Estimado lector, visitar las Cataratas del Iguazú implica, también, recorrer las Ruinas de San Ignacio, el testimonio histórico de las misiones jesuíticas en el territorio misionero, que se extendieron hacia el Brasil y el Paraguay. Pero hoy, queremos recomendarle, sumar a este recorrido, la “Casa de Horacio Quiroga”.
El escritor, nacido en Salto, Uruguay, fue un apasionado del mensaje poético, y mostró de manera incondicional su amor por la tierra colorada. Entre muchas obras importantes para la literatura, la describió en relatos como el famoso “Cuentos de la Selva”.
A los 10 años, conoció este poblado al que consideró su lugar en el mundo, donde comenzó a expandir en su mente esa magia imaginaria mezclando a los seres reales con otros encantados, ficticios y literarios, que fueron reflejo de esta selva misionera.
San Ignacio es una ciudad pequeña y para llegar a la casa del escritor hay que atravesar casi todo el casco ciudadano por un estrecho camino de tierra colorada rodeado de selva.
El hogar original se quemó hace unos años y fue reconstruida por productores que habían filmado allí una película. La similitud con la morada levantada por las propias manos de Horacio Quiroga se ve perfecta.
Al llegar a la casa-museo, una guía local, aguarda a los visitantes, apoyada sobre un escritorio antiguo, sentada en una desvencijada silla de madera.
La visita comienza con un saludo amable y, con lujo de detalles, la señora cuenta la historia mientras va mostrando las pertenecías del frenético escritor.
A escasos pasos de la reconstruida vivienda, se encuentra una diminuta edificación que servía de albergue para que Quiroga escribiese sus cuentos. Allí, puede apreciarse, sobre un escritorio, su vieja máquina de escribir y un catre que solían utilizar sus amigos cuando lo visitaban.
Cuenta la encargada del lugar que don Horacio solía pasar largas horas meditando en ese recinto. También, se observa en ese espacio el cuero de una serpiente grande, que el mismo escritor mató, cuereó y disecó, y lo mostraba a sus amistades con orgullo, como un magnífico trofeo.
Junto a estas rarezas, hay una importante colección de mariposas, y otros objetos que él creía que eran parte del ciclo de vida y muerte que brinda la selva.
Horacio Quiroga escribió “Anaconda”, “Cuentos de la Selva”, “El Desierto” e innumerables obras más donde relató con su particular estilo, el horror y la violencia que esconde la selva en su aparente calma.
Gran parte de sus escritos tienen como escenario de inspiración la selva misionera -lugar que Quiroga amó-, es desde esa visión que extrajo los personajes de sus narraciones, también, a sus protagonistas a quienes presentó como mártires de la hostilidad que da la naturaleza. Las condiciones de vida a las que eran sometidos se manifiesta en muchas lluvias, con inundaciones y con las consecuencias que eso acarrea.
La Casa de Horacio muestra la extraña manera de vivir que tenía Horacio Quiroga. De niño escribió el cuento de terror a que él mismo llamó: “La Gallina Degollada”.
Fue marcado por la tragedia ya que, en su historial cuenta con la muerte accidental de su padre en un día de caza, luego su madre y padrastro se suicidaron y él mato de un disparo fortuito a su amigo Federico Ferrando.
Horacio Quiroga era uruguayo de nacimiento y radicado en la Argentina, fue considerado uno de los mayores cuentistas latinoamericanos de todos los tiempos.
Falleció en Buenos Aires en 1937.
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Alberto Antonio Curia es Periodista y Consultor Turístico
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