Siempre hay mucho para conversar con alguien lleno de proyectos como Juan José Campanella. Está su trabajo como director para la serie La ley y el orden UVE, que lo encontró en Nueva York en el momento del estallido del coronavirus. Y también las producciones que prepara junto con Viacom, entre las que se destaca la historia del personaje real que inspiró la leyenda de El Zorro. Pero el más inmediato lo trae de vuelta a la Argentina, aunque se entusiasme comentándolo desde un departamento en las afueras de la Gran Manzana en donde pasa junto a su familia la cuarentena.
Se trata del documental El límite infinito, flamante estreno de Netflix dirigido por Pablo Aulita, que Campanella produjo junto a su equipo de 100 Bares y hoy puede verse en todo el mundo a través de esa plataforma de streaming . Es la historia de vida de Jean Maggi, deportista y emprendedor cordobés que se sobrepuso a la poliomielitis que contrajo en la infancia, a constantes situaciones de bullying mientras crecía y a varios problemas muy serios de salud (infarto incluido) y consiguió en 2015 la proeza de haber llegado con una bicicleta adaptada a la cumbre del paso más alto del Himalaya para ese tipo de vehículos. 5460 metros sobre el nivel del mar.
“Maggi es el personaje que más se acerca a lo que siempre quise mostrar en mis películas. El míto de Sísifo. La piedra que se empuja hacia arriba sobre la ladera de la montaña, que al final del día siempre se cae y al día siguiente hay que volver a subir. De eso se trata la vida y de eso hablan
El hijo de la novia, Luna de Avellaneda y también Qué bello es vivir, mi película favorita de todos los tiempos. Es increíble encontrar en la realidad a una persona que a los 57 años ha superado no solamente una discapacidad física importante sino también muchos demonios internos sin ningún resentimiento. Pudo llegar a una situación de poder en el sentido más comunicativo del término y ejercerlo de la manera más limpia y generosa posible, sin querer vengarse del mundo. Valía la pena contar esa historia”, cuenta Campanella del otro lado del teléfono.
–¿Cómo llegaste a conocer la historia de vida de Jean Maggi?
–Me contactaron por Whatsapp y me enganché de inmediato. Martino Zaidelis y Pablo Aulita trabajaron muchísimo en esta producción. Hacer un documental es un trabajo cooperativo, se le va dando forma en una cocina de la que participan muchos. Para resumir, Maggi es alguien que logró superar barreras y obstáculos muy superiores a los de cualquiera de nosotros. Y lo hizo no solamente con un éxito material, sino sobre todo con éxito espiritual. Es una historia que merecía ser contada para los que no tenemos esos problemas y nos quejamos, y también para los que tienen esos problemas puedan tomarlo como inspiración.
–¿Qué exigencias enfrentaron durante la realización?
–Siempre es muy fácil caer en el documental edulcorado, en el que uno se enamora del personaje y de su logro. Nosotros trabajamos desde otra perspectiva. Teníamos que abordar al protagonista, contar lo que le pasó, los obstáculos que enfrentó en su vida, su sanación espiritual, su familia, su fábrica. Ahí estuvo el desafío. En el trabajo de montaje de todos esos abordajes.
–No hace mucho aparecieron noticias falsas sobre el supuesto cierre de la productora 100 Bares. Ahora, en cambio, puede abrirse con este proyecto un camino para próximos documentales.
–Desde hace más de diez años tenemos una rama importante de
“Mi gran proyecto, por encima de cualquier otro, es la construcción del teatro Politeama”
“Hace tres años que venimos desarrollando El Zorro”
actividad dentro de la productora haciendo documentales. Están las series que hicimos para el Ministerio de Educación como Había una vez
un club. Y también armamos hace un par de años uno sobre la Generación Dorada para el Comité Olímpico. Estamos haciendo un documental sobre la clonación de caballos con Adolfo Cambiaso. También la serie
Capitales del fútbol, para ESPN, que duró siete temporadas. Son cosas que nos gusta hacer y seguiremos haciendo. En cuanto a las fake news, lo único bueno que tienen es que duran muy poco, menos de un día.
–De acá en adelante, ¿imaginás un futuro de trabajo con producciones tuyas para Netflix u otras plataformas de streaming?
–No te olvides que en Netflix está
Vientos de agua, lo mejor que hice en toda mi vida. En lo que respecta a las ficciones, hace tiempo que compré la idea de la plataforma de streaming como medio de difusión de mis trabajos televisivos. Creo que
Entre caníbales será lo último que haya hecho para la TV de aire. Hace años que lo vengo diciendo. El aire va a quedar para lo que tenemos que ver hoy sí o sí: la actualidad en todas sus facetas, el deporte en vivo o un tipo de entretenimiento que no veas más de una vez. Para el resto ya decidí pasarme al streaming, y en lo que respecta a nuestro trabajo, se hará en la plataforma que nos abra esa posibilidad. En este momento, 100 Bares tiene un convenio con Viacom para el desarrollo de proyectos, y en eso estamos.
–El 22 de mayo, en plena cuarentena, eso fue lo que anunciaste durante un encuentro virtual con ejecutivos de Viacom. Ahí revelaste tus próximos proyectos, Los enviados y una nueva versión, más realista según tus palabras, de las aventuras del Zorro.
–El primero va a ser Los enviados. La idea es empezar a filmar pronto, pero no te puedo decir cuándo porque nadie lo sabe. La idea original era comenzar con el rodaje en julio. Ahora todo se pasó para enero de 2021, pero Dios dirá. Son ocho capítulos en total. Voy a ser el showrunner de la serie y dirigiré algunos episodios, como vengo haciendo en todos los proyectos que hago.
–¿Dónde se va a filmar Los enviados?
–En México. La idea es que cada temporada transcurra en un lugar distinto. Los protagonistas son dos sacerdotes que, a la vez, son científicos y abogados, que trabajan para el Vaticano con la misión de probar si los milagros que se anuncian en distintas partes del mundo son verdades o mentiras. Son dos religiosos con una visión científica del mundo. La primera temporada transcurre en un pueblo de Yucatán y mezcla los elementos del thriller, del relato sobrenatural, el policial y un montón de otros temas. Además, uno de ellos tiene bastante humor. El personaje del cura con cierta calle, como el de Luis Brandoni en El hombre de
tu vida, me gusta mucho. Me atrae mucho esa mezcla de lo carnal con lo espiritual.
–Tendremos que esperar entonces un poco más para la prometida remake de El zorro, que despertó tantas expectativas cuando la anunciaste.
–Estamos trabajando en varias ideas. No sólo las que se conocen. Pero las vamos anunciando una vez que se cierran y firman los contratos. El del Zorro es un proyecto que a mí me llegó por otro lado. No lo generé yo, pero lo agarré enseguida. Apenas me dijeron que se trataba de la historia real del personaje que inspiró al Zorro me tiré de cabeza.
–¿En qué situación está?
–Hace tres años que lo venimos desarrollando. Ahora estamos en la etapa de la escritura del guión del piloto. Es un proyecto muy ambicioso. La serie va a ser bilingüe porque transcurre en el momento en que California deja de ser mexicana para convertirse en parte de los Estados Unidos. Los enviados, en cambio, es un proyecto latinoamericano que comienza en México y puede seguir en la Argentina, en España o en otros países de la región. Va a tener un caso por temporada y lo que más me gusta es que la acción transcurra en el interior de cada país, no en una gran ciudad.
–Cuando anunciaste el proyecto de una remake de El Zorro dijiste que ese personaje era el héroe de tu vida. Acaban de reponerse los viejos episodios de la serie de Disney, con Guy Williams, en la televisión argentina de aire y el rating sigue tan alto como el entusiasmo de sus seguidores.
–Lo que tiene el Zorro, hablando de la versión de Guy Williams, es de una nobleza, un carisma, una simpatía y una sencillez profunda. Nos toca muy íntimamente. La historia real es mucho más brutal. Joaquín Murrieta, la figura real que inspiró la leyenda del Zorro, lideraba una banda que no tenía otro propósito que el de hacer justicia a través de pequeños actos, como Robin Hood. Alrededor de esa figura hay una historia de amor, de redención, de traiciones. Y también algo que voy a lamentar muchísimo. Como tenemos que atenernos a la verdad histórica, no habrá peleas de espadachines con el florete. Disney ubica su serie a fines del siglo XVIII y principios del XIX, la época de la dominación española en California. Y la historia real de Murrieta que vamos a contar ocurrió más a mediados del siglo XIX. Ya había pólvora y armas como el sable que usaba San Martín. Era la época de la fiebre del oro en California.
–¿Cómo te encuentra esta etapa de la cuarentena?
–Instalado ahora en las afueras de Nueva York. Mi capítulo para La ley
y el orden UVE terminó siendo el final de temporada. Ya salió al aire en toda América latina. Por suerte me pude ir de la ciudad, porque estaba toda la familia en un lugar muy chiquito. Ahora encontramos un lugar un poco más amplio.
–¿Estás con ganas de volver?
–Va a depender mucho del trabajo. En Buenos Aires seguimos con la construcción del teatro Politeama, ahora totalmente parada por la pandemia. Ese es mi gran proyecto, por encima de cualquier otra cosa. Sigo con el tema todos los días por teléfono y por Zoom. Por otro lado, Los
enviados desde un principio se iba a hacer en México, así que tenía todo listo para irme para allá. Antes de la pandemia, 2020 era para mí un año complejo de muchos viajes y ahora no se sabe nada.
–El Covid-19 abrió una caja de Pandora.
–Está toda la industria trabajando para definir el protocolo que nos permita volver a filmar. Más allá de los cines y los teatros, la producción de televisión tiene que seguir. Yo mismo tengo que terminar mi contrato con La ley y el orden. Tengo un capítulo pendiente todavía sin filmar, y se está hablando de agosto. Están todos los sets armados y el equipo a disposición, pero dependemos de los protocolos sanitarios.
–¿Y cuál es el escenario que imaginás más probable en los próximos meses?
–En este momento se está pensando en establecer dos zonas en los sets. Una “zona A” a la que accedan los que tienen que estar en la filmación propiamente dicha: los actores, el cameraman, el boom, la gente fundamental con testeos diarios. Son los que no pueden usar barbijos ni hacer distanciamiento social porque siempre están en contacto cercano. Supongo que al director lo pueden hacer hablar desde una “zona B”, afuera de esa zona protegida, en la que están todos los asistentes, y para ellos se está hablando de testeos dos o tres veces por semana. Toda la clave está justamente en el testeo. Y el gran problema es qué pasa en la “zona C”, que es el mundo exterior. Irse y volver al día siguiente.
–¿Hay solución para eso?
–Ya se está hablando de que en los proyectos más cortos podrían juntar a todo el elenco y a todo el equipo en un hotel mientras dura el rodaje. Parece una locura, pero sería como estar en locación. Cinco o seis semanas todos juntos, yendo del set al hotel y del hotel al set. Como todos están testeados al principio, no habría manera de contagiarse. Pero en una serie eso es imposible. Una vacuna es lo urgente para todo el mundo. Pero en nuestro caso, para volver a los sets lo urgente es una manera rápida y efectiva de testeo. Algún mecanismo para poder testear en el momento.
–Para un guionista, y vos lo sos, aparece el desafío de escribir situaciones de aquí en adelante que contemplen situaciones como el distanciamiento social o evitar escenas de mucha gente.
–El eslogan de La ley y el orden UVE es “sacado de los titulares”. Habla del día a día de lo que ocurre en Nueva York. El otro día hablaba del tema con el showrunner de la serie, Warren Leight. ¿Van a hacer los interrogatorios con barbijos? Todo esto que pasa habrá que incorporarlo de alguna manera. Veremos qué es lo que queda fijo en la sociedad cuando termine la pandemia.
–¿Cómo ves todo el debate sobre la inclusión y la diversidad en la industria?
–Leí solamente los titulares, la verdad es que no me puse a profundizar el tema. Acá se está trabajando mucho desde hace tiempo en el estímulo a la inclusión y a la diversidad. No solamente en los aspectos raciales, sino también de género, en el armado de los equipos, en la producción, en los rodajes. Ahora, hablar de ese tema en lo que tiene que ver con elencos y contenidos no me parece bien. Todo debería hacerse de manera natural, no forzado ni obligatorio.
–Me imagino que con todos estos proyectos va a pasar algún tiempo hasta que vuelvas a escribir y dirigir cine en la Argentina.
–En este momento, los dos proyectos que más tiempo me están llevando a mí a la escritura son la obra de teatro que vamos a estrenar en el Politeama y un guión cinematográfico que estamos empezando a pergeñar con Eduardo Sacheri. ¿Cuándo vamos a terminarlo? No tenemos idea…
–Hace ya dos meses que nos dejó Marcos Mundstock, a quien convocaste para el elenco protagónico de El cuento de las comadrejas. ¿Cómo lo recordás en este momento?
–La amistad de Marcos fue un regalo que la vida me dio en estos últimos años. Una de las personas que más modeló mi sentido del humor. Como persona era todavía mejor que como humorista. Un pan de Dios. Su fallecimiento me pegó muy fuerte. Marcos es una de las pocas cosas que nos ponen orgullosos, contentos y felices de ser argentinos. Hoy siento que con él se va una Argentina de calidad, de búsqueda de la excelencia, del buen gusto, de la no agresión, de la inteligencia, del nivel internacional.
Fuente: La Nación