El Género Negro se considera una rama, con realismo crítico, de la narrativa policial. Un relato con lo más técnico de las novelas policiales: los crímenes y búsqueda de la verdad, la descripción de personajes y ambientes junto al detective suelen ser más importantes que la resolución del delito en sí.
Hay quienes instalan su mojón original en “La carta robada (The Purloined Letter”), historia de Edgar Allan Poe y protagonizada por Auguste Dupin (investigador en sus obras previas “Los Crímenes de la Rúe Morgue” y “El misterio de Marie Rogét”, personaje imaginario de origen francés), publicada originalmente en diciembre de 1844 en “The Gift”.
En “El simple acto de matar”, su ensayo de 1950, Raymond Chandler definió a la novela negra o Hard-Boiled (carácter duro -definición de tipo de imprenta-) como el género del mundo profesional del crimen. El nombre surge a que las publicaciones originales salieron en la revista “Black Mask” en Estados Unidos y la colección “Série Noire” de la editorial francesa Gallimard, al mismo tiempo por el tono oscuro de los ambientes en que transcurren, lejos de las casas señoriales que ambientaban los “policiales” típicos de la época.
Obviamente el punto de partida un acontecimiento criminal pero en que resolver el misterio, como se indicó en el primer párrafo, no es la prioridad. El contenido, habitualmente, muy violento, la división de personajes entre buenos y malos no está trazada por una línea clara y fija, la mayor parte de los protagonistas son individuos derrotados, en decadencia, buscando la verdad o, al menos, el vértice más cercano a ella. En general presenta una asfixia, miedo, violencia, injusticia, inseguridad y corrupción del poder político en su atmósfera, reflejo del comienzo del Siglo XX estadounidense, época de la depresión que llevó a la “Ley Seca”, el crimen organizado, la mafia y el hampa.
La aparición se inicia en revistas baratas o “Pulp” (tipo de papel que Quentin Tarantino usó en el título de su film “Pulp Fiction -Tiempos violentos-, sin duda un homenaje). Una destacada publicación era, también, “Detective Book”, para un público trabajador o proletario, con un lenguaje directo y eje en lo social, la “escenografía” y descripciones urbanas marginales y suburbios, a la vez, quizás los más sugestivos, la corrupción política y moral. Los diálogos pasan, con frecuencia, por el Slang (lunfardo) callejero.
La acción se desarrolla rápida, movida y violenta, no tan intelectual e inquisitiva como en otras líneas de ficción. Los ámbitos son otros y tanto el detective, como los criminales, saltan a un lado y otro la “teórica” soga del bien y el mal. Ese protagonista es, en ocasiones, un fracasado y cínico salvándose al final por un básico sentido personal del honor. Los móviles del suceso son, casi siempre, alguna debilidad humana como la rabia, el poder, la codicia, la lujuria, etc.
Puede considerarse como los “padres” (más allá del origen mencionado sobre Poe) del Género a partir de 1922, aproximadamente, a Carroll John Daly (Race Williams), Dashiell Hammett (Sam Spade y Nick Charles) y Raymond Chandler (Philip Marlowe) -Entre paréntesis “sus detectives”-.
Una gran cantidad de escritores transitó por él, entonces las citas son mera orientación: Los de habla inglesa como Jim Thompson, Mickey Spillane, James M. Cain, James Hadley Chase, Ross Mc Donald, Patricia Highsmith y más cerca en el tiempo Michael Connelly, Ed McBain, Rex Stout, Ellery Queen, John Le Carré, Stephen King, Graham Greene y Craig Russell.
En Europa los españoles Francisco González Ledesma, Manuel Vázquez Montalbán (Pepe Carvalho) y Rosa Ribas, los franceses Georges Simenon (y su Inspector Maigret), Boris Vian (con el seudónimo de Vernon Sullivan) y los italianos Andrea Camilleri (comisario Montalbano) y Leonardo Sciascia. En América Latina: el cubano Rodolfo Pérez Valero, el chileno Roberto Ampuero, el mexicano nacido en España Paco Ignacio Taibo II y los peruanos Santiago Roncagliolo y Mario Vargas Llosa.
En nuestro país, el radicado en Barcelona Raúl Argemi, Mempo Giardinelli, Ricardo Piglia, Juan Sasturain, Rodolfo Walsh (con el comisario Giménez), Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges, bajo el seudónimo «Honorio Bustos Domecq», editaron varias colecciones de relatos con Isidro Parodi, el protagonista, un genio que desvela los más enrevesados enigmas desde una celda de la cárcel donde cumple condena.
Más contemporánea: Escandinavia, desde un precursor el sueco Henning Mankell (Inspector Wallander), con el paso de, entre otras y otros, Ása Larson, Maj Sjöwall se arriba comienzo de los 2000 a Stieg Larsson, autor de la trilogía “Millenium”, y más aquí Jo Nesbo, Camila Läckberg y muchos buenos ejemplos, es la zona del mundo donde en este tiempo la Novela Negra se ha transformado en un género editorial absolutamente popular, presente y un éxito de librería en todo el mundo. Más allá del algún “pronosticador” de decadencia.
Finalmente, las más importantes asociaciones vinculadas son el inglés Detection Club y la Mystery Writers of America, el Premio “Edgar” en todas sus modalidades, se considera el más importante galardón en Estados Unidos. La Asociación Internacional de Escritores Policíacos otorga el “Premio Internacional de Novela Dashiell Hammett” durante la Semana Negra de Gijón, anualmente en Asturias, a la mejor novela policial escrita en español.
A un clic de distancia, el video, publicado en su canal, del escritor y youtuber comentarista de libros César Cañete, “5 autores actuales de Novela Negra, no te dejarán indiferente” con recomendaciones, detalles y apreciaciones propias sobre Larsson, Tana French, Philip Kerr, Fred Vargas (seudónimo de Frédérique Audoin-Rouzeau) y Domingo Villar (éste último fallecido hace un año con medio siglo de vida).
Cuídense.
Norberto Tallón