Comunicamos todo el tiempo. Siempre. Tal vez, no es fácil darse cuenta si las palabras están ausentes. Si son innecesarias.
Comunican los sentimientos, la voluntad o la pereza, el sentido del humor, la sensatez, el deseo.
Comunican la convicción, el compromiso, la abulia, el agobio, la serenidad.
Comunican el deterioro, la mediocridad, la impotencia, el abandono.
La comunicación es ilimitada y, como lo prueba la realidad, no siempre está asociada con el lenguaje verbal.
Comparto algunas reflexiones:
A veces, todo lo que necesitamos es un cálido gesto hospitalario.
Algunos hombres no se disculpan, creen que esta noble actitud los hace débiles. Se equivocan, es un gesto de grandeza.
Conviene darse cuenta dónde se llora y con quién.
La confianza se construye. Se gana con conductas y hechos.
Que no falte la ternura. Es muy necesaria.
La calidad humana es una garantía para comunicarse bien, amablemente.
Si nos observáramos con mayor atención, tendríamos menos necesidad de hablar.
Ser agradable, primer paso indispensable para generar vínculos.
El cuerpo registra abrazos y ofensas.
Miedo y desconfianza: dupla que resintió el trato cotidiano.
Aunque cuesta aceptar los cambios, la opción no es estancarse.
Hay gente que hace lo imposible para llamar la atención y provoca lo contrario: la evitan.
Estás a mi lado y no te registro. Ignoro cómo andás. Si puedo ayudarte, Si necesitás que te abrace. O ambas cosas.
Creo no equivocarme al pensar que el olvido, es uno de los sentimientos que mayor temor inspira.
La tristeza se atraviesa. Es inútil reprimirla o ignorarla. Hay que transitarla. No queda otra.
Los seres humanos no son descartables. No se borran como un whatsapp.
Están las personas que le dan cuerda a la vida. Resplandecen y derraman ese resplandor en los demás.
Las caricias permiten obviar las palabras. Ninguna reemplaza el contacto con la piel.
Los golpes al corazón no piden permiso. Noquean de prepo y nadie está lista/to para recibirlos.
El pasado debería funcionar como una puerta vaivén que permite entrar y salir. Más no permanecer.
Lo contrario del amor no es el odio. Es la indiferencia.
Sólo Por Hoy. Más que nunca actualmente.
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Dionisia Fontán, periodista y coach en comunicación.
Talleres Online y por Videollamada
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Propongo encuentros aptos para todo público, a quienes desean mejorar su capacidad de comunicarse de un modo eficaz y no violento.