Crucigrama: Juan Pablo I

Albino Luciani, el Papa de los 33 días – Pör Norberto Tallón, especial para DiariodeCultura.com.ar.

Un día antes…

El Patriarca de Venecia, cardenal Albino Luciani antes del comienzo del cónclave cardenalicio, 25 de agosto de 1978, manifestó el deseo de no ser elegido, confesando esa idea a los más cercanos.

Día 1.

Se cumplirán este lunes 46 años de aquel 26 de agosto, segunda jornada, luego de la cuarta votación, del breve cónclave (segundo en duración tras el de Pío XII -1939-, “Fumata Bianca” desde la Capilla Sixtina ya producido el recuento. El cardenal protodiácono Pericle Felici anunció la decisión del Colegio cardenalicio: elegir a Albino Luciani ducentésimo sexagésimo tercer (263°) papa de la Iglesia Católica y, a la vez, Soberano de la Ciudad del Vaticano. Tercer patriarca veneciano ocupante del sillón de Pedro (precedido por Pio X (1903) y Juan XXVIII (1958). Tomó el nombre (en latín) de Ioannes Paulus PP. Primer Sumo Pontífice católico que escogió un nombre compuesto, en honor a sus inmediatos antecesores, Juan por Juan XXIII y Pablo por Pablo VI, al mismo tiempo, el primero en agregar el ordinal 1 y ser Juan Pablo Primero.

Los días intermedios.

Se lo recuerda en Italia como “El papa de la sonrisa («Il Papa del Sorriso») y “La sonrisa de Dios (“Il Sorriso di Dio”). ​Muchas publicaciones internacionales, entre ellas la revista estadounidense “Time” lo definieron como “El papa de septiembre” (“The September Pope”). Hay quienes creyeron su consagración tuvo su causa en la división ideológica del Colegio cardenalicio. En el año de los “Tres Papas” él era el primero nacido en el siglo XX.

El 23 de noviembre de 2003 fue declarado “Siervo de Dios”, primer paso en el camino a la “Santidad”, por Juan Pablo II. El papa Francisco confirmó su virtud heroica el 8 de noviembre de 2017 y lo proclamó Venerable, en el mes de octubre de 2021se anunció su beatificación, momento en que se ratificó la atribución de su intercesión en la milagrosa curación de una niña en La Argentina. La ceremonia de proclamación, en más, del Beato fue el 4 de septiembre de 2022, en la Plaza de San Pedro, presidida por Francisco.

Día 33.

Al caer la tarde del 28 de septiembre de 1978, apenas horas antes del deceso, mantuvo un tenso encuentro con el cardenal Jean Villot y dio una última indicación, a continuación cenó con sus secretarios, “Luciani había decidido llevar a cabo cambios contundentes y remociones significativas dentro de la estructura del Vaticano, Paul Marcinkus, director del Banco del Vaticano (IOR/Instituto para Obras de la Religión), a quien apodaban El Banquero de Dios”, era el primero en la lista de quienes, de inmediato, serían al día siguiente y sin demora, relevados”, investigación en marcha que llegó a la prensa con los problemas que ocurrían en el oscuro manejo financiero.

A las 4:30 del viernes 29 de septiembre, sor Vincenza golpeó la puerta del dormitorio papal y pronunció su habitual “Buenos días, santo padre”. Le llevaba el café. Pasados quince minutos advirtió “ese” café intacto, insistió en llamar a la puerta, sin respuesta. Abrió y encontró lo peor.  Le tomó el pulso, accionó el timbre para alertar a los asistentes y salió en busca de otras hermanas y despertar al padre Diego Lorenzi, primero en llegar, finalmente el secretario de Estado, cardenal Jean Villot, a las cinco, vio con sus ojos al papa muerto, impuso un voto de silencio de las noticias acerca del suceso.

Tras convocar al sacro Colegio Cardenalicio y al encargado de la diplomacia, requirió al jefe del servicio sanitario del Vaticano, doctor Renato Buzzonetti, y al jefe de la guardia suiza. El médico examinó el cadáver, fijó la hora de la defunción en las 23 y diagnosticó muerte por infarto de miocardio, el cardenal determinó que los hermanos Renato y Ernesto Signoracci lo embalsamaran urgentemente. Los boletines indicaron que el padre norirlandés John Magee, que concelebraba misa con él a las 5, fue quien lo encontró muerto en su habitación. A posteriori se agregó que tenia en sus manos el libro de Tomás de Kempis “La Imitación de Cristo”.

El comunicado oficial relató: “Esta mañana, 29 de septiembre de 1978, alrededor de las 05:30 a.m. el secretario particular del papa, sin haberle encontrado en la capilla como es su costumbre, le buscó en su habitación y le ha encontrado muerto en la cama, con la luz prendida, como si todavía leyese. El médico Renato Buzzonetti, que acudió inmediatamente, ha constatado su muerte, acaecida probablemente hacia las 23:00 p.m. del día anterior a causa de un infarto agudo de miocardio.

El fallecimiento de Albino Luciani sembró muchísimas dudas en el imaginario colectivo. Pese al tiempo transcurrido, éstas permanecen acerca de lo acaecido. La versión oficial no convenció a la gente y ni la misma Iglesia, pues sumó interrogantes sobre el inesperada pérdida de la máxima autoridad del catolicismo. Las agencias de noticias presionaron para esclarecer las circunstancias dudosas, el diario italiano Corriere della Sera tituló en su portada “¿Por qué negarse a la autopsia?”. La organización católica Civiltà Cristiana reclamó una investigación judicial.

Se han entrecomillado textuales tanto escritos como orales en razón del material investigado, pero la idea es resumir una larga historia con los puntos básicos de las incongruencias entre publicaciones formales, teorías de posibilidades así como las conspirativas, hipótesis, etc. Una bibliografía rápida remite a los informes y expresiones de las autoridades, los libros “En nombre de Dios” (In God’s Name) del escritor inglés, principal examinador y analista, David Yallop, “Papa Luciani, Crónica de una muerte” de la autora romana Stefania Falasca, “Ángeles y demonios” del escritor y novelista estadounidense Dan Brown y “Conspiración en el Vaticano y milagro en la Argentina” de las periodistas y escritoras: Nunzia Locatelli (Italia) y Cintia Suárez (Argentina).

Yallop (una carta arribada del Vaticano le pedía indagara el caso, se puso en la tarea que aceptó con total prontitud y Roma le abrió las puertas) sostiene que si la muerte ocurrió por causas naturales “las subsecuentes acciones e instrucciones de Villot resultan inexplicables… O el cardenal “tomó parte en una conspiración para asesinar al papa o bien descubrió en el dormitorio del pontífice claras evidencias que indicaban que este había sido asesinado y, para proteger a la Iglesia, rápidamente decidió destruirlas”. Asimismo, afirma que “eran las 7:00 de la mañana y el mundo no sabía que el papa había muerto”. Los comunicados dijeron que el padre Magee fue quien encontró muerto a Juan Pablo I en su habitación y el tema del libro en las manos, otro versión adjudica el hallazgo a su secretario, como también, quizás la más válida, la hermana que le sirvió el desayuno. El Vaticano siguió en la misma línea narrativa durante cuatro días emitiendo falsa información que “creaba” un pensamiento público que pretendía ser la realidad, sin embargo, “ni Magee concelebraba misa a esa hora ni se encontró un ejemplar de la obra de Kempis”. En conclusión el londinense exhibe otra polémica: “Si un ciudadano italiano hubiera muerto en circunstancias similares a las que rodearon la muerte de Luciani, se hubiera ordenado practicarle la autopsia”. Nunca pasó. Causó sorpresa que Marcinkus llegara, inusualmente, a primera hora al Vaticano desde su residencia en las afueras de la ciudad. El jefe de la guardia suiza le transmitió lo ocurrido y sin encontrar reacción alguna. Los sospechados de la autoría material y/o intelectual en sus búsquedas resultan: John Cody, arzobispo de Chicago (vinculado a malversación de fondos, Marcinkus, Villot, los banqueros Michele Sindona y Roberto Calvi y Licio Gelli, político fascista italiano y líder de la logia pseudo-masónica P2. Su convencimiento final expresa “En mi ánimo no está tratar de producir ‘graves insinuaciones’. Por tanto, es mejor que haga una afirmación categórica: estoy completamente seguro de que el papa Juan Pablo I, Albino Luciani, murió asesinado”.

El envenenamiento con una dosis de la droga digital suministrada a última hora de la tarde. El embalsamamiento y falta de autopsia, otros dos “inexplicables” hechos, “por estrictas exigencias del Vaticano, no se extrajo la sangre del cadáver ni se extirparon los órganos”. Es incontrastable que una pequeña cantidad de sangre hubiera alcanzado para encontrar cualquier sustancia venenosa.  La ausencia del testamento también levantó sospecha, se sindica a Villot por la desaparición del mismo y los papeles que tenía entre manos en sus últimos minutos de vida. Tampoco se encontraron  las zapatillas o los anteojos.

La seguridad que Roberto Calvi, presidente del Banco Ambrosiano, y el banquero Michele Sindona, poseían no solo sobradas razones, sino capacidad de matar. A la vez, la pieza clave “Licio Gelli”, impulsor de la infiltración en las finanzas vaticanas que sugería llevar siempre consigo una dosis mortal de la droga digital. Años más tarde, madrugada del 18 de junio de 1982, Calvi fue hallado ahorcado en el puente Blackfriars de Londres, el “puente de los frailes negros”. Sindona, se suicidó o fue envenenado en la celda de Voghera, cárcel italiana de máxima seguridad.

Día 0.

El nacimiento de Albino Luciani, hijo de Giovanni y Bortola Tancon, en Forno di Canale, desde 1964 Canale d’Agordo, localidad de región del Véneto en el norte del, entonces, Reino de Italia, fue el 17 de octubre de 1912. Mayor de cuatro hermanos (Eduardo, Antonia -Nina- y Federico). Familia humilde con transito penoso en la Primera Guerra Mundial. Alguna vez dijo públicamente: “En toda esta semana, los periodistas han hablado de la pobreza de mi infancia. Pero ninguno podría llegar a sospechar jamás el hambre que yo he conocido”. A los seis años recibió la confirmación. Su madre falleció y su padre se casó con una mujer muy devota, lo que marcó la aparición de su vocación sacerdotal. Ingresó al seminario menor del pueblo de Feltre, en Belluno en el Véneto, en 1923. Absoluto estudioso y memorioso para con todas sus lecturas. El novel seminarista volvía a su casa cada verano y trabajaba en el campo. Por el ’28 marchó al Seminario Gregoriano de Belluno, fue ordenado Subdiácono (1934), diácono (1935) y presbítero ese último año en la iglesia de San Pedro del lugar. Enseguida se lo designó cura capellán en su ciudad natal y tras pocos transferido, como profesor de religión en el Instituto Técnico de Mineros de Agordo y vicerrector (1937 al 47) del seminario donde se había formado, dictó Teología dogmática y moral, Derecho canónico y Arte religioso.

En el comienzo de los 40 inició estudios en la Pontificia Universidad Gregoriana para doctorarse en Teología negativa, que conllevaba la estadía de un año en Roma. Sus superiores deseaban continuara sus clases, obtuvo una dispensa de Pío XII. Su tesis “El origen del alma humana según Antonio Rosmini” (Filósofo y sacerdote), era opuesta a la teología del mencionado escritor, por el trabajo recibió el doctorado “magna cum laude”. Por esa época requerido como vicario general de la diócesis de Belluno y a los dos años director de la oficina de catequesis de la diócesis.

El 15 de diciembre de 1958, ungido obispo de la diócesis de Vittorio Veneto por Juan XXIII quien, también, en la basílica de San Pedro, lo consagró. A comienzo del año siguiente ejerce en la diócesis de Vittorio Veneto, realizó su primera visita pastoral en junio. Asumió el rol con mucha seriedad y apertura en lo referente a lo interno como a lo social. Con su bicicleta se acercaba a hospitales, veía a los curas de las montañas, etc.  Asistió a la apertura del Concilio Vaticano II en Roma y estuvo presente en cuatro de las sesiones del mismo (1962). El 15 de diciembre de 1969 Pablo VI lo convirtió en Patriarca de Venecia y en marzo de 1973 lo elevó a Cardenal. En su primer ángelus tras ser nombrado papa, recordó la vergüenza que había pasado cuando san Pablo VI se quitó su propia estola y la colocó a él sobre los hombros.

Juan Pablo I, murió ¿asesinado? en algún momento entre las nueve y media de la noche del 28 de septiembre y las cuatro y media de la madrugada del 29 de septiembre de 1978, a los 65 años de edad en el Palacio Apostólico del Vaticano.

A un clic de distancia, el video documental  “Cónclave y elección de Juan Pablo I (Albino Luciani)”. Testimonio histórico en 4 minutos 52 segundos de duración. Publicado por “Inmaculada Monte Grande” en YouTube. La música es “In the Upper Room: Dance VII”, por Philip Glass Ensamble.

Cuídense, en todo y por todo. Mucho, pero muchísimo, más que nunca…

Norberto Tallón