El hoy sigue siendo, básicamente en verano, vacaciones invernales y feriados largos, un destino turístico nacional e internacional de altísima demanda y que ha evolucionado de manera constante en desarrollo edilicio y “puesta en valor” año tras año.
Pero… Hay quienes recuerdan un esplendor, tal vez más relacionado con recuerdos centrados en una difusión, entonces, normalmente “grandiosa”. Si bien otros puntos del país tenían importantes actividades, el espectáculo se centraba en las “épocas pico” allí, con la presencia de las estrellas en los distintos géneros y formas. Los teatros, que tradicionalmente tenían (menor) pero una presencia sin distinción de estaciones, iluminaba en las candilejas de los escenarios y estallaba las grandes marquesinas, hoy por hoy ya no “alumbran” hasta que el nuevo verano las encienda.
El cine estrenaba al mismo tiempo que en Buenos Aires a sala llena, cuando no era tan fácil hacerlo (la cantidad y volumen de copias en grandes carretes de rollo/cinta). La oferta era amplia, la sigue siendo pero, como en muchísimos lugares, concentrada en un grupo de complejos de cines pequeños/medianos y con gaseosas y pochoclo reglamentarios.
Mar del Plata, de ella se trata, donde, salvo excepciones, los hoteles históricos que siguen en actividad han perdido brillo y prestigio en importantes casos. Naturalmente hay otros más “tercer milenio”. El viejo Montecatini ya no está en el mismo lugar (por mencionar uno), ya no es antiguo y, quizás, tampoco se come “tan barato”.
La zona central del Boulevard Marítimo (el teatro, centro de deportes) y la rambla son “distintas”. ¿Mejor? ¿Peor? Vaya uno a saber… (La imagen fuera de la época de turismo es soledad, abandono…). El casino que hace décadas dejó el “reglamentario” saco y corbata ha ganado, seguro, en cantidad de público a lo largo del día. Sin embargo el glamour se haya despedido para no regresar.
La Peatonal ha ido cambiando, no del todo, paulatinamente, sin rendirse y “cobijando” los pasos de la gente, exhibiendo todas sus ofertas más el tradicional “sonido” de los fichines y las máquinas electrónicas.
En la presentación de la “Temporada”, la necesaria previa, pese a la proliferación de los medios de comunicación, cantidad e inmediatez), se advierte una conferencia de prensa y solo quedan una fotos y alguna grabación de televisión, pero desde lejos (al menos 400 kilómetros) parece se ha perdido el fulgor de la inauguración “con todo” custodiada por la Guardia del Mar y la elección “estelar” de la reina del mar.
Muchos apelativos han pasado, desde la “Feliz”, “Mardel”, “Marpla” y una posible extensa lista, ahora casi reducido a la preeminencia de uno: “MDQ”, que la mayoría asocia con un programa de televisión y no con realidad. Agrandando algo y empequeñeciendo lo importante.
Es la sigla que tocó por haber llegado tarde. La IATA, ente regente de la aviación mundial, tenía registrado a un selvático, pequeño y común aeropuerto indonesio, desde los ‘40 ó ‘50, la “MDP”. Cuando se fue en busca de la correspondiente para el Aeropuerto Internacional Astor Piazzolla hubo que quedarse con “MDQ“, siguiente letra después de la P, que se ha convertido en una marca.
En el invierno, a excepción de las fechas antes indicadas, la gran ciudad continúa activa y atractiva, cuando vuelve a despoblarse (alquiler, alojamientos, etc.) para que sus habitantes cotidianos prosiguen con el ajetreo indetenible. Igualmente es ese tiempo que muchas luces se apagan en todos los sentidos, del alumbrado ciudadano, los comercios (también de infinidad de rubros).
No será, no es, fácil, sin ayuda, dar con sitios (que en otros momentos) perduraban como clásicos de cada día, y por qué no, de cada año: restaurantes, cafés, confiterías, lugares de tragos, “templos” de la música y el baile. No es accesible dar con ellos si existen, porque a lo mejor se “esconden” o ya no están.
Hace algunas semanas, una noche, sabiendo que hace años no está, con el pensamiento y curiosidad de saber qué encontrar allí (¿un rubro similar, o tal vez hasta un súper chino, una panadería…?), a partir de avenida Colón tomé Bartolomé Mitre, o simplemente Mitre, para “ver”. Llegué a la altura del 1800 y di con una oscuridad que, no sé, me pareció mayor que el de las calles que transitaba. Busque la dirección exacta (complicado porque la ciudad carece de algo habitual en casi todos lados: las pequeñas placas habituales con los números de cada propiedad del tipo que sea…
Deduje que lo que vi era el 1831… (Un edificio a un lado, puede que 1829 si no me equivoco, y un comercio después también “innumerado”), todo su frente cubierto por un portón o persiana color marrón ennegrecido con dibujos varios, de un probable blanco con luz o limpieza. El punto exacto de la entrada a aquel espacio, con magia, que fue “Capítulo V”, ahora un disparador, al fin, como ocurrió hasta este punto en forma general para evocar a esa, otra, Mar del Plata, que puede o no considerarse fue mejor, más alegre, etc., a través de un capítulo, un capítulo tal vez dentro de este relato… pero real, un período con la costumbre de cruzar la puerta de “Capítulo V”, donde tomé el mejor café irlandés de mi vida.
En alguna publicación rememorando esa Mar del Plata ya historia y que no era MDQ, dos bohemios y reconocidos actores contaban que era su «lugar en la noche marplatense, luego de sus respectivas funciones, puntualmente iban a marcar presencia al emblemático sitio. Nadie faltaba a la cita, se encontraban con todos los compañeros a brindar, charlar y arreglar el mundo, mientras alguna vez desde el piano tocaba y cantaba Facundo Cabral”. No sólo las figuras llegaban, también numerosos periodistas, que ya armaban los textos de las secciones de los medios, convocados por la simpatía y siempre permanente sonrisa del dueño de casa: Ernesto Atochkin. El gran Pepe Soriano dijo que “El deseo no se pierde así tengas cien años”.
Ernesto Atochkin que bien merece ser ilustre en la ciudad, hoy con 82 años es gerente de una empresa del rubro de servicios inmobiliarios, dueño y creador de ese fenómeno que fue “Capitulo V”. Es una lástima que únicamente es posible encontrar puntual sobre (más de lo que aquí se está escribiendo) en el blog de Atochkin en Facebook, con último posteo por 2016 y que al margen de algunas fotografías (Referencias al pie) y comentarios, falta una buena reseña de la historia del local.
Solo fue hallable un artículo en el diario “La Capital” de Mar del Plata publicado el 27 de julio de 2000 con el título “El boliche se cerró cuando se terminó la noche”, sobre aquel pub que se convirtió en reducto de personajes del espectáculo en la calle Mitre, a pocos metros de Rivadavia, hasta que cerró en 1989.
Ernesto Atochkin cuenta: “Empezó otra época, una generación que se cuidaba físicamente, cambió la forma de vida. Antes venían y se tomaba entre cuatro o cinco whiskies, fumaban un atado de cigarrillos. Hoy se cuida el cuerpo, se toma champagne y se acuestan temprano”. “Éramos otros, convencidos de que todo va cambiando y, en tal sentido, hoy no se podría repetir el éxito de “Capitulo V”.
Recuerdos. Mar del Plata y el capítulo de “Capítulo V”, sin duda, irrepetible, pero ¿Habrá alguien que prepare, con aquella excelencia, un café irlandés?
A un clic de distancia, el video de una poderosa balada que se debió escuchar, entre la charla, infinidad de veces: “Eclipse total del corazón» («Total Eclipse of the Heart”), escrita y producida por Jim Steinman para el quinto álbum de estudio (“Faster Than the Speed of Night”) de la cantante y compositora galesa Bonnie Tyler, editado por el sello discográfico CBS Records el 7 de febrero de 1983 en el Gran Bretaña. Versión en vivo del mismo año, publicada en la página oficial de la artista en YouTube, para “Top of the Pops”.
Cuídense, en todo.
Norberto Tallón
Fotografías/referencias. 1: Torreón Mar del Plata, ahora. 2: Logo “Capítulo V”. 3: Ubicación de “Capítulo V” (1970/1989). 4. Galanes en la barra. 5. Stella Maris Lanzani, Diana Maggi, Juan Carlos Dual y Hugo Moser. 6. Alberto Sordi. 7. Pepe Soriano y acompañantes. 8. Gerardo Sofovich. 9. José “Pepe” Sacristán con Ernesto Atochkin (EA). 10. Verónica Castro, Jorge Martínez y EA. 11. Joan Manuel Serrat y EA. 12. Guy Williams. 13. Artículo diario mencionado. 14. La fachada de lo que fue “Capítulo V”. Salvo la 1, 3 y 14 (del autor) las demás pertenecen al blog citado en la columna.