Gran Hermano: el juego más macabro de la televisión

Por Mariela Verónica Gagliardi, especial para DiariodeCultura.com.ar.

Meses antes de la crisis del año 2001, crisis socio-económica que tardó varios años en solucionarse y, a medias; se apoderó de la pantalla de Telefé un programa llamado «Gran hermano». Este reality que está basado en la novela «1984» de George Orwell, pudo traer diversión para algunos e intriga para otros. Un «juego» basado en la convivencia entre personas desconocidas que debían estar encerradas en una casa durante varios meses en temporada de verano.

Lo que para muchos televidentes fue una distracción y el observar esta especie de
experimento; para muchos significó recordar el libro de Orwell. Si bien transcurrieron 22
años de aquella edición, en la actualidad estamos vivenciando otra vez este fenómeno que merece la pena ser analizado.

¿Qué es lo que llama la atención al decidir ver a extraños cocinar, bañarse, nadar en la
pileta, discutir?. 
¿Por qué se elige cada vez que estamos con el país en llamas, traer nuevamente el ojo observador de Big brother?

Quienes no conozcan en detalle el libro citado, brevemente mencionaré que se basa en los gobiernos autoritarios y por eso la observación constante sobre la sociedad. ¿Existe algún patrón que podamos notar en los últimos años en Argentina?. ¿Qué sucede con el control que se termina haciendo sin tantas veces darnos cuenta?

Los celulares y sus aplicaciones son una de las armas más letales al momento de ejercer predominio sobre las personas. La necesidad, imperiosa, por manejar conductas, decisiones, los pasos, horarios, ingresos, salidas, emoticones, tildes, colores de los mismos, etc.

Estamos viviendo bajo el control de un ojo observador desde las últimas dos décadas
más que nada en cuanto a materia tecnológica. 
En medio de todo este caos, la palabra parece carecer de valor.

Un casting que selecciona a los 18 participantes que recibirán un sueldo por sobrevivir con todo al alcance de la mano. Pruebas semanales que definirán cuánto dinero “simbólico” tienen para gastar en el mercado que hay dentro del predio rodeado de cámaras que, como mencionaba al comienzo, observan a cada instante (las 24 horas) las conductas y reacciones de cada uno de ellos.

The Truman Show (film protagonizado por Jim Carrey) fue una de las películas más
emblemáticas en cuanto a este tema, donde la morbosidad se hacía presente al no saber -su protagonista- que estaba inmerso desde que nació en un set de filmación. Una ciudad recreada en ese caso, versus una casa con ambientes grandes que todo lo tienen como para hacer el esfuerzo que se pueda.

Es notorio cómo con el avance del tiempo, Gran Hermano, va desgastando a sus invitados (hermanitos, como suelen apodarlos) por la constante intromisión, esos ojos que todo lo ven y proyectan a los televidentes (seleccionando muy bien qué transmitir y qué no). Esta emisión del programa fue la que más expuso a la producción, por los errores que cometió.

Cabe aclarar que está prohibido el ingreso de celulares (por mencionar un gran detalle). Todos los seleccionados solamente ingresan con su ropa, algunas fotos de sus seres queridos y sus accesorios personales. Sin embargo, más de un participante notó tarjetas sim tiradas en el patio, mencionaron que podrían sacarse fotos con los celulares, algunos de ellos recibieron visitas por detrás de los espejos y se asustaron, así como no tuvieron la prolijidad de permitirles soñar estar en un reality en el que solo entre ellos podían comunicarse.

Abusos de poder dentro de la casa (que nunca fueron sancionados) acosos a mujeres menores de 21 años (tampoco reprendidos), gordofobia, xenofobia, bullying y discriminaciones constantes.

¿Qué es lo que buscan quienes deciden ingresar a la casa “más famosa del país”?. Un premio de 15 millones de pesos más una casa prefabricada. Para acceder a éste, tendrán que aguantar lo más que puedan y, de a poco, sus actuaciones irán pereciendo hasta mostrar su verdadero ser. Es que el estar bajo presión no puede salvarse con un rimmel ni con uñas postizas.

Quienes son melancólicos duran poco, quienes muestran sus debilidades, también. En cambio, quienes consiguen ser autoritarios captan perfectamente la esencia de la novela de Orwell.

Asumo que los participantes no leen “1984”, antes de entrar a la casa de Zona Norte; pero, tal vez, si lo hicieran, sabrían a lo que se exponen. El sueño de la fama puede angustiarlos, generarles falsas creencias, hacerles sentir que ganen o no el premio “ya ganaron” por haber sido seleccionados para jugar.

No se trata de la familia feliz, por más que entre ellos se digan “primos”. Es el juego más macabro que podría verse en la televisión y con la notoriedad de ser filmado minuto a minuto. Observar el maltrato, el destrato, las lágrimas, cómo todos pretendían hacer un camino de introspección para conocerse mejor.

Ahora, ¿es sabia la exposición? ¿Qué es lo que se llevarán consigo cada uno de ellos?
Mientras los ganadores de otros años, por lo general son recordados y consiguieron una fama, los demás fueron enterrados; al igual que hacen los gobiernos totalitarios como el de Hitler.

Quizás pueda sonar exagerada la comparación entre el líder del nazismo y el personaje (del que solo se escucha la voz) de Gran Hermano. Pero, incluso en épocas de Guerra se asistió a los soldados con herramientas del psicoanálisis… lo mismo que ocurre con estos “hermanitos” que cada vez que la están pasando muy mal piden hablar con el psicólogo.

El aislamiento al que se los somete es solamente físico pero se tienen entre ellos. Es cierto que en un comienzo fueron completamente desconocidos pero fueron aprendiendo, a la fuerza, a conocerse para seguir más tiempo en el reality.

Ganar, ¿ganar dinero? El primer ganador del certamen no tuvo demasiada suerte porque el corralito le permitió muchísimo tiempo después hacerse del dinero y sólo pudo obtener la mitad. Economía de guerra, imprevistos que muchas veces no se pueden predecir salvo que alguien tenga poderes sobrenaturales.

El que tenga más aguante, el que más sufra, el que sobreviva al panóptico diario y a las órdenes del más violento será la figura recordada. Luego aparecerá en programas de televisión opinando sobre la farándula y sobre otras ediciones de este reality, será apodado como ocurre con los hijos de famosos: el ganador de Gran Hermano 2023.

Por último, quien busque tomarse unas vacaciones y tener la meta de entrar a esta casa, piense qué tipo de descanso desea tener. A veces, el fin justifica los medios y, tantas otras, los medios somos los encargados de comunicar, informar, educar y no meternos en la privacidad de personas que necesitan lo que una ficción no les va a dar jamás.

=============================================================

Mariela Verónica Gagliardi, es periodista cultural y productora de radio.