Era la época de la “Ley Seca”, sancionada en 1917, vetada entonces por el presidente Woodrow Wilson y, en 1919, el Congreso desechó la nulidad y la consagró como la decimoctava Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos de América. Prohibición de venta, importación y fabricación de bebidas alcohólicas en todo el territorio de la Unión. Se la conoce, también, como Ley Volstead, ya que el presidente del Comité de la Cámara de Representantes sobre Asuntos Judiciales, Andrew John Volstead, fue quien se encargó de supervisar su aprobación, patrocinarla y facilitarla. El creador y redactor fue Wayne Bidwell Wheeler, miembro de la “Liga Antibares”. La norma no vedó expresamente el uso de todas las bebidas salvo las “espirituosas”, aquellas que contenían más del 0,5 % de alcohol, sí reemplazó a cualquier otra legislación que contemplara otro tipo de límites.
Su aplicación afectó de forma sumamente importante a la sociedad estadounidense en esa década de 1920, a punto de comenzar, que sería popularmente denominada los “Felices Años Veinte”, con el cambio de costumbres que incluyeron la difusión del cóctel entre los grupos de mayor poder económico. Existieron toda una variedad de “permisos” y “definiciones” vinculadas al asunto.
El Congreso, el 5 de diciembre de 1933, derogó la interdicción, la hizo inconstitucional y devolvió a los estados el control, hasta la creación, en 1935, de la Administración Federal del Alcohol.
En 1920, el club nocturno, semi-clandestino, DeLuxe, con 400 asientos, fue inaugurado por Jack Johnson (nacido Arthur John Johnson, apodado “El Gigante de Galveston”, boxeador texano, tal vez el mejor pesado de su generación, primer hombre negro en ser campeón mundial de 1908 a 1915) en el barrio negro de Harlem de la isla neoyorquina de Manhattan, en el piso superior de la esquina de 142nd Street y Lennox Avenue. Por 1923, desde la cárcel de Sing Sing, lo compró (una de esas ofertas “que no se pueden rechazar” Owney Madden (Owen Vincent Madden, gánster nacido en Leeds -Inglaterra-, con reputación brutal y criminal en el hampa de Nueva York) y le cambió el nombre para convertirlo en el mítico Cotton Club. La decoración tomó las antiguas plantaciones de esclavos que levantaban el algodón, de allí su “marca registrada (Cotton/ Algodón)”. El ingreso estaba segregado: sus clientes eran los blancos y el personal de servicio y animación los negros afroamericanos, pese a que ambos grupos se reunieran luego para compartir bebidas y drogas.
Por sus marquesinas pasaron las principales apariciones musicales, una lista larguísima que para “tener una idea” vale mencionar a Duke Ellington, Louis Armstrong, Count Basie, Lena Horne, Fletcher Henderson, Bessie Smith, Billie Holiday, Cab Calloway, Fats Waller, Ella Fitzgerald, Willie Bryant, Nat King Cole, Dorothy Dandridge…
Estuvo abierto en todo el período (salvo un breve plazo, por una venta ilegal, en 1925, pero como el dinero arregla todo, se llegó a un “acuerdo amistoso” con la policía y volvió a trabajar con normalidad). Era el nacimiento de una Leyenda.
Algunos momentos de la historia del Cotton. En su situación más brillante sirvió como un lugar de encuentro: “Noches de Celebridades”. Los domingos reunían a invitados, entre otros, actrices,
actores y cantantes: Judy Garland, Jimmy Durante, Mae West, Al Jolson, Paul Robeson, Sophie Tucker, Eddie Cantor y Fanny Brice. Autores y compositores: George Gershwin, Richard Rodgers y Irving Berlin. El poeta y novelista Langston Hugues, el dramaturgo Moss Hart y el ex alcalde de Nueva York James John “Beau James” Walker.
Los artistas iban al club únicamente a cumplir sus tareas y no podían mezclarse con los asistentes, sin embargo, todos querían tocar allí. Razones: la situación era similar en otros y, además, era donde mejor se pagaba.
El lugar privilegiado que ocupa, ahora mismo, en la cultura popular Duke Ellington, pese a que por ese escenario ya habían pasado y pasarían los mejores, fue “artista residente” desde el 4 de diciembre de 1927 hasta el 30 de junio de 1931 y la base de la grandeza de su fama la obtuvo con las transmisiones radiales emitidas, en directo, de sus conciertos. Había ganado la confianza de Madden y, de esa manera, pudo experimentar todo tipo de sonidos novedosos, usaba transiciones, aperturas, acompañamientos que terminarían en su repertorio. Se estima que su Big Band grabó, como “extra”, en ese “mientras tanto” 100 temas totalmente originales.
Cuando finalizó el contrato del “Duque” su relevo fue Cab Calloway, que allí alcanzó el esplendor dirigiendo la “Cotton Club Orchestra”, la primera de jazz con afroamericanos en hacer una gira por el sur del país.
El Cotton introdujo, asimismo, una línea de color más sutil en las chicas del coro y las presentó con atuendos diminutos. Los colores de piel de los bailarines (“Cotton Club Boys”) eran más variados.
Tras disturbios raciales en el barrio al año siguiente, 1936, cerró temporalmente. El escritor y fotógrafo Carl Van Vechten prometió un boicot al club por sus manejos de admisión y con su libro “Mi novela negra”, que intentaba describir la vida de los negros en Harlem y no el sufrimiento de los del sur que enfrentaban al racismo y linchamientos. Reabrió meses después en Broadway y la calle 48, una gran sala de planta alta en una edificación, donde la primera se encuentra con la Séptima Avenida, el Distrito Teatral de Broadway.
Cerró definitivamente el 16 de junio de 1940 (Hoy hace 84 años). Madden estaba otra vez en prisión. Luego en el lugar surgió “Latin Quarter” hasta que en 1989 se demolió el edificio para construir un hotel. En 1978 hizo su apertura un nuevo Cotton Club, en la calle 125 con la 656W, misma zona que el original, hoy por hoy y salvando las distancias, una parada obligatoria para amantes del género y turistas.
En 1984, dirigida por Francis Ford Coppola, con Richard Gere, Gregory Hines, Diane Lane, Bob Hoskins, Nicolas Cage, James Remar y Laurence Fishburne en los roles principales, se realizó y estrenó el filme “Cotton Club”.
El Cotton Club es parte indisoluble de la historia del Jazz. Desde la leyenda del lugar, que persiste en la memoria, o lo que recibieron para alimentarla, de los fans de un género de tres siglos de vida, al menos.
A un clic de distancia, un breve fílmico, 3 minutos 23 segundos, registrado en vivo: “Cotton Club-Duke Ellington”. Un clip del año 1933 con Bravissime ballerine (Bailarinas muy buenas y bravísimas) con Duke Ellington en el Cotton Club. Publicado en el sitio de Internet de “Ugaccio” en YouTube.
Cuídense, en todo y por todo. Mucho, muchísimo más que nunca…
Norberto Tallón