Crucigrama: Cada vez canta mejor…

Pese a la casi nula difusión – Por Norberto Tallón, especial para DiariodeCultura.coom.ar.

Con la firma de su titular la Alcaldía (Mairie) de Toulouse (Alto Garona/ Republique Française) libra el certificado de nacimiento con fecha 11 de diciembre 1890, hijo de Marie Berthe Gardes, de Charles Romuald Gardes. Nacionalizado, luego, argentino.

Cantante, compositor, autor y actor de cine, el más conocido representante del género en la historia del Tango. Fue iniciador y máximo exponente del tango canción. Del selecto grupo de los más importantes intérpretes de la música popular del mundo, en la primera mitad del siglo XX. La calidad de su voz, la cantidad de discos vendidos (como cantor y compositor), sus numerosas películas relacionadas con el tango y la indudable repercusión internacional (transitó todos los géneros incluso en otros idiomas). Su persona e imagen han sido y son idolatradas por el pueblo, fundamentalmente los del Río de la Plata y “adquirió” la condición de “Mito”, lo que ahora, con prácticamente nula difusión continua vigente como un Símbolo de la Cultura.

Vivió, infancia y adolescencia, en conventillos e inquilinatos de los barrios porteños de San Nicolás (el centro, en la calle Uruguay y la Corrientes angosta) y finalmente cuando la compra, en 1927, a la casa de Jean Jaurés 733 en el Abasto, salvo cuando su arte, por tiempos más cortos o extensos, lo llevó a viajar o instalarse un tiempo en otros países. En este punto del periplo, que lo contaba desde antes como visitante habitual se “ganó” el apodo de “El Morocho del Abasto”.

No hizo falta ni haría, nombrar su identificación artística, pero nadie dudaría la clara referencia a Carlos Gardel. Hizo todo con un éxito ampliamente reconocido. Hay infinidad de publicaciones, que no es intención reemplazar, para contar desde la creada polémica del origen, el tiempo del comienzo y su dúo con José Razzano y toda una historia que mereció ser profundizada, tal como los trabajos del historiador y biógrafo inglés Simon Collier, quien zanjó documentalmente muchos sucesos y etapas. Tuvo actividad entre 1912 y 35. Guitarrista. Registro de voz: Tenor hasta 1933 y Barítono desde 1934. Sus discos: en Columbia Records, EMI, 1917 y RCA Records, desde 1935.

Murió el 24 de junio de 1935 en un accidente de aviación sobre la pista del aeródromo Olaya Herrera  (Medellín /Colombia), a los 44 años. Allí también fallecieron, entre otros, el letrista, de origen brasileño, Alfredo Le Pera, el guitarrista Guillermo Barbieri y su secretario Corpas Moreno.

Fue sepultado, primero, en Medellín. Más tarde su apoderado y albacea Armando Defino consiguió repatriar el cuerpo. El féretro realizó un largo recorrido (viajes en lomo de burro, carreta, tren y barco por las poblaciones interiores colombianas), luego Panamá, velatorio en Estados Unidos y, el final en barco a Buenos Aires en 1936. Después, multitudinario funeral en el estadio Luna Park, traslado a lo largo de la avenida Corrientes hasta el Cementerio de la Chacarita, donde permanecen sus restos en una bóveda y es destacado su monumento.

Hasta aquí una visión básica de su carrera. De aquí en más. Fragmentos, más o menos conocidos de su historia: Habría estudiado en el Colegio Salesiano Pío IX porteño donde permaneció pupilo en 1901 y 1902 y fue compañero de coro de Ceferino Namuncurá, futuro beato argentino, en etapa de canonización. Se crió y creció en la zona de de los teatros la, entonces (angosta), calle Corrientes, desde chico estuvo en contacto con ese mundillo. Berta planchaba ropa, a veces para algunos de esos lugares, y él fue incorporado por “Patasanta”, un personaje que organizaba claques de aplaudidores a cambio de dinero por la tarea, así fue utilero y comparsista (extra). La retribución era poder asistir a los espectáculos y recibir entradas.​ Así se contactó con actores y cantantes, de los que imitaba ejercicios vocales y conductas que fueron trascendentes en su formación. Al respecto señaló: “Esos fueron mis primeros conocimientos artísticos y así fue como conseguí obtener aquella voz blanca con la cual me di a conocer”. En esos empleos, como el de “tramoyista” en el Teatro de la Victoria escuchó al zarzuelista español Sagi Barba y tomó primigenias lecciones informales de canto y, en 1902, trasladado al Teatro Ópera conoció al barítono italiano (florentino) Titta Ruffo.

Ya adolescente empezó a “caminar” el Abasto, barrio organizado alrededor del nuevo mercado, abierto en 1893. Invitado por un grupo de los  muchachos integrantes se unió a la “barra” del café O’Rondeman, de Agüero y Humahuaca, de los hermanos Traverso, con uno de ellos­: el “Gordo” Yiyo, estableció de relación mutua de afecto (similar a padre/hijo). Los Traverso dominaban políticamente en la zona, en nombre del conservador Partido Autonomista Nacional, que había fundado Julio Argentino Roca, que gobernó el país apoyado en el fraude electoral, entre 1874 y 1916. En lo artístico promovieron la actuación de Carlos en su local, comités afines y otros sitios de la ciudad, incluso Avellaneda, en que se relacionó con el puntero de la provincia Alberto Barceló y su “custodio” Ruggerito.

Desde fines del siglo XIX, la payada, dominaba la música popular con su figura máxima Gabino Ezeiza quien afirmó, según el historiador Pablo Taboada: “Gardel nunca fue payador; él era cantor”. Al payador José Betinotti, que en la primera década del siglo incursionó en el género, se atribuye la “creación” del apodo de “Zorzalito” o “Zorzal Criollo”.

Antes de finalizar 1915 recibió un balazo en un episodio confuso, un altercado en la calle, acompañado por los actores Elías Alippi y Carlos Morganti, tras la celebración de su cumpleaños en el Palais de Glace (sala de baile de la época en Recoleta). Ya conocido públicamente el suceso “fue” a la crónica policial de La Prensa y La Nación con el título “Agresión a Gardel”. El autor del ataque fue Roberto Guevara, que equívocamente se lo confundió con Roberto Guevara Lynch. La bala, hallada en la autopsia, fue “unida” a un supuesto ataque dentro del avión en día final.

Protagonizó la película muda “Flor de durazno”, sobre una exitosa novela de Hugo Wast y dirigida por Francisco Defilippis Novoa. Uno de los primeros largometrajes del cine latinoamericano en la etapa muda, lo que indica la visión integral del espectáculo que estaba desarrollando. Se estrenó el 28 de septiembre de 1917, con excelente respuesta de taquilla, se mantuvo varios años en cartel y superó las 800 funciones cinematográficas.

En 1922, en dúo con Razzano, encuentro se sitúa en 1911 en casa de un amigo en la calle Guardia Vieja, registró la obra más famosa del uruguayo Arturo De Nava, “El carretero”, que sería principal éxito gardeliano, en la primera gira a Francia (1928/1929), incluida entre famosos cortos de cine musicales realizados en 1930. En carta a  su amigo, tiempo después durante una estada francesa, le escribe recordando el debut en el Armenonville porteño: “Mi viejo y querido Pepe: ayer estuve dos horas, entre copas, charlas y jarana, en “El Garrón” de la Rue Fontaine. Es un bodegón como los del Once, ni más ni menos. Pero en estos días está lleno de franchutes, de americanos y hasta japoneses, con un cargamento impresionante de plata. La fiebre del tango los lleva allí. Yo me acordaba de aquel debut del dúo, en el viejo “Armenonville”… ¿Te acordás del julepe que tenía? Ahora aquí, convertido de repente en un señor, me doy cuenta que, con todas las fulerias que pasamos, en el “Armenonville” estábamos entre gente igual a nosotros, que sentían el tango como nosotros mismos. Entérate: para cantar tangos, hay que vestirse de gaucho…”

En el Uruguay tuvo un problema ligado a su condición de indocumentado que lo llevó a brindar datos falsos para lograr los “papeles” y viajar a Brasil con la Compañía Dramática Rioplatense, encabezada por Elías Alippi. ​En el barco conoció al tenor de ópera napolitano Enrico Caruso, quien elogió su voz, pero la presentación de la compañía en San Pablo y Río de Janeiro no pudo superar la barrera del idioma. Sumando la policía brasileña lo detuvo por encontrarlo en compañía de delincuentes argentinos establecidos allí. ​En el expediente para el trámite documentario, aparecieron antecedentes como estafador de poca monta por realizar “cuentos del tío”. Parece claro que en la primera década del siglo, pudo haber tenido conductas y alternar en ámbitos ubicados en los márgenes de la legalidad, tal como cita el prontuario.

​Pese al éxito y fama nunca dejó de cantar ritmos variados. Los de músicos como el cordobés Cristino Tapia, el santiagueño Andrés Chazarreta, la inclusión de canciones del norte argentino, a la vez que cuecas chilenas, bambucos colombianos, foxtrots, shimmys, valses, tangos españoles, canciones en italiano, francés e ingles y una balada rusa (“Sonia”) o un tango con expresiones en guaraní como “Los indios”, de Francisco Canaro y Juan Andrés Caruso. En 1923, con Razzano efectúa su primera gira a Europa, España, acompañando a la compañía teatral de la actriz Matilde Rivera y su esposo, el actor Enrique de Rosas, donde debieron disfrazarse de gauchos. Debutaron el 10 de diciembre en el madrileño Teatro Apolo, con sus dos guitarristas como “cierre”, luego de la representación. Las críticas fueron buenas y luego de 40 funciones y con la misión de haber desembarcado en Europa cumplida, dejaron la compañía hacia Francia. Conocieron París, Carlos visitó a la familia Gardes en Toulouse. Como solista, volvió a realizar giras europeas. España 1925 al 29, además se presentó en Barcelona, ciudad con la que tendría un vínculo especial y donde grabó, para el sello Odeón, 21 temas utilizando por primera vez la grabación eléctrica con micrófono (antes se usaba bocina captora), el gran cambio tecnológico hasta fines de los ’40.

Cuando debutó en París, el tango en Francia ya tenía más de dos décadas de historia y, junto al Jazz (Las músicas de tres siglos), era central en la noche parisina. ​Esa “noche” de Montmartre y la cercana Place Pigalle, y el punto de la vida tanguera: el restaurante “El Garrón”, donde una década brilló el músico argentino Manuel Pizarro, primordial en su contratación. Los hermanos Osvaldo y Julián Barsky en su biografía de Gardel precisan “Sin embargo, a todo ese despliegue tanguero de casi tres décadas le faltaba una gran voz”. Tras ese lanzamiento, con sus tres guitarristas: José Ricardo, Guillermo Barbieri y José María Aguilar, actuó en los teatros Empire y Paramount, en Cannes y Montecarlo, participó del evento benéfico “Bal des Petits Lits Blancs” en la Opera de París. Fue elogiado por “Le Figaro”.

Enrique Cadícamo contó alguna vez que “… Gardel, en la hora de su apogeo, no pensaba en otra cosa que fuera el cine”. En 1930 (filmados entre el 23 de octubre y 3 de noviembre, estrenados el 3 de mayo del 31) protagonizó quince cortometrajes musicales sonoros “Los Cortos de Morera”, cada uno sobre una canción, con dirección de Eduardo Morera y producción del italiano Federico Valle, uno de los pioneros del cine latinoamericano. Cinco de los cortos fueron arruinados en el laboratorio y se lanzó la decena restante. Dialogan con él Enrique Santos Discépolo, Arturo de Nava, Celedonio Flores y Francisco Canaro. Se afirma que son los primeros videoclips de la historia del cine y la primera producción sonora en Latinoamérica. De muchas formas se anticipó, en décadas, a fenómenos en los que se unen pasión, identificación personal y música. Frente al micrófono, el periodista, productor, escritor, guionista y director de cine y televisión, Eliseo Álvarez, aseguró sin dudas que El Morocho del Abasto fue “el inventor del multimedio”.

En el formato de largometraje filmó en Joinville-le-Pont, sudoeste de París, para Paramount, allí tenía un estudio, cuatro películas: “Las luces de Buenos Aires”, “Espérame”, “La casa es seria” y “Melodía de arrabal”, las dos últimas con la actriz Imperio Argentina. La empresa estadounidense tomó conciencia de un apoyo con mayor nivel artístico y libertad en los guiones, algo no cumplido pero tampoco impedimento para que los filmes tuvieran una fuerte inserción en el público hispano parlante. Convocó a Le Pera a Nueva York como su representante en las negociaciones con la cinematográfica. El contrato se firmó el 20 de marzo de 1934, para crear una productora subsidiaria del gigante del cine estadounidense con el nombre de Éxito Corporation, único accionista el cantante argentino (esto significa, ni más ni menos, que iba ser el dueño de la filial Paramount sudamericana). ​Inicialmente se realizarían dos películas ese año: “Cuesta abajo” y “El tango en Broadway”. Entusiasmada con el éxito de las mismas la compañía decidió filmar otras dos en 1935. Serían las últimas: “El día que me quieras” y “Tango Bar”. Al elenco de esas películas (no todos en todas) se sumaron en roles principales: Mona Maris, Vicente Padula, Anita del Campillo, Rosita Moreno, Tito Lusiardo, Enrique de Rosas, Mario Peluffo, y por su pedido expreso, un niño: Astor Piazzolla. Terminada la filmación y en medio del éxito, reconocimiento de su arte y su ángel, comenzó a preparar una gira por varios países latinoamericanos.

En septiembre del 33 conoció a Hugo Mariani, uruguayo residente en Nueva York, creador y director de la Orquesta Sinfónica de la National Broadcasting Corporation (NBC), incluso con un programa llamado “El tango romántico”. Le propuso ir a Nueva York para cantar para la NBC. Pocos días después le llegó el contrato. Sobre finales de 1934, sus canciones en la NBC y filmando el musical “The Big Broadcast of 1936” (“Cazadores de estrellas”) donde, entre otros participaban, Bing Crosby, Richard Tauber, Los Niños Cantores de Viena, la orquesta de Ray Noble con Glenn Miller en el trombón. Se estrenó poco después de su muerte y la compañía decidió sacar los fragmentos en que aparecía, hoy por hoy, muy difíciles de hallar, aunque se sabe existen en manos de coleccionistas privados. Por el mes de noviembre salió, de nuevo, de gira: fue la última vez que estuvo en La Argentina. Primero fue a Barcelona y París, y luego  acompañado por el pianista Alberto Castellanos a Estados Unidos. En sus actuaciones radiales neoyorquinas prescindió de guitarristas. Una excepción, emisión del 5 de mayo de 1934, cantó desde La Gran Manzana, acompañado de las guitarras de Guillermo Barbieri, Julio Vivas y Domingo Riverol desde Buenos Aires, por medio de un enlace entre la NBC y LS5 Radio Rivadavia (nombre recién adoptado para reemplazar el de Radio Muebles Díaz) de Buenos Aires, evento inédito en la historia de la radiofonía. En la NBC, cantó acompañado por la destacada orquesta de la radio neoyorquina, dirigida por Hugo Mariani, el arreglador fue el músico argentino Terig Tucci, radicado hacía años en el país del norte, que aportó un nuevo sonido basado en armonías novedosas. Castellanos y Tucci congeniaron de inmediato y le sugirieron un cambio mayor en su canto: que extendiera el registro de su voz hacia los tonos graves, para llegar a un barítono alto. De esa manera registraría sus últimas y más célebres canciones, tras una adaptación a la orquesta y la estética. Por otro lado tuvieron una excelente recepción en la importante comunidad latina de Nueva York, en aquel entonces medio millón de personas. Las películas “estadounidenses” consolidaron el fenómeno de idolatría popular en el público de habla hispana, completamente inusual para la época.

La principal relación personal de su vida fue con su madre, la inmigrante francesa Marie Berthe Gardes o Berta Gardés, siempre expresó devoción por ella, cuando se volvió un artista bien remunerado, la proveyó del dinero necesario para visitar todos los años a su madre, hermano y demás familiares de Toulouse, con quienes él, asimismo, se encontraba, aunque nunca viajaron juntos. ​Berta estaba en Toulouse al momento de su muerte. Ella heredó todos los bienes de su hijo, incluyendo la casa que este compró para ambos en Jean Jaurés 735. Hoy su museo.

Carlos era una persona extrovertida y simpática, tendía a establecer fuertes relaciones de amistad, aunque no siempre realmente correspondidas. Entre sus amigos más importantes: José Razzano, Edmundo Guibourg, Irineo Leguizamo, Francisco Maschio, Elías Alippi y César Ratti. Sobre sus relaciones de pareja, fue en extremo reservado con las mismas, no dio a conocer públicamente ninguna. ​Esa reserva acerca de su vida íntima disparó diversos y contradictorios rumores y  supuestos sobre la naturaleza de sus relaciones afectivas y sexuales. En su correspondencia privada hay amplias constancias sobre Isabel del Valle, una niña de 13 años con la que se relacionó en 1920 y sostuvo un vínculo ambiguo hasta 1933. Existe unanimidad en que no tuvo hijos.

El Turf fue su gran pasión, reflejada en su cancionero en lo que se ha dado en llamar “tangos burreros”, término lunfardo que refiere al deporte de los caballos de carrera. Entre ellos se destacan “Por una cabeza”, letra de Alfredo Le Pera en 1935, y “Leguisamo solo”, de Papavero. Jugaba habitualmente a la pelota vasca y las bochas, salía a trotar y asistía a clases de gimnasia. Con el fútbol no tenía una afición especial, sin serle ajeno, cuando se masificó la pasión futbolera, se asoció a Racing Club por “estos pagos” y en tierra oriental participó de un homenaje a Peñarol. En Rosario asistió al estadio de Newell’s Old Boys y en España simpatizó con el “Blaugrana” Barcelona. Siguió la Copa del Mundo de 1930 y visitó la concentración argentina.

En la noche del 7 de noviembre de 1933, partió hacia Europa en el barco Conte Biancamano, antes de ir a Estados Unidos. A la mañana Defino, su representante, le había pedido la redacción de un testamento ológrafo, escrito de su puño y letra. El último día de Carlos Gardel en Buenos Aires.

En el 78 Astor Piazzolla escribió a Gardel una carta imaginaria: “Querido Charlie… Jamás olvidaré la noche que ofreciste un asado al terminar la filmación de “El día que me quieras”. Fue un honor de los argentinos y uruguayos que vivían en Nueva York. Recuerdo que Alberto Castellanos debía tocar el piano y yo el bandoneón, por supuesto para acompañarte a vos cantando. Tuve la loca suerte de que el piano era tan malo que tuve que tocar yo solo y vos cantaste los temas del filme. ¡Qué noche, Charlie! Allí fue mi bautismo con el tango. Primer Tango de mi vida y ¡Acompañando a Gardel! Jamás lo olvidaré”.

En La Argentina se celebra cada 11 de diciembre el Día del Tango, debido a que ese día nacieron  Julio de Caro y Gardel. ​ La Fundación Konex lo homenajeó (1985) con el Premio Konex de Honor por su incalculable aporte a la historia de la música popular argentina. Incorporado, año 2000, en el International Latin Music Hall Fame y el Pabellón de la Fama de los Compositores Latinos, en 2014. En 2003 su voz fue registrada por la UNESCO en el programa “Memoria del Mundo”, dedicado a la preservación de documentos pertenecientes al patrimonio. En la ciudad de Medellín llevan su nombre una barriada y la estación de subte “MetroPlus Gardel”. La Gran Logia de la

Masonería del Departamento de Antioquía en Colombia, cada año entrega la Orden “Mérito en las artes, la cultura y las letras, Carlos Gardel”. El asteroide (6380 Gardel) fue designado en su honor.

Este lunes será el octogésimo noveno aniversario de su trágica muerte.

A un clic de distancia, Carlos Gardel  canta “Cuesta abajo” (Música de Gardel con letra de Alfredo Le Pera). Clip oficial publicado hace unos días en YouTube.

Cuídense, en todo y por todo. Mucho, muchísimo más que nunca…

Norberto Tallón