El Físico y filósofo argentino reconocido en el mundo, Mario Augusto Bunge murió a los 100 años en la ciudad canadiense de Montreal.
Uno de los premios más prestigiosos que recibió fue el Príncipe de Asturias, en 1982 «en reconocimiento de la labor que se desarrolla en Ultramar en disciplinas que, como las Filosofías de las Ciencias Naturales y Sociales, tienen en el doctor Mario Augusto Bunge uno de sus más distinguidos representantes».
«Bunge ha contribuido al análisis y fundamentación de teorías en el campo de las Ciencias Naturales y Sociales con una larga serie de trabajos que vienen influyendo grandemente en la investigación que se realiza en estas materias tanto en España como en Hispanoamérica», destacó la Fundación al entregarle el premio.
Proveniente de una familia alemana emparentada con españoles oriundos del País Vasco y de Asturias, nació en 1919 y recibió una formación de corte humanista y filosófico, basada en la lectura de los clásicos de la literatura, así como de autores como Hegel, Marx, Freud y Rusell, de los que más tarde se distanciaría críticamente.
Estudió física y matemática en la Universidad Nacional de La Plata, doctorándose en 1952 en Ciencias Fisicomatemáticas. Motivado por los problemas epistemológicos que planteaba la nueva física, se especializó en fundamentos de la física y epistemología.
Cofundador en 1944 de la prestigiosa Asociación Física Argentina, vio truncada su carrera universitaria por motivos políticos. A la caída de Perón, fue reincorporado en la Universidad de Buenos Aires y nombrado catedrático de Física Teórica y de Filosofía de la Ciencia.
Abandonó su país en 1963 y pasó por universidades norteamericanas y alemanas, instalándose finalmente en 1966 en la Universidad McGill de Montreal, Canadá, donde ocupó la prestigiosa cátedra Frothingham.
Fue también profesor visitante en la Universidad Nacional Autónoma de México, en las universidades de Aarhus, Ginebra, Fribourg (Suiza), en el Politécnico de Zurich y Génova.
Su interés por la filosofía lo mantuvo a través de las décadas, incluso durante sus años de marginación.
Fundador de la revista de filosofía Minerva (1944-45), fue cofundador de la Asociación Rioplatense de Lógica y Filosofía Científica (1956), de la que fue presidente.
Irrumpió como autor en 1959 en el campo de la Teoría de la Ciencia con su obra Causality: The Place of the Causal Principle in Modern Science, traducida a siete idiomas, y en la que defiende un principio ampliado del determinismo en la ciencia moderna.
Cuando cumplió los 100 años, Mario Bunge fue definido como «el último prócer vivo» Becario Humboldt en la Universidad de Freiburg, miembro titular de la Académie Internationale de Philosophie des Sciencies y del Institut International de Philosophie, publicó en 1967 su tratado de teoría de la ciencia, Scientific Research, cuya traducción al castellano, La investigación científica, no se hizo esperar (1969), y cuya repercusión entre los estudiosos de la filosofía de la ciencia fue notoria.
Entre sus obras en lengua castellana destacan, además, Teoría y realidad, Filosofía de la física, Epistemología, Materialismo y ciencia, El problema mente-cerebro, Economía y filosofía, Filosofía de la psicología y Mente y sociedad, Buscar filosofía en las ciencias sociales, Sistemas sociales y filosofía y Las ciencias sociales en discusión.
Entre 1969 y 1989 Bunge trabajó en la construcción de un sistema filosófico que abarca la ontología, la semántica, la teoría del conocimiento, la filosofía de la ciencia y de la tecnología, la teoría de valores y la ética.
Aparte de su ingente obra escrita, es de destacar también la activa participación de Bunge en congresos, coloquios y seminarios en todo el mundo. Fundó la Society for Exact Philosophy (1971) y la Asociación Mexicana de Epistemología (1976).
Colaboró además en numerosas revistas y obras colectivas, y dirigido las colecciones Exact Philosophy, Episteme, Ciencia de la ciencia, Methodos y Science and Technology Studies.