“Agarrá la pala” es una expresión bien argentina que se usa para decirle a alguien que deje de perder el tiempo y se ponga a trabajar. ¿Cuántas veces le habrán dicho a quienes trabajan desde las redes sociales que estaban perdiendo el tiempo, que se dedicaran a otra cosa, que se consigan un laburo como el que tiene el resto de la gente?
Así decidieron titular su libro Teodora Ciampagna y Agostina Gentili: Agarrá la pala. Se publicó el Día del Trabajador, el primero de mayo, por el sello B de Blok como ebook. Lleva como subtítulo “El verdadero trabajo del youtuber”. Son entrevistas a los influencers de YouTube más importantes de Argentina: Lyna, El Demente, Vedito, Paulina Cocina, Kevsho, Papry, Jorge Pinarello, Ramita y Angie Velasco.
¿Qué significa ser youtuber? ¿Cómo empezaron? ¿Qué momento atraviesa esta industria? ¿Cuál es su verdadero trabajo? ¿Cuánto tiempo les lleva? ¿Por qué lo hacen? ¿Son todos amigos o hay rivalidades? Esas son algunas de las preguntas que le responden estos influencers a los autores del libro. Infobae Cultura dialogó con ellos.
—¿Cómo surgió la idea de hacer el libro?
—Agostina Gentili: La idea de este libro se le ocurrió a Ale Bacile, de Hecatombe. Ale siempre tuvo el sueño de hacer un documental y entrevistar a sus colegas para que hablaran de este nuevo trabajo. Como youtuber, él muchas veces se encontró frente a caras desencajadas que no podían creer que eso que hacía junto a sus amigos del cole fuera un trabajo. En parte porque es muy nuevo, en parte porque parece que es solo gente haciendo sus gracias ante una cámara, el trabajo de youtuber aún no es socialmente reconocido como tal. En fin, que armamos la idea como documental pero en el camino se la contamos a Erica Marino, de la editorial, y le gustó tanto que decidimos empezar con un libro. Agarrá la pala quiere revertir esa idea mostrando que detrás de cada video hay un proceso sostenido y no por lúdico menos serio de creación de contenidos audiovisuales para públicos masivos. Que el trabajo de youtuber supone una serie de destrezas muy valiosas en los tiempos que corren, como saber idear, grabar, editar y difundir contenidos audiovisuales; pero también haberlo aprendido sin escuela, probando, investigando por cuenta propia o con la ayuda de amigos y amigas que sabían un poco más y estaban al alcance de la mano. Agarrá la pala quiere mostrar eso, que lo valioso de toda esa experiencia no es solo lo que hacen y cómo lo hacen, sino también cómo aprendieron a hacerlo.
—¿Aún está el prejuicio del youtuber como trabajador?
—Teodora Ciampagna: Sí, el prejuicio de que ser youtuber no es un trabajo aún existe. La gente habla sin saber lo que cuesta llevar adelante un canal. Cada vez que eso sucede es muy injusto porque tu canal es tu emprendimiento, es lo que te apasiona y son horas de mucho esfuerzo. Angie Velasco lo dice clarito en el libro: “se siente como si te apagaran el fuego y ya demasiados espíritus adolescentes hemos devastado”. La desvalorización de este trabajo no es solo frente a sus públicos sino también entre las marcas. A veces les piden que les hagan publicidad “de onda” y también a las marcas tienen que explicarles que lo que ellos hacen es un trabajo. Por suerte hoy todos tenemos la sensación de que hace años viene pasando algo. YouTube vino a competir por nuestro tiempo libre con otras plataformas como Netflix, Amazon Prime o incluso Spotify. Esta industria crece y se nutre de los que generamos contenidos y cada vez más gente se anima a llevar adelante su proyecto personal. Ser youtuber es un oficio que llegó para quedarse, quizás al principio se lo ve solo como un trabajo que se hace desde tu propia habitación, con una camarita, sin que se note que del otro lado de la pantalla hay millones consumiendo esos contenidos. Esas personas existen, son reales, se entretienen y se materializan, por ejemplo, cuando los youtubers llenan teatros.
—¿Cómo fue la selección de los entrevistados?
—Agostina Gentili: Nos interesaba que el libro se nutriera del testimonio de youtubers de todas las edades, de diferentes partes del país, con distintos estilos y distintas trayectorias. No queríamos que fueran solo youtubers que estuvieran en la cresta de la ola porque en este trabajo, como en la vida, no hay garantías y la diversidad de experiencias ayuda a ver que tampoco hay recetas. Vedo, por ejemplo, empezó a subir videos en 2006, en plena adolescencia y a los pocos meses de que naciera YouTube. Es el creador, junto con Kion, de Cuadradito y Circulito, una serie animada. Hoy edita videos para la comunidad youtubera y es una institución en el ambiente. Y así como en el libro está él, que empezó con esto cuando era pibe y no existían los youtubers, también está Paulina Cocina, que empezó cerca de los 30 años y haciendo videos para un blog hasta que cayó en la cuenta de que la movida estaba en YouTube. La diversidad nos permitió mostrar que el trabajo del youtuber puede tener tantas formas como ideas y que nada está del todo dicho. También nos permitió mostrar que al igual que en otros escenarios y oficios, el deseo y la constancia traccionan más que ninguna otra cosa.
—¿Cuáles fueron las respuestas que más te sorprendieron?
—Teodora Ciampagna: A nosotros como autores y a cualquiera que lea el libro sin duda le va a impresionar la capacidad de producción que tienen, un poco exigido por la misma plataforma. Así te lo explica Vedo en el libro: “Al principio no importaba la frecuencia. Subías un video un mes, la gente se suscribía, podías hacer otro video a los 5 meses. Todo cambió cuando Google compró la plataforma, porque hay que mantener viva una empresa de ese tamaño. Entonces empieza a jugar el gran juego del monstruo, que bueno, es su deber como monstruo porque si no después no existe más”. Es así, Youtube es un monstruo carnívoro que devora, a través de millones de usuarios, los contenidos que ellos generan, y esto los presiona a producir cada vez más. El lado bueno es que también los llena de posibilidades de crecimiento en una industria donde cada uno va encontrando su lugar y su manera de salir adelante. Ramita también lo dice en el libro: “La demanda de contenido subió tanto que… ¡dale che! ¿Tengo que subir ochenta historias por semana? Y no, no es necesario tanto. ¿Cuánta información querés consumir de lo que yo hago?” Además de su capacidad de producción sorprende el modo en que se las ingeniaron para hacerlo. Porque fue jugando, probando, en los tiempos libres que tenían o le ganaron al sueño. Y no solo se inventaron un trabajo por cuenta propia, también desarrollaron un nuevo modo de producir contenidos audiovisuales. Eso es admirable.
Fuente: Infobae