“A los zurdos les pegaban en la mano. Sin falta, les enseñaban a usar la derecha para escribir. En esa época iba a un colegio de monjas; venían con un puntero y te decían: ‘cambie de mano’. Si seguías con la izquierda te daban un puntazo. No es que estaba mal visto, era así y punto”, recuerda Cuqui a través de una videoconferencia.
Historias como estas fueron contadas sin complejos, como testimonio de lo vivido o como una manera de aportar vivencias mediante el relato testimonial para reconstruir la Historia, narrar episodios de la vida cotidiana o tal vez develar secretos que los historiadores aún no han pudieron explorar.
Historia argentina vida cotidiana. Rubén posa para su foto escolar de 1° superior turno tarde,
Para ello, el Museo Histórico Nacional (MHN) invitó a las personas mayores de 71 años a contar sus experiencias en “Tu historia en el Histórico”, un proyecto ideado por Gabriel Di Meglio, actual director del museo.
“Sabíamos que la pandemia generaba una angustia importante dentro de un sector de la población pero fundamentalmente por las personas mayores de 70 años potencialmente amenazadas por el virus. Entonces, la idea era llegar y revalorizar sus vidas cotidianas”, explica Gabriel Cora, uno de los coordinadores del proyecto.
De punta en blanco. Dos mujeres en Buenos Aires, a fines de los años 30
Si bien pensaban tener unos cien testimonios, en solo 17 días superaron las 2.000 inscripciones. El Museo quedó desbordado y debió pausar las entrevistas ante la demanda del público para contar lo vivido.
Casi todas las entrevistas se grabaron por Zoom y eso permitió hacerlas en todo el país. En ellas, adultos mayores de 71 de todo el país contaron cómo era la vida cotidiana, la infancia, la educación, el trabajo y la política. Dejaron testimonio de lo ocurrido o fueron testigos de la historia argentina durante la segunda mitad del siglo XX.
Casamiento de Rosita y Luca en el año 1968 en Buenos Aires.
El primer segmento apunta a cuestiones de la cotidianeidad, al disfrute del ocio, el entretenimiento, las actividades recreativas, la escuela, la infantil.
Un buen candidato
Haydeé Aldubato de Arruvito, o “Cuqui”, es una ex docente de 75 años. Pasó casi toda su vida en Alberti, un pueblo de la provincia de Buenos Aires ubicado a 200 kilómetros de la Capital, entre Chivilcoy y Bragado. La mujer, que desde hace más de 10 años reside en Palermo, contó cómo vivía en los pueblos a mediados del siglo XX y cómo era la vida durante en sus años de juventud.
“Durante las vacaciones íbamos al campo en Coronel Seguí, un pueblito a unos 30 kilómetros de Alberti. Ahí estaban mis abuelos maternos y un tío. Yo era feliz: me paseaban a caballo, iba a ver los chanchos, a juntar los huevos, también raspaba el maíz. Al principio íbamos en sulky de dos ruedas a caballo hasta que mi tío se compró un Fordcito”, relata.
Pedir la mano. Teresa, una novia en la Argentina, principio de los años 40.
“Cuqui” recuerda qué cosas tenían que hacer los pretendientes para ponerse de novios con una chica. “Si a mí me gustaba alguien no se lo decía. ¡Que no se entere! Algunas señales podrían ser. El hombre iba a tu casa a hablar con tu papá a pedir la mano de la chica. Era toda una epopeya: primero venía la mano, después el noviazgo, luego el compromiso, el casamiento y después los hijos».
El camino era claro: «Si venían a pedir la mano es porque había alguna ‘seguridad’, algo ya había pasado. Pero quizás al padre no le gustaba el aspirante. La mujer no figuraba; la chica era del padre. Me pasó cuando cumplí los 15: mi papá decía ‘La nena es mía’ y yo decía ‘¡Qué difícil va a ser el viejo!’. Pero si el muchacho era pudiente y era un buen candidato, el padre hacía todo lo posible para acercar la relación”.
Vida cotidiana en la Argentina
Historias conmovedoras, simples y heterogéneas servirán para ampliar la construcción del proceso político y social para analizar el impacto de la vida cotidiana de los argentinos desde mediados del siglo pasado.
Este documento digital, que formará parte del Archivo del Museo Histórico Nacional, servirá como objeto de análisis, material investigación o de consulta de acceso público y gratuito o para futuras exhibiciones. Un legado para las generaciones venideras con voz propia de los protagonistas nacidos antes de 1950 que contaron sus memorias.
Por ejemplo, un hombre del campo de la provincia de Buenos Aires contó que, cuando era joven, todos los días se levantaba a las 6:15 de la mañana para llevar a su novia en una camioneta a una escuela terciaria que quedaba a 100 kilómetros donde vivía. Dado al contexto de la época y al celo paterno, era la única posibilidad de contacto diario que tenían para estar juntos, al menos por un rato.
Trabajadoras textiles en la ciudad de Buenos Aires en los años 50.
El conventillo
También está el testimonio de Miguel Ángel Puoli, alias “Chiche”, hijo de inmigrantes italianos. Este jubilado monotributista de 77 contó cómo era su infancia en un conventillo.
“Hasta los tres años vivía en San Telmo. Luego, mis padres se mudaron a Constitución, el barrio de toda mi vida. Vivíamos en una casa tipo conventillo en Estados Unidos entre Virrey Cevallos y Sáenz Peña. Estábamos en una pieza en la planta baja. Adelante había una sala y abajo había seis vecinos. Teníamos un baño para siete personas. Las reglas de convivencia eran claras: había que turnarse para bañarse y el que salía tenía que dejar todo limpio y seco”.
Chiche Puoli, en el presente.
“Chiche” detalla cómo vivía a mediados del siglo pasado: “el conventillo tenía seis piezas juntas. La nuestra tenía unos 6 metros de largo, estaba la cama de mis viejos, la mía, el cortinado y un ropero».
¿Qué más? «También había una mesa, unas sillas, una heladera y la barra de hielo. No existía la heladera eléctrica pero como teníamos una fábrica de hielo cerca, en San José entre Chile y México, a cuatro cuadras del conventillo. Mi viejo venía con un cuarto de hielo y después lo ponía adentro. También pasaba el lechero con una lechera grande. Cuando gritaba ‘¡Lechero!’ mi mamá salía a la puerta y le volcaba la leche en la lechera, un recipiente que teníamos en casa”, recuerda.
Vida de gente común
Quienes contaron sus vivencias pertenecen en su mayoría a Buenos Aires (zona metropolitana y el interior de la provincia), Córdoba, Entre Ríos y la Patagonia. Cada testimonio dura unos 90 minutos. “La mayoría de los adultos de la tercera y cuarta edad cree que no tienen nada que contar”, destaca Cora.
Tuerca. Mario en su auto, años 60-
“Tu Historia en el Histórico” busca dejar un legado mediante el testimonio de personas comunes. “No hay entrevistados VIP. Estamos creando una fuente primaria que creemos que va a ser muy valiosa en el futuro”, desliza Cora, también docente e historiador. Junto con Nicolás Brea Dulcich supervisa a otros veinte entrevistadores para lleva a cabo este proyecto.
En tanto, el segundo segmento consiste en el recuerdo o reconstrucción de los acontecimientos políticos. Si bien el tema es libre y diverso, los más elegidos son: el peronismo, los años ‘60, el Cordobazo, la Dictadura y el retorno a la democracia, entre otros.
El Cordobazo
Teresa Manera es una ex docente de 78 años nacida en Wenceslao Escalante, un pueblo a 280 kilómetros de la ciudad de Córdoba. En su relato destaca cómo vivió el Cordobazo.
El Cordobazo a mí me marcó: fue un despertar de muchos a tomar conciencia y participación. Nunca vi eso que teóricamente se dice muchas veces, que el pueblo participa como se dio con el Cordobazo. En ese momento vivía en el Barrio Jardín y los vecinos de otras partes del barrio salían a cortar las calles”, recuerda.
El Cordobazo. Revolución en el centro del país.
La militante sindical docente cuenta que su marido (Martin Federico) era abogado y asesor de los sindicatos. “Tenía una participación muy activa. Cada vez que había un movimiento sindical o cuando fue el Cordobazo la Policía venía a mi casa y lo buscaba. A veces lo detenía; revisaban la casa y después pasaban. Cada vez que venía la Policía para hacer un control yo ponía la mejor cara de yo no sé nada”.
Y completa: “me fui de mi casa tres días antes de que la ametrallaran. Si la iban a ametrallar no me iban a preguntar cómo me llamaba o si estaba de acuerdo o no con mi marido. En la noche del 30 de mayo una vecina vino a mi casa y me dijo: ‘su marido no está, ustedes no pueden quedarse esta noche a dormir en su casa porque van a tener problemas. Me dio las llaves de un departamento que tenían preparado porque su hija se casaba al poco tiempo”.
El peronismo
Por último, Luis RA Parise, un ex ingeniero y jubilado de 82 años, se refiere al “Orden Cronológico Destructivo de Nuestra Patria”.
“Cuando tenía 12, 14 años quise estudiar el secundario porque en ese momento el peronismo facilitó el estudio para la gente pobre. Antes, quienes tenían estudios primarios eran jefes en empresas muy importantes que hoy no están más como Alpargatas, tienda La Piedad o Gath y Chaves. Tuve familiares que eran jefes y tenían sexto grado, que en ese entonces era mucho más profundo que el actual”.
«Más tarde llegó Onganía con una dictadura que llamó “dictablanda” pero en realidad fue el comienzo de lo que yo llamo “Orden Cronológico de la Destrucción de Nuestra Patria”.
“Desde ahí no se hizo nada de lo que fuera útil. Hubo gobiernos que descalificaron la industria argentina: fabricábamos aviones, helicópteros, teníamos exportación de artículos del hogar, máquinas de herramientas y bienes de producción a Estados Unidos y a Europa”, agrega.
Trabajador vial realizando tareas de reparación y mantenimiento.
Según Parise, “el peronismo fue una dictadura, pero no fue una dictadura para mí. Miro para atrás y no lo quiero pero, para mí, en ese momento fue un beneficio”.
“Con Perón las tuve todas a favor pero si miro hacia atrás hoy no sería partidario de su gobierno, fue el comienzo de la destrucción. Pasaron 40, 50, 60 años con diferentes gobiernos y cada uno le dio un golpecito de tuerca negativo para llegar adonde estamos», concluye.
Debido a la alta demanda, las inscripciones para el proyecto “Tu historia en el Histórico” se encuentran pausadas hasta el próximo año, una vez que finalicen las 2006 entrevistas. Más información, acá.
Fuente: Clarín