Todo lo que podemos decir de la palabra amor reflejaría poco. Para nosotros, mortales, es un sentimiento vivo de afecto e inclinación hacia otra persona con deseos intensos de que le acontezca todo de bueno.
Para muchos, existe el amor al prójimo, a la patria, a los amigos, y referente a la unión de dos seres. Es una intensa atracción emocional hacia la otra parte con la que se desea compartir una vida en común.
Eso es lo que pensó Roberto Carlos Braga cuando conoció a quien sería el gran amor de su vida.
Él, un talentoso cantor y compositor, con una extensa carrera de más de 50 años en los escenarios del mundo y que lleva vendidos más de 210 millones de discos, con canciones –en su gran mayoría escritas y cantadas al amor-. Ella, la jovencita que cuando atrajo la mirada del artista, en el Festival de Campos do Jordão en el Vale de Paraíba (SP), tenía tan solo 16 años.
Roberto Carlos, ya se había separado de su primera esposa, Nice.
Cuenta el intérprete que fue amor a primera vista y que intentó comenzar una relación seria, pero el padre de María Rita se opuso por la diferencia de edad entre ellos, ya que Roberto era 20 años mayor.
Tiempo después, el cantautor conoció a la actriz Myriam Ríos y contrajo matrimonio, el que duró 12 años. Ya separado y nuevamente en una presentación el interior de San Pablo, Roberto Carlos se reencontró con María Rita.
Cuentan las amigas de la ya recibida de psicóloga, que nunca se había casado, esperando un encuentro con el rey de la canción.
Ese nuevo acercamiento no iba a pasar inadvertido. Poco tiempo después, en abril de 1996, se casaron en una pequeña iglesia del barrio la Urca, en Río de Janeiro, acompañados por amigos de la pareja, en una ceremonia intima. Fue uno de sus invitados especiales el hermano de la vida, como Roberto llamaba a Erasmo Carlos.
Católica como su marido, María Rita participaba del grupo de oración del rosario, donde le pedían siempre protección a la Virgen María. Durante la visita del sumo pontífice Juan Pablo II a Río de Janeiro, el matrimonio fue recibido por el Papa quien le bendijo dos rosarios.
Los problemas de salud de María Rita se conocieron en 1998, cuando los médicos descubrieron que estaba afectada por un cáncer pélvico. En esa ocasión, Roberto Carlos divulgó la noticia a la prensa diciendo: “Con la gracia de Dios, mi esposa está mucho mejor; el tratamiento que viene recibiendo bendecido por Dios, con los médicos competentes, también iluminados por Dios, además de las oraciones de mis amigos y el público que me admira, todos piden al supremo, el pronto restablecimiento de ella”.
Abalado por la situación, el cantor más importante de Brasil, abocado al cuidado de su cónyuge, ni siquiera tuvo tiempo para grabar un disco de canciones nuevas, como tenía acostumbrado anualmente a su público, desde el inicio de su carrera. El larga duración de fin de año tenía apenas cuatro grabaciones inéditas, entre ellas “Eu Te Amo Tanto”, “Meu Amor, Voce e Minha Vida” donde el Rey canta: “Quem Procura por Voce Sabe ondee estou” («Quien te busca sabe dónde estoy»), dedicadas a su mujer. El resto de 18 canciones fueron elegidas en un show en vivo que se realizó en el estadio Olimpia de San Pablo.
En setiembre de 1998, la esposa del cantor se sometió a una cirugía en la Clínica Santa Lúcia de Río, donde le fue retirado el útero. Luego de su alta médica, en un corto período, volvieron las complicaciones, con mal funcionamiento de los riñones y exceso de líquido en el organismo.
Por este cuadro clínico fue llevada de urgencia hacia el hospital israelita Albert Einstein de San Pablo en un avión ambulancia. Allí se le inicio un tratamiento con quimioterapia de tres meses.
El Rey de la canción había reservado una habitación al lado de la de su esposa con la que compartía todos los días la cena y dormía en el lugar.
Posterior a ese procedimiento, marido y mujer celebraron la aparente rápida recuperación de María Rita, e hicieron varias peregrinaciones religiosas para cumplir promesas por la mejora que creían definitiva.
Pasó un breve lapso de esa esperanza de cura, pero con el correr de los días se agravó, y así la pedagoga María Rita Simões Braga falleció el 20 de diciembre de 1999, tomada de la mano de su esposo.
Once meses después de la muerte de María Rita, Roberto Carlos regresó a los escenarios en una actuación memorable en Recife donde, sumido en un profundo dolor, cantó entre lágrimas las canciones escritas para quien fue el amor de su vida. Estas composiciones se transformaron en el larga duración grabado en portugués “Amor sem Limites”.
Un título para un álbum que refleja lo que el cantor sintió por esa mujer 20 años menor: un amor sin límites, que perduró en el tiempo. Ese amor que irradia en cada actuación donde canta los temas de ese disco, con emoción profunda y lágrimas en los ojos.
“Cuando uno siente amor de verdad, ese amor no se olvida. El tiempo pasa, todo pasa, y en el pecho, ese amor siempre anida. Y cualquier momento lejos de él la nostalgia atormenta”.
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