Mucho tiene que ver el sufrimiento de Doña Leopoldina, con las aventuras de Don Pedro I.
- Doña Leopoldina
En 1822, cuando Domitilia de Castro do Canto e Mello, estaba todavía casada con un hombre violento, como lo era Felício Pintio Coelho de Mendonça, el azar cruzó en su camino al regente Don Pedro I.
- Domitilia
Fue en la visita del portugués, a la ciudad de San Pablo, días antes de la declaración de la Independencia de Brasil. Por entonces, Don Pedro I tenía bien ganado el mote de mujeriego, ya que encontraba amantes en cada lugar que transitaba.
Corría el año 1923 y Domitilia de Castro se había instalado en la corte. Desde el comienzo, la relación daba que hablar en toda la sociedad por lo intensa y grotesca. Si bien la nueva miembro de la realeza sabía que no era la única amante del emperador, sí se consideraba la más importante y el tiempo le daría la razón. Ella perduró algo más de siete años junto al monarca.
Se dice que el amor exagerado de Don Pedro, se debía a la personalidad de la dama muy diferente a la de su esposa; la paulista tenía un espíritu libre y aventurero.
Con el avance de la relación, el soberano fue otorgando distintos títulos de nobleza a su amante y, para que ésta estuviese más cerca de él, en 1825 la designó como dama de compañía de su esposa.
Poco tiempo después, la nombró Vizcondesa de Santos y, luego, recibió oficialmente el título nobiliario de Marquesa, acto que llamó la atención de la sociedad de la época.
No solo la marquesa recibió títulos de nobleza; el emperador los distribuyó, también, a gran parte de la familia de su amante, a quienes les obsequió una mansión en Río de Janeiro, conocida como la “Casa Amarilla”. En la actualidad, allí está instalado el “Museo del Primer Reinado”.
Honrando su fama de mujeriego, Don Pedro tuvo relaciones amorosas cargadas de polémicas, entre ellas, con la “Baronesa de Sorocaba”, que era la hermana de su amante principal, “Titilia”, como llamada él a Domitilia. Cabe destacar, que embarazó a su cuñada pocos días después de saber que Domitilia cargaba en su vientre un hijo suyo.
- Baronesa de Sorocaba
Ese triángulo amoroso dejó a la “amante titular” enfurecida y atacó en varias oportunidades a su hermana.
A la muerte de la Emperatriz Leopoldina, Don Pedro I, debió pensar en casarse nuevamente, ya que los actos violentos hacia su fallecida esposa y sus episodios de infidelidad, habían acabado con su reputación.
- Don Pedro I
Para mostrar una imagen diferente de su persona y observando que la figura de Domitilia era la causante de su descredito social, hizo que la mujer fuese llevada de regreso a San Pablo.
La dama, abandonada, rompió oficialmente con él en 1829 y nunca se convertió en Emperatriz.
Domitilia de Castro do Canto e Mello, simplemente “Titilia”, fue la amante del emperador.
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