El guitarrista y compositor Agustín Pereyra Lucena, músico insoslayable a la hora de hablar de música brasileña en la Argentina, murió a las 8.30 del jueves 16 de mayo. Virtuoso, de una calidad humana distintiva, logró destacarse como uno de los grandes instrumentistas de la música popular. Pereyra Lucena murió a raíz de un cáncer que le habían diagnosticado tres años atrás, en el Sanatorio Güemes porteño.
Una historia rica en anécdotas rodeó la vida del guitarrista. Su primer disco surgió de una propuesta que recibió mientras tocaba en un club nocturno. “Tenía 22 años, y se me acercó Jorge Demonte para proponerme grabar un disco para Tonodisc, algo que no estaba en mis planes. Lo grabé con Mojarra Fernández en el bajo y el Zurdo Roizner en batería, músicos que habían tocado con Vinicius de Moraes”, contó en su primer disco Agustín Pereyra Lucena.
El primer álbum de Agustín Pereyra Lucena, que lleva por título su nombre, sorprendió al mismísimo Vinicius De Moraes, y le abrió la puerta para compartir su música con una larga lista de figuras del Brasil, a lo largo de su carrera.
El álbum fue publicado en 1970, y uno de los primeros sorprendidos fue precisamente el poeta y compositor De Moraes, quien dijo del artista: “Creo que nunca vi, con excepción de de los guitarristas brasileños Baden Powell y Toquinho nadie más ligado a su instrumento que Agustín Pereyra Lucena”. Un verdadero espaldarazo para este joven artista que supo honrar con su talento.
Su segundo disco, editado un año después, fue con el maravilloso Naná Vasconcelos “El increíble Naná”, donde la inspirada guitarra de Pereyra Lucena logró dialogar con uno los músicos más creativos que dio el Brasil. Uno de sus puntos más fuertes de Pereyra Lucena, como artista, lo logró al desarrollar su propio estilo en un género con enormes intérpretes de guitarra como tiene la música brasileña.
Su tono excepcionalmente cálido y límpido, armonizador de lujo que exhibió siempre una elegancia serena asociada a un gusto por el riesgo en sus improvisaciones le valieron ese bien ganado lugar de gran guitarrista. Poseía una imaginación prolífica a la hora de desarrollar sus composiciones que se destacaron por ese toque personal, sin apartarse del género.
Agustín Pereyra Lucena tocando junto a Lucho González, con Astor Piazzolla y otros amigos como público.
Nació en Buenos Aires, el 10 de mayo de 1948, tomó la guitarra a los pocos años de edad y estudió el instrumento con Alejandro Maza y Lucio Nuñez, y armonía con Jorge Calandrelli y José Tsilicas. A lo largo de una trayectoria de más de 40 años editó nueve discos, entre los que se destacan también Ese día va a llegar (1975) y Miradas (1999).
Compartió escenario con grandes artistas, además de Vinicius, como Carlos Lyra, Manfred Einhorn, Dori y Naná Caymmi, Sebastiao Tapajos, Toquinho, el Cuarteto Em Cy y Miucha Buarque, entre otros. En Buenos Aires fue un natural acompañante de artistas como Horacio Molina, Rubén Rada, Lito Vitale, Andrés Laprida, Helena Uriburu, Guillermo Reuter, Julia Zenko, Alejandro Santos, Adriana Ríos, Belén Pérez Muñiz, Bernardo Baraj y Mariana Melero, por nombrar sólo algunos.
Agustín Pereyra Lucena cultivó su propio estilo a partir de la música brasileña y de la bossa nova, en particular, pero lo fue ampliando con elementos del jazz y del impresionismo francés con los que logró una mixtura original, propia y con la que no dejó de emocionar a sus auditorios. Fue un artista que transmitió todo su amor por la el arte musical del Brasil a partir de la riqueza de su propio lenguaje. Sus restos serán inhumados el viernes 17, a las 12.30, en Jardín de Paz.
Fuente: Clarín