Era en Brasil donde se escuchaba el clásico «Oleee», vitoreando a los destacados personajes vestidos con trajes de luces, como: Manuel Laureano Rodriguez Sánchez, ‘’Manolete’’, Francisco Rivera el ‘’Paquirri’’, Manuel Benitez el ‘’Cordobés’’, Francisco Romero López el ‘’Curro’’, u otros tantos famosos toreros españoles llegados desde las principales plazas de toros de la madre patria.
- Manolete en Río de Janeiro
Esta legendaria práctica de matar toros, una mezcla de diversión y maltrato animal, es un espectáculo que divide opiniones y, con el correr de los años, acentuó el repudio por el tratamiento a la raza taurina.
No hablamos de Barcelona, Madrid, Toledo, Valencia u otras plazas taurinas del viejo mundo, tampoco de México, Portugal, Venezuela o Colombia.
- Plaza de Toros México
Era Brasil, este lugar del universo que se estaba adecuando a las nuevas formas de vida, copiando lo que ocurría en una gran parte de Europa. Imitaba ciertas costumbres de otros países, por entonces más desarrollados, y por la influencia de la corte portuguesa, refugiada en Brasil, imponía en este lugar, viejos hábitos y costumbres que en principio fueron aceptadas y con el correr el tiempo pasaron a la historia.
Así surgió la presencia de las corridas de toros en Río de Janeiro, con espectáculos masivos y la aceptación popular del evento europeo que en el siglo XVII, participó de las primeras corridas traídas por la monarquía insipiente, que conmemoraba cada feriado o fiesta popular de Portugal en tierra brasileña, de acuerdo con la innumerable cantidad de lusos asentados en el país.
Estos acontecimientos ganaron fuerza en tierras brasileñas, un siglo después, cuando la capital se situó en Rio de Janeiro. Fue el barrio de ‘’São Cristóvão’’, el escenario de la práctica del toreo.
– Campos de Santana
Los principales palcos de corridas existieron en ‘’Campo de Santana’’ y la ‘’Arena de Toros’’, en Laranjeiras. Las jornadas estaban acompañadas por fuegos artificiales, bailes y mucha bebida alcohólica. De las 50 mil personas que poblaban Río de Janeiro en ese entonces, unas 10 mil disfrutaban del espectáculo diariamente.
El máximo esplendor de esta práctica fue a partir de 1808, a partir de la llegada de la corte real portuguesa a Brasil, con un gasto exuberante para la época.
Los campos de toradas habían cobrado una relevancia importante como divertimento de los residentes en la ‘’Ciudad Maravillosa’’, aunque esto no era de forma unánime, ya que existían grupos de personas que cuestionaban la violencia animal. Famosos e intelectuales alzaron la voz en repudio a estos actos. Tal fue caso del escritor Joaquim María Machado de Assís, considerado el mayor literato brasileño, quien en uno de sus críticos escritos destacó el repudio al vandálico pasa tiempo, allá por 1877.
- Joaquín María Machado de Assis
Estos eventos eran económicamente muy costosos y sostenidos por la deteriorada economía de la corte real de Portugal y lentamente fueron perdiendo interés. En 1821, una de sus principales arenas, la de ‘’Campo de Santana’’, fue cerrada. Según indican los archivos de esa época, la práctica siguió su curso y recién en 1907 se canceló con el decreto municipal del intendente Sousa Aguiar, quien prohibió este espectáculo.
En crónicas destacadas se indica como el 13 de octubre de 1818 el inició de las corridas de toros en el país, fue -como indicamos-, poco tiempo después de la llegada de la realeza, los Braganza desterrados de Portugal y emparentados con los Habsburgo austríacos.
La principal instigadora de estas corridas de toros, fue la madre del emperador Don Pedro, Carlota Joaquina, gran aficionada al espectáculo español.
- Carlota Joaquina
Ya pasó mucho tiempo de la iniciativa y la implementación de esta actividad en esta parte del planeta. La conciencia de los hombres cobró, cada día, un poco más de respeto y consideración por los animales.
En Brasil, fue un intento de emular las costumbres europeas, que se sostuvo por 89 años y que, por acertada prohibición municipal, fue anulada.
Brasil, fue también, escenario de corridas de toros.
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