Bournazel, es de la época del Renacimiento. Era un monumento en peligro, adormecido en la campaña Averonesa (de Averón), del siglo XVI.
El Gran Trofeo Dassault de Historia y Patrimonio recompensó la determinación de este matrimonio de apasionados, Gerald y Martine Harlin, amigos de las artes y generosos mecenas. Se trata de una de las mas grandes construcciones privadas de restauración de un monumento histórico en Francia.
Bournazel estuvo a punto de no despertar jamás de la pesadilla que parecía conducirlo lenta, pero seguramente hacia la ruina. Fue abandonado luego del saqueo y destrozos durante la Revolución Francesa, rota en parte la fachada oriental en el XIX y transformado luego de la guerra en casa de convalecencia para los mineros de la cuenca carbonífera de Decazeville, la antigua casa construida entre 1540 y 1560 por Jean 1ero de Buisson, descendiente de una familia linaje de banqueros de Toulouse. Nunca perdió su magnificencia.
En 2007, Gérald Harlin, director general adjunto y director financiero del grupo Axa, (líder mundial de seguros) lo compró; y decidió con su esposa Martine, devolverle todo el esplendor de antaño. Para eso, desde hace 14 años llevaron a cabo uno de los mas ambiciosos trabajos privados de restauración en Francia. El Gran Trofeo Dassault Historia y Patrimonio les fue entregado el 18 de octubre 2021, recompensando la calidad.
FACHADAS DE UNA EXTREMA BELLEZA
Todo empezó por iniciativa de los arquitectos de los «edificios de Francia» que al tener conocimiento de la puesta en venta de Bornazel fueron a ver y conversar con los Harlin para salvar a «esa bella ruina». Los representantes del Estado, sabiendo de la determinación y «savoir-faire» de esa pareja que venían de terminar de salvar una pequeña fortaleza medioeval en el sur de Aveyron, el Château de Esplas, que compraron en 1999 y que terminaron de restaurar entre 2000 y 2007.
En esa oportunidad, los Harlin, se reunieron con un equipo de artesanos veteranos y, sobre todo, experimentados, los cuales solo querían volver a iniciar un nuevo proyecto. «Dudamos mucho tiempo antes de aceptar comprar Bournazel», nos decía. Sin embargo, Gérald Harlin, todavía se acordaba de cuando las habitaciones estaban ocupadas por unos 40 pacientes avejentados.
«En ocasión de esa visita, tomamos conciencia con mi esposa del aspecto de desolación del edificio. Un ala estaba reducida a una especie de arco de triunfo abierto a los cuatro vientos. El ala norte estaba dotada de una serie de tabiques múltiples que habían permitido divisar las grandes salas transformadas en pequeñas piezas. Las monumentales chimeneas disimuladas detrás de placas de yeso, habían sido perforadas para instalar ventilaciones.
Los suelos habían desaparecido. El jardín no era más que un barbecho en donde pastaban algunas vacas. El patio o corte era un vasto parking en donde se amontonaban, en desorden, algunas furgonetas, bancos laboriosamente reparados y tachos de basura desbordantes».
«Sin embargo, retoma Gérald Harlin, había una especie de belleza descuidada, desatendida, que fascinaba. La extrema belleza de las fachadas del Renacimiento nos convencieron de lanzarnos a esta aventura».
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Château de Bournazel
Adornados con ricos decorados esculpidos y organizados sobre el ritmo de la superposición de variados órdenes (dórico, iónico, corintio) son el testimonio del refinamiento de la reconstrucción de Bournazel, supervisado por Charlotte de Mancip, esposa de Jean de Buisson, a quien le habían confiado la gestión de la obra, mientras él guerreaba en Itali,a en donde brillo en la victoria de Cérisoles (1544).
- Batalla de Cérisoles
LA INFLUENCIA DEL RENACIMIENTO ITALIANO
Fiel servidor de François 1ero, quien financió, con su oro personal, una parte de las campañas de Italia, soñaba con hacer de Bournazel una morada digna de la sociedad brillante y refinada con la que se codeaba, tanto en la corte de los Valois, como en los campos de batalla.
El nombre de los arquitectos de Bournazel es un misterio. Sin embargo, el ala oriental, cuya galería abierta es la primera en la historia de la arquitectura francesa, podría ser atribuida al arquitecto y escultor italiano del Renacimiento Sebastiano Serlio, quien construyó el château de Ancy-le-Franc, en le región de Yonne.
Una hipótesis más que creíble, ya que Serlio fue introducido en la corte de François 1ero por el embajador del rey en Venecia y antiguo capellán o limosnero de Margueritte de Navarre; Georges d’Armagnac, entonces obispo de Rodez (el cual tenía por secretario a un allegado de Serlio, Guillaume Philandrier, amante del arte y de la arquitectura, autor de anotaciones mencionadas sobre el tratado de Viturbe).
El ala oriental, le da a Bournazel un aspecto de palacio italiano, con su alternancia de nichos e inmensas arcadas, que habría sido muy estropeada durante la Revolución, al igual que la escalera de honor. Como consecuencia del alzamiento de la población, el château fue atacado, saqueado en 24 horas e incendiado: únicamente el ala norte estaba en condiciones de ser habitada.
Abandonado, Bournazel, sería recuperado en el siglo XIX, por un descendiente de Buisson, el conde de Marigny, apasionado de arquitectura. Este, esperaba obtener por parte del Estado, subsidios para restaurar el château, pero le fueron rechazados por la Comisión de monumentos históricos, con una carta firmada por Viollet-le-Duc.
Marigny, decepcionado, pidió entonces la desclasificación del château en 1888, para poder derribar la escalera de honor y la parte oriental del ala, y por lo tanto, al fin de la operación, no subsiste más que la fachada serliana, en casi equilibrio en el vacío!.
El château (reclasificado en 1942) terminara en manos de un guantero de Milhau en el siglo XX, antes de ser cedido, en 1949, a la Caja Autónoma Nacional de la Seguridad Social que realizó algunas operaciones de salvaguarda.
LA ELECCION DE LA PERFECCION
Al adquirir Bournazel, Gérald y Martine Harlin, sabían que se lanzaban a una operación delicada. La llevaron a cabo con energía, pasión y perfección. «Teniendo experiencia en estauración estábamos seguros de nuestros deseos y elecciones: todo eso nos permitió ir rápido», detalla Gérald Harlin.»Queríamos también que los artesanos dieran lo mejor de sí, encontrar en la obra la ocasión de expresar su savoir faire y su talento. No me acuerdo de haber pedido, ni una sola vez, al mirar un presupuesto, de hacer más simple las cosas: todo se tenia que hacer como en el siglo XVI».
Recorrer el patio de honor del château, acariciado por la luz dorada del otoño, Gérald Harlin disfruta de un sentimiento de satisfacción. Hoy, Bournazel, tiene un orgullo altanero! «No pensamos que llegaríamos tan lejos», retoma. «Cuando se sube una montaña se dedica mucho esfuerzo y tiempo. Pero una vez que se esta allá arriba nos preguntamos como pudimos subir tan alto…»
En esa empresa los Harlin no se contentaron con restaurar solo los interiores de Bournazel, de restituir los volúmenes iniciales, de derribar las mamparas, de estabilizar las bóvedas y los cimientos de la galería del primer piso del ala, restaurar los suelos de tierra cocida y la carpintería (un centenar de ventanas fueron totalmente realizadas y equipadas de vidrieras con vidrios soplados, fabricados por la Vidriería de Saint Just, (filial del grupo Saint-Gobain).
También, las numerosas chimeneas del ala norte, los decorados, los plafones pintados y, por supuesto, las increíbles esculturas de las fachadas… «Hubo mucho que reconstruir», afirman Gérald y Martine, quienes obtuvieron el visto bueno de la Comisión Nacional de Monumentos Históricos para restituir el ala Este, tal como lo era en el siglo XVI. Una autorización excepcional, la reglamentación editada por la carta de Venecia que indica que «se restauren los monumentos históricos en el último estado conocido».
La parte seria de la operación fue estudiada (excavaciones arqueológicas, restitución gráfica muy precisa del proyecto) con el apoyo de Bernard Voinchet, arquitecto jefe de Monumentos Históricos y de Thierry Verdier, profesor de la Universidad Paul-Valery-Montpellier-III, y arquitecto, quien convenció al Ministerio de la Cultura.
UNA RESTITUCION MUY CUIDADA
«Bornazel es una obra de una amplitud inesperada que nos permitió poner a trabajar nuestra alma de constructor», se felicita Dominique Vermorel, director general de la obra. Desde que se fue de la casa de sus padres, a los 15 años, para hacer el tour de France, se desempeño como «compagnon» (compañero: tiempo durante el cual un obrero trabaja de oficial antes de ser «maestro» u oficial). «Es raro, en el siglo XXI, poder reconstruir el ala de un château, su torre, su escalera de honor; vale decir, un total de 3.000 metros cúbicos de piedras y 600 metros cúbicos de piedras talladas.
Durante 10 años Bournazel ocupo a 25 artesanos.
- Dominique Vermorel
Una búsqueda arqueológica realizada en 2014 permitió sacar de bajo tierra unos 800 elementos procedentes de edificios destruidos en el siglo XIX y de los cuales 300 fueron reutilizados luego de haber sido identificados y escaneados para servir de modelo a los talladores de piedra.
En esa ocasión se descubrieron 5 partes inferiores de la escalera de honor y una magnífica puerta esculpida disimulada bajo 5 metros de tierra que conducía al supuesto lugar de los jardines. » Y tuvimos otras sorpresas», cuenta Martine Harlin. «Un habitante del pueblo nos indico un lugar que, según lo que se decía oralmente de generación en generación, estaba una vieja cantera de piedra de donde provenían las piedras del château. Y era verdad, y la pudimos abrir. Otra vez un vecino nos confesó tener una pilastra del château y nos autorizo a recuperarla, dinero mediante, por el alquiler de un elevador».
Sin hijos, los Harlin, no hicieron todo eso con la idea de constituirse una hermosa propiedad de familia. «No se puede tener un château en el siglo XXI y que no haya un proyecto. Y sobre todo saber lo que se quiere hacer», explica Gérald Harlin. «Desde el comienzo elegimos hacer de Bournazel un château-museo destinado a los visitantes y a desarrollar un proyecto cultural ambicioso».
La pareja recuperó y reunió una bella colección de pinturas de los siglos XVI y XVII, también, espléndidos gabinetes del Renacimiento que se pueden apreciar durante la visita. «No dicen acaso que la belleza hace mejor al hombre?, desliza Martine, que tiene un inmenso placer en «transmitir algo a los visitantes.»
Hace un año una capilla del siglo XVII, clasificada como Monumento Histórico, fue instalada en Bournazel. «Procede del hotel de los hijos de Madame de Montespan, en Sevres, pero es posible que sea anterior a su construcción. La riqueza del decorado hace pensar que haya sido un encargo real…», estima Gérald Harlin. El retablo realizado por Claude Vignonn es una obra maestra de ese pintor mayor del siglo XVII.
- Madame de Montespan
UN AUDITORIO INSOSPECHABLE
La música tiene un lugar en Bournazel. Allí, se reciben artistas, en residencia, (actualmente al conjunto musical Renacimiento Tasto Solo) alojados en la parte medieval del château, restaurado, a propósito, para ellos. Un auditórium de 145 lugares (casi dos veces mas grande que el del Museo Soulages de Rodez) que ofrece condiciones acústicas ideales, fue creado debajo del patio de honor: ideal para repetir y organizar conciertos o coloquios!. Pero los proyectos de los Harlin no se detienen ahí: próximamente, crearán una biblioteca en la cual habrá miles de libros y obras sobre el período del Renacimiento.
Preveen, igualmente, recibir estudiantes, e incluso financiar sus trabajos de investigación con becas de estudio: la suma que se les entregó con el Gran Trofeo Dassault de Historia y Patrimonio servirá para eso; y otra parte será para un viaje a Italia, en Nápoles a los alrededor de 30 artesanos que trabajaron en la obra.
Bournazel tiene sus ángeles guardianes!.
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*Jorge Forbes es un periodista argentino que reside en Francia y que desde 1982 fue corresponsal en París para diferentes medios, tanto de la Argentina (Radio Continental), como de Estados Unidos (Voice of América), México (Radio Noticias) y Uruguay (Radio Sarandí).
Actualmente colabora con Diario de Cultura y con Arte y Colección y propone visitas a la capital francesa (privadas o en grupo, no más de 4 personas) por lugares donde vivieron argentinos famosos y conocidos, así como sitios poco conocidos para los turistas, incluso aguerridos en la materia. Se recomienda hacer el pedido por email a [email protected] o al teléfono celular en Francia: 00 336 0683 7915.
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