Hugo Tomás Tiburcio Adelmar Guerrero de Ávila Marthineitz, nombre de nacimiento en Lima, República del Perú. Locutor y conductor de radio y televisión, construyó casi toda su carrera en La Argentina, reconocido como un importante creador e innovador en la radio. Censurado en varias ocasiones, tanto, por gobiernos militares y democráticos.
El primer gran éxito, quizás, de audiencia fue, en 1967, contratado por Radio Belgrano para poner en el aire, durante cinco horas de lunes a viernes, “El show del minuto”. Ese tiempo de cada tarde lo ocupaba, solo, con sus palabras (de su particular voz grave) y un estilo único, aún vigente (a nivel de formato y pese a los avances tecnológicos).
Cuenta la “leyenda” que allí surgió el apodo: “El Peruano Parlanchín”, también fue el “Negro”, por su talento para darle sustento y la capacidad de “hablar” para el oyente, maestro de los silencios, con una “manera” para improvisar por una cultura asimilada y acumulada entre la lectura, la investigación, la curiosidad que podría tener un “carácter” académico y la “presencia esencial” de la “calle”. Siempre relataba que solo tenía estudios primarios. En aquella época ganaba hasta 20 000 dólares estadounidenses mensuales.
En televisión realizó una versión de “Reencuentro”. Pero el que concitó mayor interés y seguimiento fue “A solas”, entrevistas íntimas sin límites temáticos, aun los “marcados” como tabú. Encabezó el noticiero nocturno “ATC 24” (Argentina Televisora Color) en 1991 y 1992.
La relación de Hugo con La Argentina, podría decirse y se dijo, fue un “amor a primera escucha”. Precursor en hacer participar al oyente, incorporarlo a la rutina del programa, invitarlo a cumplir el sueño de salir “al aire”, en “pisar” los temas, cantar encima de ellos, tararear las melodías, generando la complicidad con el receptor del mensaje, que tal vez lo imitaba desde “el otro lado”. Rompió esquemas para dejar los suyos.
En lo concerniente a que sucedería cada día. Su púbico sabía que él no iba a dejar en un plano inferior a la calidad y calidez por la publicidad, por ejemplo. Elegía textos y música sin permitir injerencias. Si algo no era del gusto particular del “Peruano Parlanchín” no se pasaba. No “iba”. Quizás, con cuatro o cinco profesionales más (no parece justo hacer nombres), integró el grupo de los mejores y más reconocidos locutores de radio del país de las últimas décadas.
La polémica, asimismo, lo acompañó en distintos acontecimientos que merecieron su consideración y opinión. Ya por 2009 tuvo un episodio por cuestiones de pagos y cumplimientos que terminó con una bofetada de Mauro Viale (el reclamado) en la puerta de, la entonces, Radio Rivadavia que provocó su desmayo.
Recibió, en 1986, el primer Martín Fierro al “Mejor programa de televisión por cable” por “A solas”, emisión en vivo y vía satélite a todo el país y limítrofes, pionero, del mismo modo, con esas características. Un año después fue premiado con dos Konex en Comunicación-Periodismo: “Konex de platino radial” y “diploma al mérito radial”. En 2007 recibió el Premio Éter a la trayectoria.
Como escritor publicó: “De hastío, los gatos y los días” (1976), “Señoras y señores, toda esta gente” y “Pasto de sueños” (1996).
Tuvo, en el 2000, un diagnóstico de cáncer de vejiga, que logró vencer. En su vejez vivió con ingresos, al borde de la indigencia, con la ayuda de sus tres hijos.
En julio de 2010 fue internado en un hospital Neuropsiquíatrico del barrio de Belgrano, en estado de desnutrición. El sábado 21 de agosto de 2010 en la mañana, por un paro cardiorrespiratorio, murió, con 86 años de edad, en el Hospital de Clínicas de Buenos Aires
A un clic de distancia, como demostración de lo afirmado sobre su “visión” de La Argentina, un breve fragmento de “Reencuentro” en televisión. Algo de música y Hugo Guerrero Marthineitz hablando de este país. Publicado en YouTube en el canal “90’Monocromáticos”.
Cuídense.
Norberto Tallón