También a los manicomios llega la primavera y las gatas cargan a sus crías del pescuezo y las llevan con pisadas de seda hasta la sombra de los paraísos que, después de las grandes lluvias, perfuman los fondos del hospital. Y en el Hospital Psiquiátrico Moyano conocí a mi entrañable amiga Aída Carballo, probablemente la más genial grabadora del arte argentino. Allí estaba “La Gorda”, ya delgadísima, porque se había empeñado en no comer. Y la rodeaban pacientes que soñaban con tigres que atacaban estrellas de cinco puntas y otros que pintaban humanos con cabezas de pájaros.
Casi todas las mujeres que la rodeaban andaban en andrajos y muchas de ellas pedían moneditas en el hall de entrada…
Ella me regaló su cuadro para mi libro (que está en la foto) y me dijo sacándome el pelo de la frente: “Ahora sí que no te veo más…” Le pregunté por qué decía eso y me contestó con toda seguridad: “Porque cada vez que regalo una obra, el obsequiado no viene más…”.
Sí, la dejé de ver. Porque Aída se fue. Pero ahora está en los mejores museos de arte de todo el mundo. Era cierto, en aquellos hospitales, que no alcanza con estar vivo para no estar muerto. Pero Aída era todo lo contrario, porque hoy está más viva que muchos de los que todavía caminamos por el mundo…
Entre otros, hoy sus obras se encuentran en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
PREMIOS
1960 – Segundo Premio de Grabado en el Salón Municipal.
1963 – Premio del Salón Nacional.
1964 – Gran Premio de Honor del Salón Nacional.
1965 – Premio Fondo Nacional de las Artes.
1977 – Premio Fondo Nacional de las Artes.
1982 -Premio Konex por grabado.
Por: Luis Frontera.