor, pero el programa se nos caía, porque justamente se trata de romances y vínculos familiares”, dice Bradley Bell, productor ejecutivo de la tira de CBS. “Una de las primeras ideas que tuvimos fue traer maniquíes para las escenas íntimas y de hospital, y está funcionando bastante bien: hacemos las tomas desde muy lejos o de forma que no se note que son objetos inanimados”.
¿Pero cómo están reaccionado los actores con estos compañeros de escena inanimados? “Al principio, nos miran raro y nos preguntan varias veces si realmente estamos seguros –dice Bell–. Pero después todos se prenden. Para muchos, es el primer beso de látex de sus vidas”.
Los espectadores tendrán la última palabra sobre el realismo de estas escenas cuando salgan al aire en los Estados Unidos los nuevos episodios en algunas semanas. The Bold and the Beautiful fue una de las primeras series de televisión que reanudaron su rodaje después de la cuarentena que paralizó a la industria hollywoodense a mediados de marzo.
Desde entonces, la mayoría de los creadores de televisión se reúnen con sus equipos vía Zoom, apuntando ideas y líneas argumentales para nuevos episodios, pero sin saber realmente cuándo podrán filmarlas o incluso si podrán hacerlos.
Pero el Covid-19 ha sido un incordio especialmente grave para los creadores de las series más románticas y calientes de la tele, que ahora tiene que desvelarse para encontrar la manera de mostrar escenas de intimidad física –esas que ayudan a sumar televidentes y que marcan tendencia en Twtter– sin poner en riesgo a sus protagonistas. Hasta el momento, los productores de series como Riverdale (disponible en Warner y Netflix), Dinastía (Netflix) y The L Word: Generation Q (Amazon Prime Video) están planeando una combinación de protocolos de seguridad y artilugios narrativos: constantes testeos a actores y equipo técnico, cuarentenas, profesionales médicos presentes en el estudio, trucos de cámara, espejos de colores y guiones llenos de doble sentido, con reminiscencias de la TV de la década del 70.
La hora de los maniquíes
El drama adolescente Riverdale, por ejemplo, quedó frenado en los momentos finales del último año de secundaria de sus personajes: llegaron a filmar el baile de graduación, no así la ceremonia. Roberto Aguirre-sacasa, creador de esta serie, piensa usar maniquíes para llenar las gradas de la ceremonia de graduación, pero no en las escenas románticas. Lo que sí es probable es que los actores muestren mucha menos piel al descubierto.
“Riverdale siempre tuvo una onda medio retro de los años 50 –dice Aguirre-sacasa, también responsable del El mundo oculto de Sabrina–. A veces solemos dar a entender que hubo sexo a través de lenguaje codificado, y creo que terminaremos volcándonos hacia el melodrama y la sensualidad.”
La serie, al igual que otras, también tendrá más episodios “embotellados” –que profundizan en la historia de uno o dos personajes, usando un número acotado de locaciones o escenarios– para que sea más manejable la cantidad de gente presente en el estudio durante el rodaje. Pero que nadie espere que
Archie (K. J. Apa) y Veronica (Camila Mendes) cumplan con el distanciamiento social. “Ya tuvimos enfermedades misteriosas en la trama de la serie, así que mi esperanza es que Riverdale ahora sea más un escape del mundo real que una reflexión sobre él”, dice Aguirre-sacasa. Otro elemento que los ayudará a esquivar el tema del coronavirus es un salto temporal de seis años que ya estaba previsto en el argumento.
Legacies, otra serie para jóvenes adultos sobre vampiros y sus seres cercanos, no tuvo la oportunidad de filmar el tan anticipado encuentro romántico de dos de sus protagonistas antes de que la pandemia paralizara el rodaje. Pero Julie Plec, una de las productoras de la serie, que aquí se ve por Warner, piensa estrategias para cumplir con el público durante la pandemia.
“Veinte episodios es mucho para que alguien se bese, así que tuvimos que pensar la logística para hacerlo funcionar –dice Plec–. Tal vez podamos montar una unidad de filmación aparte para las escenas de intimidad, con su propia cuarentena y sus propios testeos. Tal vez terminemos contratando a un equipo técnico exclusivamente para filmar las escenas de intimidad”.
Esa idea es una de las recomendaciones incluidas en La forma segura de avanzar, un documento de 36 páginas elaborado en tándem por cuatro grandes sindicatos de Hollywood. Entre otras cosas, recomiendan un enfoque “zonificado” de la producción, que limite la cantidad de actores y técnicos en esas situaciones en las que resulta imposible el uso de máscaras y equipo de protección personal. Los sindicatos también piden limitar la jornada laboral a diez horas, para dar más tiempo a la desinfección de los estudios, testeos de Covid-19 para todo el elenco y equipo de producción, y testeos rápidos —cuyo resultado está listo en menos de doce horas— para los actores que deban interpretar escenas íntimas.
Es la primera vez en décadas que esos cuatro sindicatos lanzan un protocolo conjunto. “Seguramente en el set habrá mayor presencia de profesionales con capacitación específica”, dice Duncan Crabtreeireland, secretario general de Sagaftra, que reúne a más de 160.000 actores y trabajadores el medio. El dirigente agrega que los “coaches de intimidad” –que se incorporaron a los equipos de producción después del auge del movimiento #Metoo y son responsables de coreografiar las escenas de sexo con los actores–, podrían capacitarse específicamente en técnicas de prevención de contagios.
“Los trucos son necesarios”
Por supuesto que estos problemas no son exclusivos de las series para adolescentes. The L Word: Generation Q, el revival de aquella serie revolucionaria que narraba las vidas de un grupo de amigas lesbianas en Los Angeles, se estrenó en diciembre último con una escena inicial de sexo explícito de 1 minuto 20 segundos de duración. Esas imágenes explícitas que solo pueden mostrarse en streaming y señales premium se convirtieron en el sello distintivo del programa, y ahora son un desafío para la creadora de esta nueva serie, Marja-lewis Ryan, mientras planea la segunda temporada con su equipo de producción.
“Escribo en dos etapas –cuenta Ryan–. Primero escribo cómo sueño la escena, y después viene alguien y me dice que mi sueño no puede convertirse en realidad. Entonces repienso todo y me pregunto que partes de ese sueño realmente me importan, y hago los ajustes a partir de eso.” Y agrega: “Me ayuda mucho mi experiencia en el cine independiente, porque en ese mundo te dicen todo el tiempo: ¡Eso no se puede hacer! A mí me encantan los rompecabezas, así que va a estar todo bien.”
El pasado ofrece varias lecciones de cómo manejar el rodaje de escenas íntimas durante una pandemia. La última vez que Hollywood tuvo que lidiar con el tema fue a principios de la década del 80, antes de que la mayoría de la gente supiera cómo se contagia el VIH, el virus del sida. Uno de ellos era Rock Hudson, que en 1984 se había sumado al elenco de Dinastía como candidato romántico del personaje de Krystle, interpretado por Linda Evans.
Tras leer en el guion que su personaje debía besar apasionadamente a Evans, Hudson se debatió entre contarles a los productores de la serie y a su coprotagonista que tenía sida o mantener el secreto, según contaba en su autobiografía el actor. Finalmente no lo hizo, sino que se enjuagó profusamente la boca con desinfectante y le dio el beso con la boca cerrada. Como escribe Linda Evans en sus propias memorias, su desconcierto por “ese beso tan desapasionado” se aclaró cuando Hudson finalmente reveló que tenía sida. “En retrospectiva, me emociona que haya intentado protegerme”.
Esa anécdota de la historia de la televisión no ha surgido en las charlas del equipo de producción de la nueva Dinastía. El rodaje de la serie quedó interrumpido antes de la esperada escena de la boda. Josh Reims, creador de la serie, dice que están buscando soluciones creativas para la nueva realidad.
“Por supuesto que la idea del sexo telefónico aparece mucho –explica entre risas–. Estuve revisando los guiones que escribimos antes de todo esto y básicamente tacho todo lo que dice ‘Y a continuación se besan’”, comenta Reims.
Reims tiene la esperanza de que cuando la nueva temporada salga al aire, dentro de un par de meses, lo peor de la pandemia haya pasado, y con esto, la necesidad de filmar escenas de intimidad en este contexto tan desafiante. De todos modos, pase o no se pase el coronavirus, ningún integrante de la familia Carrington usará barbijo en pantalla.
“Nadie mira Dinastía para que le recuerden que el mundo está en pandemia”, sentencia el creador de la serie.
Fuente: La Nación